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Mayo en Vietnam, por Laura Giussani Constenla

5 de mayo de 1968. Saigón amaneció sacudida por un diluvio. Durante la noche, Dios había expresado toda su furia con vientos arremolinados. El tiempo permaneció en suspenso por unas horas y los espías, generales, comerciantes, empresarios, soldados y periodistas que se alojaban en el mejor hotel de la ciudad creyeron, por un momento, que no había guerra, ni bombas, ni tiros, ni muertos, solo rayos. Ese fue el momento que eligieron los campesinos del ejército del norte para entrar a la ciudad con sus armas a cuestas, livianos como el viento, y se apostaron en los populosos barrios de la periferia.

Tiempo atrás, un general de Vietnam del Norte había dicho a sus tropas del Frente Campesino: Los norteamericanos son más fuertes que nosotros, nosotros ni siquiera intentamos competir con ellos: si lo probáramos sería como pretender comer el arroz con tenedor o cuchara. Nosotros el arroz lo comemos con palillos. En Vietnam los norteamericanos son púgiles que combaten con el viento. Seamos nosotros el viento. Camaradas, caed sobre ellos como el viento, y, como el viento, huid. Camaradas, que el viento no se inmovilice.”

“Seamos nosotros el viento. Camaradas, caed sobre ellos como el viento,  y, como el viento, huid. Camaradas, que el viento no se inmovilice.”

Los americanos respondieron de inmediato, decenas de Phantoms cayeron en picada bombardeando cualquier rincón donde imaginaran que pudiera existir un comunista armado. Tiraban al bulto, sin elegir el objetivo, como cazadores ávidos y sin escrúpulos, que no respetan ley ni reglas, con toda su parafernalia tecnológica, armas de último modelo y voces estruendosas.

Ráfagas de metralla, bombas, multitudes en fuga y humo.

Ignacio Ezcurra, joven periodista de La Nación, alojado en ese exquisito hotel afrancesado junto a Oriana Fallaci y otros colegas, subió a la terraza para tener un panorama más amplio. Dos columnas de humo negro marcaban hacia dónde debía encaminarse: los barrios pobres de los suburbios y la costa del río, camino al Cholón. “La visión del lugar es horrible. Mientras llegan camiones y jeeps cargados de tropas, se les cruzan las camionetas de la Cruz Roja con su carga macabra. Ya se calculan más de mil muertos civiles.”, escribió. Recién había llegado a Vietnam, por propia voluntad, a los ponchazos, convenciendo a los directores del diario que era importante estar allí, porque siempre quiso estar en donde ocurrían las cosas, con poca plata y sin seguro de vida. De pronto se encontraba en medio de la ofensiva norvietnamita del Tet y en la cruenta reacción de los ocupantes.

“La visión del lugar es horrible. Mientras llegan camiones y jeeps cargados de tropas, se les cruzan las camionetas de la Cruz Roja con su carga macabra. Ya se calculan más de mil muertos civiles.”

Fueron días intensos en los que Ezcurra saltaba de la sede de prensa de los Estados Unidos, a un barrio bombardeado, un paseo en helicóptero para ver la guerra en primera persona. Con las imágenes aún frescas de los días en el frente, de sortear los cadáveres acumulados en las aceras y con las ropas impregnadas de olor a muerte, Ignacio Ezcurra le escribió una carta a su mujer: “Esto es peor de lo que nos imaginábamos”. Siguió su trabajo conversando con dirigentes políticos, religiosos o embajadores, también iba de agencia en agencia para ver qué decían los periodistas. En Associated Press llevaban varias semanas de guardia permanente a la espera del posible ataque. Caía la tarde cuando otra noticia dejó a todos sin palabras: “Asesinaron a cuatro periodistas en el Cholón”.

Esa noche, Ignacio Ezcurra cenó con François Pelou, de France Press, y otros colegas. Quiso saber qué opinaban del asesinato de los periodistas. François desconfiaba de la versión difundida. Un testigo afirmaba que habían sido los comunistas, los Vietcong.

Ignacio pidió al chofer que volviera al Cholón y dió una recorrida por el barrio. Caminaba desenvuelto, con las manos en los bolsillos, sin cámara fotográfica ni anotador, como un marciano que hubiera descendido ignorante de la situación.

Era la guerra. Angustia, dolor, muerte. Pero esta vez no eran muertos anónimos. Todos los corresponsales los conocián: John Cantwell, australiano, veintinueve años, corresponsal del Time; Ronald Laramy, británico de la agencia Reuter; Michael Birch, de la Associated Press australiana; Bruce Pigott, también australiano, subjefe de Reuter en Saigón. Murió además, en el mismo ataque, un diplomático alemán: Hasso Ruedt von Colenberg. El 6 de mayo, otro periodista, un fotógrafo de United Press, Charles Eggleston, murió cuando registraba con su cámara el intento de recuperación de un barrio tomado por los vietcong.

El 8 de mayo, muy temprano, Ignacio subió al jeep que lo esperaba en la puerta con dos periodistas. Poco antes del mediodía cruzaron por la calle Minh Phung, donde habían sido fusilados los cuatro periodistas. Desde el auto sacaron algunas fotografías y continuaron con el derrotero cuando, sin consultar, Ignacio pidió al chofer que volviera al Cholón y dió una recorrida por el barrio. Caminaba desenvuelto, con las manos en los bolsillos, sin cámara fotográfica ni anotador, como un marciano que hubiera descendido ignorante de la situación. Volvió al rato con un gesto radiante; estaba en acción, todos sus músculos tensos, en busca de algo excepcional. Les pidió a sus compañeros que volvieran a la tardecita por él. Había encontrado un buen contacto. No volvió al hotel esa noche.

Se cumplen 50 años de la desaparición de Ignacio Ezcurra, primer corresponsal de guerra argentino muerto en acción. Su madre nunca creyó en la versión de que lo habían matado los comunistas ¿por qué habrían de hacerlo? En ese momento los norteamericanos declaraban que estaban perdiendo la guerra por culpa de los medios. El mismo Ezcurra acababa de entrevistar al embajador norteamericano en Vietnam quien le había dicho: “Por desgracia, nuestras dificultades están ahora en el frente doméstico. Tal vez algo de responsabilidad sea de la prensa que informa desde aquí en tono pesimista”.

Embajador de Estados Unidos: “Por desgracia, nuestras dificultades están ahora en el frente doméstico. Tal vez algo de responsabilidad sea de la prensa que informa desde aquí en tono pesimista”.

En medio de esa ofensiva diplomática a los medios de comunicación asesinan a siete periodistas. Fue la última vez que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos permitieron dejar en libertad a la prensa para cubrir los hechos. La Nación no mandó a nadie para seguir los rastros de su corresponsal.

Quienes decidieron ir en su búsqueda fueron Telenoche y Gente. En un mismo avión partían Andrés Percivale y Eduardo Meinzer por Telenoche, y Enrique Walker por la revista Gente. No les fue fácil llegar a Vietnam. Desembarcaron en París, su primera escala, y allí quedaron por unos cuantos días. Una huelga general dejaba a la ciudad sin transportes ni aeropuertos ni servicios ni comercios. Estallaba el mayo Francés. Un movimiento espontáneo, desconocido, sin partidos, cuyo dirigente más notorio era un muchacho llamado Daniel Cohn-Bendit. Cámara en mano, Meinzer acompañaba a Percivale para dejar registro en imágenes de la ciudad devastada. En el boulevard Saint-Germain, los tradicionales cafés, con sus mesas en la vereda, permanecían cerrados. La resaca de las noches de resistencia permanecía en el suelo, como si una ola violenta hubiera dejado al descubierto vidrios rotos, papeles, plásticos, aerosoles y carteles destruidos. Los adoquines habían sido arrancados de cuajo para improvisar proyectiles que pudieran frenar el avance de las tropas policiales. Los árboles estaban caídos, derribados para hacer barricadas que detuvieran a las fuerzas de seguridad.

Sobre los muros de la Sorbonne y de cuanto edificio ofreciera un espacio libre para la expresión, escritas con distintos colores, aparecían las consignas del novedoso movimiento: “La emancipación del hombre será total o no será”, “No me liberen, yo me encargo de eso”, “Si piensan por los otros, los otros pensarán por ustedes”, “Si la vida que vivimos no es digna, la dignidad es luchar por cambiarla”, “Nuestra esperanza sólo puede venir de los sin esperanza”, “El derecho de vivir no se mendiga, se toma”. Frases sueltas que, en su conjunto, conformaban todo un manifiesto: “¡Viva la comunicación, abajo la telecomunicación!”, “Hacer alegremente cosas terriblemente serias”, “No puede volver a dormir tranquilo aquel que alguna vez abrió los ojos”, “Debajo del pavimento está la playa”, “La imaginación al poder”, “Marx es Dios, Marcuse su profeta y Mao su espada”. Aunque hubiera quienes intentaran articular el discurso de la revuelta, eran los muros los que hablaban, sin autor.

“Marx es Dios, Marcuse su profeta y Mao su espada”

Herbert Marcuse llega a París a principios de mayo, con el objeto de participar en un coloquio celebrado por la UNESCO, en ocasión del 150 aniversario del nacimiento de Karl Marx.

El filósofo del momento, Herbert Marcuse, asistía extasiado a los episodios parisinos que daban fe de su teoría: la clase obrera había sido asimilada por el capitalismo, ya nada podía esperarse de ella. Todo cambio provendría de los sectores marginales: los estudiantes, las mujeres, los negros, los inmigrantes.

Todo había empezado un 6 de mayo, mientras en Vietnam seguían cayendo las bombas y los reporteros. Los estudiantes de la Sorbonne se apretujaron en el patio central para exigir que reabrieran Nanterre y suspendieran la investigación abierta contra ocho estudiantes ante el consejo de disciplina. Las autoridades de la Universidad llamaron a la policía y el edificio fue desalojado. La chispa que hacía falta. Las paredes comenzaron a hablar: Van a terminar todos reventando de confort”, “Si lo que ven no es extraño, la visión es falsa”, “La sociedad es una flor carnívora”, “Viva la democracia directa”, “Civismo rima con fascismo”, “La barricada cierra la calle pero abre el camino”.

Van a terminar todos reventando de confort”

Entre los argentinos que paseaban por el onírico paisaje de una París revolucionada no sólo estaban Percivale, Walker y Meinzer, también rondaba por allí un abogado santiagueño, Mario Roberto Santucho, que leía todos los volantes, fisgoneaba en las asambleas y vociferaba cuando encontraba consignas que decían: “Las armas de la crítica pasan por la crítica de las armas”. No podía creer que pudieran desperdiciar semejante ocasión. Maldecía por el hecho de que un grupo de jóvenes caprichosos estuviese al mando.

A pesar del disgusto que le provocaba este desmadre a los partidos de izquierda tradicionales, la situación había adquirido tal dimensión, la represión era tan persistente, que los sindicatos llamaron a la huelga general. el 13 de mayo del 68 marcharon, unidos, obreros y estudiantes, profesores y vecinos y curiosos y todos aquellos que necesitaban expresar de algún modo su desagrado con el mundo. Una ciudad sitiada por la multitud que caminaba a paso ligero con rostros desencajados, respirando aires de libertad y con la fantasía de tomar nuevamente la Bastilla.

Así estaban las cosas por esos días. Finalmente Enrique Walker y Percivale llegaron a Vietnam y no lograron saber el destino de Ezcurra. Días después Associated Press le compraba una foto de una pila de cadáveres a un anónimo japonés. Se destacaba un hombre alto con cinturón de cuero argentino. La familia reconoció su cadáver por una gigantografía a tamaño natural con la imagen del muerto colocada sobre un escritorio del diario La Nacion. Suerte de velorio virtual.

Días después Associated Press le compraba una foto de una pila de cadáveres a un anónimo japonés. Se destacaba un hombre alto con cinturón de cuero argentino.

Después de esa experiencia, Percivale dejaría el periodismo para dedicarse al yoga. Enrique Walker, sería secuestrado en julio de 1976 por los militares argentinos. No fue el mismo después de cubrir Vietnam y el Cordobazo. Su último grito antes de desaparecer fue: “Soy Enrique Walker, periodista y montonero, me están secuestrando, informen a la prensa”. Los diarios algo publicaron. Nunca más se supo de él.

Pero esa es otra historia. O no.

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Lo personal es político. Anticipo de Causa Parcial/10

Anticipo de Causa Parcial 10

A Florencia Lance el comentario de un compañero de la primaria le cambió la vida: “no puedo ir a tu cumpleaños porque donde vos festejás matan gente”. Se trataba de Campo de Mayo donde su ex-padre oficiaba de aviador de vuelos de la muerte. De ahí en adelante tuvo que construir una vida lo más lejos y enfrentada de aquel lugar terrorífico que paradójicamente representaba también las alegrías de la infancia. Le tocó formar parte de la edición del diario de las Madres de Plaza de Mayo y de militar codo a codo junto a Hebe de Bonafini durante toda la década del noventa. Integró desde sus inicios el colectivo de Ex-Hijas que renunciaron a avalar a los padres participes del terrorismo de estado.
Si nos interesa conversar con ella públicamente es porque la desobediencia real puede partir de lo más imprevisto -el comentario de un niño a una niña-; porque la ruptura de un orden no puede hacerse sin quebrar sujeciones profundas; pero tampoco puede hacerse sin tramas paralelas que permitan sostener los enfrentamientos -las amistades, las familias paralelas, las organizaciones políticas, aquellxs que nos cobijan-; porque en la riqueza de esta(s) historias no están delimitadas por modelos de éxito que sobreabunda en la política y en las redes; porque a veces esas anécdotas las escuchamos en la sobremesa y quedan adheridas a la memoria personal, porque se escuchan como se escuchan secretos que nos pertenecen y debemos cuidar; pero también porque mientras no sabemos bien qué hacer vale la pena contar y escuchar hasta cansarse, hasta que aparezcan las nuevas cosas sobre la marcha de una conversación atropellada; para que algunos nombres e historias nos queden titilando -por ejemplo, la de Manuel Molina, sindicalista y militante peronista, cuya historia también se cuenta aquí; porque sentimos ineficaz el discurso de los derechos humanos y para reconstruirlo hay que volver a contar, pieza por pieza, las capas que lo constituyen; porque Hebe de Bonafini hizo de la rebeldía un programa vital; porque nos gusta conversar para saber que es posible actuar de otro modo. Y también porque sí.
La escucha, el relato, la anécdota son aquellos que implican complicidad y la máxima confianza. Una confianza política en su total dimensión. Creer en lo que uno oye sin importar el conocimiento sobre el sujeto, sino la potencia del relato y la confianza del secreto que implica hacerte parte de la divulgación de esas anécdotas.
Lo personal e íntimo como política primigenia. A partir de aquí, construimos o destruimos. A partir de aquello que fue constitutivo en la historia íntima de la persona que decidimos escuchar y prestar atención. Nos da, sobre todo, una gran posibilidad: escapar de la trampa constante que estamos atravesando. La trampa de la coyuntura. Tener que estar todo el tiempo explicando hacia otros y nunca decir nada. El relato como única posibilidad de expresión de la época. Sobre todo, porque nos obliga a escapar de esta.
Cuando Hebe dice: “Agarren sus baldes y usen los confesionarios de la Catedral como baños”, nos sumerge en la música de una declaración de guerra, en una postura política que no supimos vivir, pero que nos fuerza a desdibujar una figura política que intentaron caricaturizar. El esfuerzo, placentero, está en sentir en nuestro cuerpo y con toda tensión esa frase, y decidir qué historia queremos adoptar.

Foto de portada: Florencia Lance de niña. Publicada por el Lobo Suelto

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Balance 2024/1. La industria bélica, gran ganadora del año, por Alvaro Hilario, desde el País Vasco

Lo primero para decir en términos internacionales es: No nos olvidemos de Palestina.

No merece que comencemos la crítica de 2024 hablando de política española. Sí, porque la supuesta convulsa escena política española no es otra cosa que circo. Son muy pocas las diferencias programáticas entre los dos grandes partidos españoles. Lo mismo podríamos decir del resto de fuerzas parlamentarias.

Y si hablásemos de izquierdas y derechas, podríamos alegar una tímida defensa de los servicios públicos por parte de las primeras. Y ya.

Las peleas, las negociaciones para sacar adelante los presupuestos generales del estado, la judicialización de la vida política, la petición de responsabilidades políticas por las inundaciones y las más de doscientas muertes en Valencia, todo esto no es más que espectáculo.

El gasto en armamento fue el mayor en 15 años, liderado por Estados Unidos, Rusia y China.

En un contexto global de aumento del gasto en armamento, el mayor en 15 años, liderado por Estados Unidos, Rusia y China, el gobierno progresista español vuelve a batir todas las marcas destinando en 2024 16.000 millones de euros al rubro de defensa. Un 20 por ciento más respecto al ejercicio anterior.

Y a pesar de reconocer al estado palestino y decretar un cese temporal de la compra y venta de armas al estado genocida de Israel, estas operaciones continúan.

La población, mientras tanto, hastiada pide el cese de la barbarie.

El progresista gobierno español batió records dedicando 16.000 millones de euros en Defensa, un 20% más que el ejercicio anterior

El fin de la invasión rusa lo pedían los grandes medios de comunicación. Incluso las retransmisiones de fútbol iban acompañadas de una bandera ucraniana. No se acogían refugiados sirios (esos que ya quieren largar de Alemania) pero se daba la bienvenida a los ucranianos. Las comparaciones, ya se sabe.

Ucrania fue el octavo país que más gastó en armamento durante 2023, 64.800 millones de dólares. Esto supuso para Ucrania el 58% del gasto público total.

El gasto militar de Ucrania en 2023 fue el 59% del de Rusia. Sin embargo, Ucrania también recibió al menos 35.000 millones de dólares en ayuda militar durante el año, incluidos 25.400 millones de dólares de Estados Unidos. La ayuda y el propio gasto militar ucraniano combinados, equivalieron aproximadamente al 91% del gasto ruso. Israel aumentó su gasto miliar en un 24% hasta alcanzar los 27.500 millones de dólares en 2023.

Ucrania recibió 35.000 millones de dólares en ayuda militar, de los cuales 25.400 millones provinieron de E.E.U.U

No dejemos de hablar de Palestina.

Y no nos olvidemos de Siria y del Kurdistán, donde otro estado de la OTAN, Turquía, con un régimen que no tiene nada que envidiar al sionista, quiere extender su influencia en territorios de lo que una vez fuera el imperio otomano valiéndose de lo más sórdido del islamismo para enfrentar experiencias como el confederalismo democrático, con la permisividad de occidente.

No quiero despedirme sin recordar a Macron, atornillado al poder, ajeno a las derrotas y que por segunda vez se ha negado a nombrar a una persona de izquierdas para ocupar el cargo de primer ministro.

Pero si el 2024 tuvo unos colores, fueron el rojo y el blanco, el León de Athletic de Bilbao y los del Pincha de Estudiantes de La Plata, ambos campeones en las dos márgenes del Atlántico. Algo bueno nos dejó el 2024 ¿no?

Feliz año a toda la gente de la columna vertebral!

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Luigi Mangione: el fantasma de Jesse James sobrevuela Estados Unidos

Por Carmen Valdivieso Hulbert, corresponsal de LCV en Nueva York

Una fría madrugada de inicios de diciembre, en una calle céntrica de Nueva York, un atacante solitario acabó de tres balazos con la vida de Brian Thompson, presidente ejecutivo de United Healthcare, la más poderosa empresa de seguros estadounidense. El asesino dejó tres casquillos de bala con inscripciones de las palabras más usadas por las empresas del sistema de salud y conocidas por todos aquellos que alguna vez estuvieron enfermos y pasaron por esa experiencia: Denegar, Defender y Deponer. Las autoridades señalan que son las tres D, de las palabras tácticas usadas por las aseguradoras de salud para demorar o rechazar los reclamos de los pacientes.

El público vio con asombro cómo las cámaras de seguridad de la zona registraron escenas del primer disparo por la espalda cuando estaba a punto de entrar al Hotel Hilton, y los subsiguientes ya en el suelo donde el alto ejecutivo al parecer perdió la vida, en lo que sin duda fue un ataque premeditado. Parecía como si el atacante hubiese dejado todo documentado a propósito sin temor de ser atrapado.

Es así cómo comienza la leyenda de Luigi Mangione, quien no fuera identificado hasta cinco días después del ataque, en que tomó justicia por mano propia en nombre de todos los pacientes que alguna vez fueron víctimas del inhumano sistema de seguros de salud estadounidense, más interesado en acumular fortuna, que en velar por la salud de los asegurados.

Las autoridades iniciaron de inmediato una intensa cacería humana en los lugares donde había sido visto el sospechoso a quien se le vio comprando una botella de agua y caramelos antes del ataque, y hablando por un celular. Asimismo, las cámaras captaron cuando se alejaba del lugar en una bicicleta alquilada, con dirección al Parque Central en el Upper West Side de Manhattan donde se había alojado en un cuarto múltiple de un hostal, allí durmió con otras personas.

Finalmente se le pudo ver el rostro en una cámara del hostal mientras le sonreía a la recepcionista. Era un hombre joven y bastante guapo. Por esos días un taxista informó que lo había transportado hasta la estación de autobuses en el noroeste de la ciudad. Había abandonado Nueva York.

Como en un buen western, la policía ofrecía una recompensa de 10,000 dólares para quien avisara sobre el paradero del sospechoso, mientras Mangioni se convertía en el vengador solitario de la clase media y los pobres contra el abuso de los millonarios de la salud.

Finalmente el joven de 26 años fue arrestado en un McDonald’s de Altoona, estado de Pensilvania, al ser identificado por un trabajador que llamó a la policía. Una vez en Nueva York, después de días de litigio para evitar ser extraditado desde el estado de Pensilvania, Mangioni compareció en la corte estatal donde fue acusado de homicidio en primer grado con intención de terrorismo a nivel estatal. Asimismo, un tribunal federal le imputó cuatro delitos, inclusive por acechar a su víctima, por el uso de arma de fuego con silenciador y por homicidio con un arma de fuego, que le podría valer la pena capital o por lo menos la pena máxima de prisión perpetua sin derecho a libertad condicional

La fiscalía afirma que Mangione esperó casi una hora por Thompson quien iba a participar en una conferencia de inversionistas el 4 de diciembre en el Hotel Hilton. Mangioni está detenido en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, el mismo lugar donde espera juicio, el rapero Diddy Combs.

¿Quién era Brian Thompson?

Brian Thompson, millonario ejecutivo asesinado

Thompson estudió adminstración de empresas en la Universidad de Iowa y se graduó en 1997. Después de trabajar varios años en la firma de consultoría Price Waterhouse Coopers, pasó a United Healthcare en el 2004. Ascendió rápidamente, ocupando puestos de liderazgo, y fue nombrado presidente ejecutivo de la empresa aseguradora en el 2021. Actualmente tenía un sueldo anual de 10,2 millones de dólares.

Desde que Thompson asumió el cargo, las ganancias de United Healthcare se incrementaron en 5,000 millones de dólares solo en dos años. Entre el 2019 y el 2022, la aseguradora aumentó en más del doble su tasa de negativas a los pedidos de autorización para tratamientos. Una de las innovaciones de Thompson fue el uso de algoritmos para expulsar a pacientes enfermos y discapacitados, beneficiarios del sistema Medicare para jubilados, de los asilos de ancianos y de programas de rehabilitación, provocando mucho dolor y penurias entre los asegurados.

El funcionario fue acusado en 2024 en una demanda colectiva de presunto tráfico de información privilegiada para obtener ganancias en la bolsa de valores, tras haber vendido 15 millones de dólares de sus acciones en la empresa que dirigía cuando sabía que era investigada por el Departamento de Justicia.

La demanda, que continúa vigente, fue entablada por el Fondos de Pensiones de Bomberos de la ciudad de Hollywood contra Thompson y otros ejecutivos, acusandolos de no haber informado a los invesionistas sobre la investigación, antes de la venta de 117 millones de dólares de acciones de la empresa.

Thompson vino a Nueva York a fin de participar en una conferencia de aseguradores esa mañana en que fue asesinado. Había recibido algunas amenazas por asuntos de cobertura médica, según dijo su viuda Paulette Thompson a una cadena de televisión. La pareja estaba separada. A sus conocidos les extrañó que Thompson se hubiera desplazado públicamente sin vigilancia personal en el momento del ataque.

¿Quién es Luigi Mangione?

Luigi Mangione, el estudiante modelo

La evolución del acusado fue radical. Nacido en una familia prominente de Maryland, fue un alumno destacado en una escuela exclusiva de Baltimore donde sus compañeros lo eligieron para dar el discurso de graduación en la secundaria, y cursó estudios de ciencias de computación y unas maestría en una de las mejores universidades estadounidenses. Inició su carrera como ingeniero informático en una empresa de automóviles y practicaba el surfing en Hawai. Una de sus amigas comentó a un medio que Mangioni sufrió una dolencia a la espalda y ésta había empeorado debido al surfing y a su afición por las excursiones a pie. Esta experiencia provocó el inicio de su cambio. Las semanas previas al ataque había cortado el contacto con su familia y amigos.

Las autoridades federales descubrieron un cuaderno de apuntes de Mangione en el cual, expresaba sentimiento de hostilidad hacia la industria aseguradora y contra los ejecutivos millonarios en particular. En el mes de agosto, escribió que le complacía haberse tomado su tiempo porque había podido conocer más sobre una empresa. Y en octubre ya mencionaba la realización de una conferencia de aseguradoras y hablaba de su intención de acabar con el presidente ejecutivo de una de las empresas de seguros de salud en esa conferencia.

El Manifiesto de Luigi

“Para los federales, seré breve, porque respeto lo que hacen por nuestro país. Para ahorrarles una larga investigación, declaro claramente que no estaba trabajando con nadie. Esto fue bastante trivial: algo de ingeniería social elemental, CAD básico, mucha paciencia. El cuaderno espiral, si está presente, tiene algunas notas dispersas y listas de tareas pendientes que iluminan la esencia del asunto”, escribió Mangione en una suerte de documento de 260 palabras en las que explica el motivo de su asesinato que muchos consideran un ‘ajusticiamiento’.

“Mi tecnología está bastante bloqueada porque trabajo en ingeniería, así que probablemente no haya mucha información allí. Me disculpo por cualquier conflicto de traumas, pero tenía que hacerse. Francamente, estos parásitos simplemente se lo merecían.”

“Un recordatorio: Estados Unidos tiene el sistema de salud número uno más caro del mundo, pero ocupamos aproximadamente el puesto número 42 en esperanza de vida. United es la empresa (indescifrable) más grande de Estados Unidos por capitalización de mercado, solo detrás de Apple, Google, Walmart.”

“Obviamente, el problema es más complejo, pero no tengo espacio y, francamente, no pretendo ser la persona más calificada para exponer el argumento completo. Pero muchos han sacado a la luz la corrupción y la codicia (por ejemplo, Rosenthal, Moore) hace décadas y los problemas simplemente siguen existiendo”.

“No es una cuestión de conciencia en este momento, sino claramente juegos de poder en juego. Evidentemente, soy el primero en enfrentarlo con una honestidad tan brutal”.

“Ha crecido y crecido, pero ¿a medida que nuestra esperanza de vida? No, la realidad es que estos (indescifrable) simplemente se han vuelto demasiado poderosos y continúan abusando de nuestro país para obtener enormes ganancias, porque el público estadounidense les ha permitido salirse con la suya”.

Frases aisladas que reflejan el móvil político del asesinato, esparcidas en un cuaderno y un anotador. El contenido de esa libreta fue recientemente divulgado por distintos medios de comunicación, como el diario The New York Times y CNN.

“¿Qué haces? Acabas con el CEO en la convención anual de parásitos contadores de frijoles. Es específico, preciso y no pone en riesgo a inocentes”.

¿Héroe popular o asesino a sangre fría?

El sentimiento de polarización se ha dejado sentir en varios ambientes del país.

El público del programa de TV, The Daily Show, abucheó cuando Jon Stewart, el animador del programa, anunció que habían arrestado a Mangioni en Pensilvania.

Esto es lo que se debe haber sentido el pueblo cuando se conocían las historias de Robin Hood allá por el 1.300, comentó la crítica de arquitectura, Kate Wagner, en su cuenta de X sobre la búsqueda de Mangioni. La cuenta se hizo viral, llegando a los 2 millones de lecturas.

“La gente detesta su seguro de salud en Estados Unidos”, afirmó el experto Ed Ongweso en una entrevista con The Guardian. “No me sorprende que algunas personas celebren el asesinato como una forma de catarsis, pero lo que sí me sorprende es que lo hagan abiertamente e incluso que vayan en contra de los esfuerzos por acallarlos”, agregó.

Varios expectadores se congregaron frente al tribunal neoyorquino mientras Mangioni ingresaba al edificio. Una persona portaba un cartel que leía “ Denegar, Defender y Deponer”, repitiendo lo que el atacante había escrito en los casquillos de balas que quedaron en el lugar del asesinato. Otro de los manifestantes, que portaba un cartel que decía “Libertad a Luigi. Homicidio por Ganancia es Terrorismo”, dijo a un canal de TV: Nuestro país está quebrado. Una mujer expresó que el sistema de seguro de salud está diseñado para obtener ganancia a expensas de la salud de la gente.

Las reacciones de los políticos fueron diversas en declaraciones en los medios de comunicación convencionales. El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, condenó acremente a quienes vienen glorificando a Mangioni, presunto asesino de Brian Thompson. En Estados Unidos no matamos gente a sangre fría a fin de resolver diferencias de política o para expresar un punto de vista, destacó Shapiro.

Por su parte, el presidente electo Donald Trump dijo que era muy lamentable que hubieran asesinado a un ejecutivo de una empresa de salud, pero en ningún momento mencionó el estado del sistema de salud en el país.

Mientras tanto, el senador Bernie Sanders, quien durante su campaña presidencial propuso un sistema nacional de salud, señaló que el ataque contra el CEO de United Healthcare, pone de manifiesto la frustración de la gente con respecto a la industria de salud. Mientras que su colega demócrata Elizabeth Warren, dijo que era como una advertencia de que no se puede empujar a la gente demasiado fuerte, porque empieza a tomar acciones por sus propias manos y podría ser una amenaza para todos.

Sanders agregó que habría que convertir este crimen espeluznante en lo que podría ser calificado como un “momento de aprendizaje”.

Pocos días después del asesinato, varios activistas políticos, ex seguidores de Bernie Sanders, participaban en una reunión prenavideña en Brooklyn, en medio de la comida a alguien se le ocurrió hacer un brindis: “para que el sospechoso del asesinato del presidente de United Healthcare no sea atrapado por la policía”. En medio de risas entrecortadas, algunos ruborosos levantaban las copas de vino, menos uno, quien al ser preguntado por qué no compartía, respondió: “Es que se trata de un asesino”. Los invitados dejaron de reir como única reacción a la respuesta, pero igual siguieron adelante con el brindis.

Una escena que fue replicada por miles en cada reunión familiar o política. Será, sin dudas, la gran discusión en estas fiestas.

Antecedentes de amados bandidos populares de Estados Unidos

La historia popular estadounidense tiene varios héroes sociales, considerados como bandidos-héroes. Hombres del pueblo, que se identifican con la gente común y por lo general son vistos como alguien en oposición a cierta opresión establecida en el sistema económico, civil y legal inherente a la experiencia histórica norteamericana, según un estudio del experto social Richard E. Meyer, mencionado por la revista The New Yorker, con relación a la aparición de Mangioni dentro de un sistema de salud injusto para el ciudadano de menores ingresos en Estados Unidos.

Entre esos personajes menciona a Jesse James y Sam Bass, bandidos-héroes que habitaban el sur estadounidense durante la época de la reconstrucción, en la posguerra de secesión. Ambos asaltaban bancos y trenes, símbolos de las fuerzas que mantenían al hombre común en opresión económica y social, señala Meyer.

Otro de ellos es el asaltante de bancos y asesino, Charles Arthur (Pretty Boy) Floyd, cuya zona de acción era la región central entre los estados de Ohio, Oklahoma y Missouri durante la era de la Gran Depresión. Floyd asumió las historias de que James y sus muchachos compartía su botín con “viudas y huérfanos” y él hacía lo mismo.

Aunque la fuga de Mangione sólo duró cinco días y no ha beneficiado a ningun asegurado de United Healthcare, su comportamiento equivale al prototipo que Meyer describe como el antihéroe. El sistema de seguros de salud es tan opresivo y peculiar sólo en Estados Unidos, que es la única nación industrializada en el mundo que no provee un sistema de salud universal.

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