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Entrevistas

“Una guardia medica se está pagando entre 10 mil y 12 mil pesos. Unos 50.000 por mes”

Erick Mendoza Díaz es médico cardiólogo, jefe de servicio del Hospital de Moreno, Secretario General de la Asociación Médica de la República Argentina, y miembro del secretariado de la CGT. Su tarea gremial no le impide seguir ejerciendo tanto en hospitales públicos como privados -”los médicos necesitamos doble trabajo”-. Nació en Perú pero a los 16 años se instaló con su familia en Argentina, estudió en la UBA, y realizó su residencia en el Hospital Antártida. Entre sus maestros estuvo Arnaldo Dubín, uno de los miembros de la Sociedad Argentina de Terapia intensiva de quién da fé que es un excelente profesional y ninguna de sus posturas están influidas por una cuestión política. En diálogo con La Columna Vertebral analizó el plan sanitario del Presidente Alberto Fernández en tiempos de pandemia, la brecha entre una parte de la sociedad que está cansada de la cuarentena frente a la angustia de los trabajadores de salud y la oportunidad histórica que puede tener la política sanitaria post-pandemia. Además de los reclamos gremiales por los que lucha su sindicato.

NA: ¿Qué sienten ustedes cuando llegan a sus casas, se sacaron el barbijo, se tiran a descansar y tienen este menú en los noticieros de la noche en donde aparecen personas como los de la reunión en Chapelco, sin cuidado alguno, o los testimonios de la gente cansada de la cuarentena. ?

Con mucho cansancio, ese es el término que vos mencionaste. Son dos tipos de cansancio distintos: un cansancio por no poder salir o la necesidad de trabajar, y nosotros un cansancio que viene desde marzo donde no hemos parado en ningún momento de trabajar. Gracias a Dios el presidente tomó una estrategia, y esto no es partidario sino lo que estoy viendo. Se formó un grupo de trabajo de crisis para poder atender esta pandemia y creo que Argentina lo ha hecho muy bien. Nunca en la estrategia estuvo el tema de los contagios, porque nos dijeron todos nos vamos a contagiar. Es decir, a veces veo que colegas tuyos salen diciendo “¿Y al final para qué sirvió todo esto si en realdad la gente se iba a contagiar?” Nunca jamás en la estrategia se dijo que no nos íbamos a contagiar. La estrategia era: hay que contagiarnos lentamente porque el sistema de salud no va a soportarlo y así pasó. En marzo empezamos a rearmarnos, empezaron a llegar las cosas, en abril terminamos de arreglar las estrategias, se aumentaron las camas pero no el número de gente, que eso también lo habrás escuchado seguramente al doctor Arnaldo Dubin, especialista en terapia intensiva, que dijo “nosotros aumentamos las camas y todo lo demás, pero no hay más médicos terapistas”. Vos podes poner camas, podes poner cirujanos, traumatólogos, que seguramente van a actuar a favor del paciente que llega pero no es lo mismo que un terapista.

Nosotros tenemos miedo, miedo y cansancio.

Por lo tanto estamos en un punto de inflexión donde la gente se cansó, está saliendo más, es más frívola su conducta y nosotros tenemos miedo, miedo y cansancio. Miedo ya no al coronavirus, porque eso al principio era un miedo a lo desconocido, ahora después de 6 meses estando en primera línea ya estamos acostumbrados. Sabemos lo que tenemos que hacer y los que sentimos la carrera con el corazón estamos haciéndolo con gusto, pero estamos cansados y a veces llegar a casa y mirar todas estas discusiones inentendibles para nosotros, realmente, es decepcionante.

creo que la estrategia es excelente

LGC: He visto comunicadores que hablaban con una falta de respeto sobre la postura de los médicos internistas, como que esto era toda una movida contra Larreta ¿Qué mirada le das a esta situación de politizar a la pandemia de esta manera?

Es lo peor que puede pasar. Esto es una guerra, se tomó una estrategia y me parece que todos la debemos seguir, de otra manera es como dijeron los médicos intensivistas: la vamos a perder. Acá está pasando la famosa grieta, la división que existe en nuestro país que es lamentable. Sin embargo creo que la gente tiene que reflexionar, creo que la estrategia es excelente, hay que mirar los otros países de Sudamérica, la gente se muere en la calle. Nosotros en este momento a pesar de ser un país en desarrollo, con una situación económica crítica, todavía nos damos el lujo de tener camas con terapistas para atender gente.

Hace muchos años que en nuestro país no hay política de salud

NA: Los médicos intensivistas son pocos porque no hay una orientación de la carrera ¿Cómo se describe en la carrera la salida intensivista?

En primer lugar lo que te diría es que es más amplio que solo el problema de los intensivistas. Hace muchos años que en nuestro país no hay política de salud, por lo tanto menos va a haber una política para un intensivista, y tampoco hay política de trabajo para los médicos. Imagínate, en este momento una guardia medica se está pagando entre 10 mil y 12 mil pesos, si vos haces todas las semanas guardia, que quedas destruido antes de la guardia y por guardia, más o menos estas levantando entre 50 mil y 60 mil pesos y realmente me parece que como salario ahora es nada. Cualquier trabajo con convenio colectivo con gremios fuertes gana arriba de 100 mil pesos.

LGC: Hoy me desperté y vi todas estas cosa que dice Nora y me sorprendió mucho todas las historias de los médicos y enfermeros, realmente sentís un dolor tan grande al ver que están al borde del colapso ¿Vos pensás que es el momento del botón rojo?

Es muy difícil. Para analizar estas cosas siempre me pongo en los pantalones de la otra persona, me imagino la situación del presidente en este momento que tiene que comandar todo este barco con lo complicado que es este país, porque realmente es muy complicado. Yo creo que si le preguntas a los terapistas y a los médicos te van a decir que sí, yo creo que los políticos van a aguantar un poco más y están rogando que la curva empiece a bajar.

LGC: Desde el sindicato médico, desde el punto de vista gremial ¿Qué trabajo se está haciendo? ¿Qué exigencias se está teniendo? Bueno, en el momento de la pandemia me parece que mucho no se debe exigir, pero en general ¿Cuál es la actividad del sindicato médico para conseguir sus derechos?

De cierta manera la pandemia, la ley de emergencia, es un caso excepcional donde hay muchos derechos, si querés llamarle derechos aunque son necesidades más que todo, están como abolidos, entre ellos las licencias gremiales o el trabajo gremial, porque salvo que sea por zoom reuniones no podemos hacer. Nosotros en un primer lugar pensamos que esto es como una guerra, entonces había que ponerse del lado de los argentinos. Por lo tanto, lo primero que dijimos es encolumnarnos con el Ministerio de Salud que para eso lo tenemos, el Ministerio del Nación y luego el Ministerio de la Provincia de Buenos Aires, y lo primero que empezamos a hacer fue difusión de todo lo que difundía el Ministerio. Porque viste que ahora que los medios aparecen por todos lados, que la comunicación es tan amplia, lo importante era la comunicación real de esta pandemia, eso fue lo primero que hicimos. En segundo lugar, estuvimos con un gran trabajo en lo que es la conformación de los comité de crisis en los distintos hospitales. Los comité de crisis están formados por el director médico, todos los jefes de servicio, los sindicatos y los trabajadores. Estos comité de crisis lo que hacen es mantenernos unidos y comunicados constantemente sabiendo cuantos infectados hay, cuantos compañeros se infectaron, qué actividades tenemos que realizar, y en eso nosotros hemos colaborado mucho, obviamente sin dejar de pedir paritarias y aumentos que han sido pocos pero que por lo menos en la Provincia de Buenos Aires tuvimos una paritaria semestral y nos dieron un aumento entre un 20 y un 25 porciento que venía relegado desde hacía mucho tiempo. Ahora nuevamente estamos solicitando la reapertura pero el ministro dice que se está invirtiendo todo el dinero en lo que son los EPP para protegernos y el equipamiento que es necesario en esta situación, estamos en la discusión. En los sanatorios privados está más difícil porque lo privado se niega a lo que es medicina sindical: se niega a firmar los convenios colectivos, se niega a aumentar, siempre se colocan como víctimas, todos los años son las víctimas, siempre están perdiendo, sin embargo las clínicas privadas van creciendo en hotelería, en consultorios externos, pero nunca les va bien. Así que son dos visiones distintas en la realidad del médico.

El Ministro de Salud tiene una oportunidad histórica

NA: Hagamos un poquito de futurismo. Suponete que salimos de esto, me gustaría preguntarte si creés que de todo esto se aprendió de los trabajos en equipo, lo que acabas de describir, ¿Creés que puede dar lugar a una reestructuración de una nueva manera de mirar la medicina desde el Ministerio de Salud, administración de salud y el ejercicio de la medicina en tanto carrera y salidas a futuro? ¿Creés que hay un shock, que puede haber provocado la pandemia, para mejor?

Yo creo que sí, creo que el Ministro de Salud tiene una oportunidad histórica, que a la salida de esto se haga realmente una única y verdadera política de salud para toda la Argentina y nosotros vamos a pelear para esto, es justo y necesario.

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Entrevistas

Leo Santillán: “Lamentablemente, hoy hay consenso para reprimir”

Entrevista exclusiva de Paulo Giacobbe para La Columna Vertebral.

Hace poco más de dos meses, en octubre de 2024, el cabo Alejandro Acosta, condenado a perpetua junto al comisario Alfredo Fanchiotti, pudo dejar su celda luego de un largo juicio que los encontró responsable de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en la estación Avellaneda. En esta entrevistasobrevuela la responsabilidad política de la represión. Con revelaciones impactantes: El comisario Fanchiotti quiso hablar con la familia Santillán para revelar quiénes fueron los responsables políticos. El Juez Lijo lo impidió, prometió citarlo a declarar, y nunca lo hizo.

Aquel 26 de junio de 2002 la sociedad asistió impotente a un fusilamiento a mansalva transmitido en vivo por la televisión. Las imágenes causaron conmoción, bronca, y lágrimas. Convencido de la necesidad de mantener viva la memoria histórica, las luchas de los trabajadores y todos los asesinados, tanto en dictadura como en democracia, La Columna Vertebral conversó con Leandro Santillán, hermano de Darío e integrante del Espacio de Familiares y compañeros de Darío y Maxi, con la intención de reconstruir cómo se fueron dando las cosas y cómo vivió su familia la libertad condicional que se le otorgó a Acosta. También quisimos escuchar la voz de uno de aquellos piqueteros del 2001, fundadores de una nueva forma de hacer política en el territorio, frente a un nuevo escenario de estigmatización y criminalización de los movimientos sociales.

“La verdad que fue un golpazo”, empezó diciendo Leonardo Santillán sobre el momento en el que se enteró de la decisión judicial el 10 de octubre del año pasado. Le había llegado una notificación a su abogada, Paula Alvarado Mamami. “Nos enteramos ahí con mi viejo (Alberto Santillán); justo daba la casualidad que estaba esa mañana en la casa de mi viejo y la verdad que fue un golpazo. Sabíamos igual que se acercaba un poco con el cumplimiento de la fecha, de los 25 años, y que se la iban a dar. Pero no a tres años de que se cumpla o que se efectivice esa condena”.

“En el 2024, unos meses de la liberación de Acosta, Fanchiotti intentó comunicarse con nuestra abogada, diciendo que tenía pruebas de las responsabilidades políticas” en los asesinatos. Si bien los condenados a perpetua pertenecían a la Polícía Bonaerense, hubo otras condenas por el operativo que no sólo asesinó a dos jóvenes sino que hirió a decenas de personas en una cacería brutal luego de una manifestación en el Puente Pueyrredón pidiendo acceso a planes sociales en una de las peores crisis económicas del país. También fueron condenados

Los policías Osvaldo Félix Vega, Carlos Jesús Quevedo y Mario Héctor de la Fuente que recibieron penas de 4 años; Antonio Gastón Sierra, 3 años; Lorenzo Colman, 2 años; y Francisco Celestino Robledo, 10 meses. Carlos Néstor Leiva, que estuvo prófugo 24 meses, recibió una pena de seis años y seis meses. Leiva reprimió sin uniforme, de civil, y cuando recuperó la libertad, reincidió. En 2013, fue condenado a 11 años y medio por integrar “la banda de la autopista”, que se dedicaba al secuestro extorsivo.

Las otras fuerzas represivas que actuaron en Avellaneda fueron Gendarmería, Prefectura y Policía Federal. La represión se prolongó por horas y cuadras, incluso hasta la siguiente estación de tren, y existió una coordinación entre fuerzas federales y provinciales. El resultado fue una incontable cantidad de detenidos, heridos y varios manifestantes en terapia intensiva. Por eso, las familias siempre denunciaron como responsables políticos a: Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Carlos Ruckauf, Juan José Álvarez, Jorge Vanossi, Alfredo Atanasoff, Luis Genoud, Carlos Soria (fallecido), Jorge Matzkin, Oscar Rodríguez y Aníbal Fernández.

Fanchiotti quería hablar de los responsables políticos de la Masacre de Avellaneda pero Lijo nunca lo citó

“Fanchiotti decía que quería hablar, acercar pruebas, ponía una serie de condicionamientos a nuestra abogada para que se acerque”, continúa Leonardo Santillán, “hablaba de responsabilidades políticas, había varios de los que señalamos nosotros”. Quería que Paula Alvarado Mamami, representante de nuestra familia, fuera a Baradero. “Que venga sola, con un pendrive”, advirtió Fanchiotti.

El Juez Federal Ariel Lijo lleva una de las causas por las responsabilidades políticas y se enteró del pedido del comisario. Desalentó a la familia de que cayera en sus condiciones y aseguró “que iba a llamar a Fanchiotti para declarar en Comodoro Py”. Nunca lo hizo.

En el 2005, durante el juicio, Fanchiotti se declaró inocente. Ese día casi lo meten preso a Leonardo. Junto a integrantes de diferentes organizaciones llevaba meses acampando frente a los Tribunales de Lomas de Zamora, siguiendo el juicio desde adentro de una lona. “Recuerdo el acompañamiento constante que hubo desde personalidades, militantes, organismos de Derechos Humanos; una militancia activa velando para que se haga justicia”.

“También me acuerdo cuando tuve que declarar yo, me hicieron cruzar con Fanchiotti y Acosta mientras esperaba para declarar. Primero, me llevaban para declarar como del brazo, yo tenía 23 años, me llevaban agarrado como si fuera el acusado. Y mientras esperaba para declarar, primero lo subieron a Acosta”. Los de traje azul camuflado venían charlando amigablemente en un ascensor con el futuro condenado por asesinato. Leo escuchó el diálogo.
—¿Y, Negro, todo bien?
—Sí, todo amor y paz.

“Cuando sube y lo veo al chabón ahí, empecé a las puteadas”. Al testigo casi lo detienen ahí mismo. “Esta cuestión de esta presión psicológica que intentaron hacer debe ser para quebrarlo a uno. La verdad que fue una situación muy de mierda”. Y cuando declaró Fanchiotti lo mismo, casi preso. “Decidimos señalarlo como lo que era, como asesino. Esa vuelta que después nos rodearon gendarmes y me han intentado llevar a mí, porque bueno, era el que había gritado, pero estaba con otros compañeros”. Esa audiencia se vio demorada.

Leonardo resalta la victimización que sufrió Alberto Santillán durante el juicio. Resulta que Darío y Maxi fueron asesinados frente a las cámaras de televisión. “Mi viejo también estuvo en la audiencia y como algunas veces lo hemos hablado, una y otra vez viendo las imágenes, debe ser algo tortuoso”. Darío y Maxi agonizaron en la estación de tren de Avellaneda, que hoy lleva sus nombres. El tren ya no para en Avellaneda, para en Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. En el hall de esa estación de tren es donde Maxi muere de la mano de Darío, que estaba socorriéndolo. Ellos no se conocían pero tenían casi la misma edad, un poco más de veinte años. La imagen es mural en la estación: la palma de la mano de Darío en alto, pidiendo un cese del fuego, al tiempo que no soltaba a Maxi. Por eso, Darío y Maxi. A esa imagen se le sumó, atrás de Darío, sosteniéndolos a los dos, una madre de Plaza de Mayo, con su pañuelo en la cabeza. Nora Cortiñas está presente en murales y afiches en todas partes de la estación, como Vicente Zito Lema y tantos otros compañeros y compañeras que sostuvieron la lucha junto a los piqueteros.

Hoy como ayer, los medios bajan la idea de que los movimientos de desocupados son planeros, vagos…los estigmatizan y criminalizan

“Lo que también por ahí es una reflexión personal tiene que ver con el tema de lo que siempre fueron Darío y Maxi socialmente”, sostiene Leo. “Es como esto que pasa hoy por hoy con el movimiento piquetero, la estigmatización que viene sufriendo, aparte de la persecución judicial y política. El enojo. Esta cuestión que hay a veces con el enojo social que tiene que ver con la estigmatización y los discursos que bajan los medios. El asesinato de Darío y Maxi siempre fue como un punto y aparte. Desde un primer momento. Ha pasado el tiempo y por ahí como que no está asociado (al movimiento piquetero). Aunque sabemos que está entrelazado. Nosotros sabemos que Darío es parte del movimiento piquetero. Responde a las luchas que se dan en los territorios por las demandas sociales: las cooperativas, los planes, los comedores… todas las cosas que las caracterizaron desde los comienzos, aparte de otras que se fueron sumando. Pero yo creo que no se lo asocia en general. Lo asocia la militancia. Eso por un lado está bueno. Pero está mal que no se entienda lo que son los movimientos sociales, que se piense que son planeros, que son vagos. El discurso que se baja, muchas veces como culpabilizando. Hasta porque se obstaculiza o se corta una calle y no por las políticas de gobierno, que tiene que ver con el ajuste, con la inflación y con leyes que terminan perjudicando al pueblo. Mucho más después de la asunción de Milei”.

“Nosotros siempre hemos tenido un acompañamiento. Desde el primer momento, cuando pasó el 26 de junio, a mí hubo algo que por ahí me sorprendió mucho. Era la gente como se acercaba. Que por ahí no militaba”.

Después del asesinato de Darío y Maxi realizaron muchas acciones antes del juicio exigiendo justicia. “Tuvimos una marcha el 3 de julio. Esa vez había llovido mucho. Éramos 20.000 personas (algunos medios consignaron más manifestantes, entre las adhesiones había alrededor de 100 organizaciones de amplios sectores) marchando bajo la lluvia desde la estación Avellaneda, en aquel entonces todavía se llamaba así, hasta la Plaza de Mayo. Y se acercaba gente a solidarizarse. Militantes, pero también otra gente, señoras, vecinos. Por ahí hasta llorando muchas veces”.

Y abrazando:
—Yo vi lo que le pasó a tu hermano.
—Lo siento mucho.

“Y bueno, eso que pasó, por la brutalidad en que lo asesinan, la forma despiadada, como casi televisado en vivo y en directo, termina interpelando. Ni hablar a los que militaban, pero a quienes no militaban fue como un shock de ver. También entendiendo qué es lo que se construía desde acá y entendiendo la particularidad que tenía Darío como militante. Con sus pocos años, pero con una militancia muy intensa”.

“Tuvimos que estar vigilando de cerca, controlando de cerca”, sintetiza Leo sobre el juicio, al tiempo que describe la actitud de Fanchiotti como muy fría y la de Acosta indiferente. Pero ahora, 22 años después, lo que dice Fanchiotti era lo que las familias de Darío y Maxi vienen sosteniendo desde el primer momento: existió una planificación y una premeditación en la Masacre de Avellaneda. “Lijo se había comprometido a llamarlo, unos días antes del 26 de junio, y después de eso no hizo nada, no se comunicó más con nosotros, no nos dijo nada y nosotros lo estuvimos llamando. Nos habían pedido prueba y fuimos acercando testimonios, diferentes testigos, inclusive fuimos con esto, que lo estaba diciendo el principal responsable material del asesinato de Darío y Maxi”.

El 14 de diciembre de 2024, desde Familiares y Compañeros de Darío y Maxi, organizaron un escrache a la casa de Acosta. Leo Santillán contó la importancia de esa actividad: “Fuimos pegando carteles, avisando con megáfonos, contando quiénes eran Darío y Maxi, qué pasó el 26 de junio y qué fue lo que hizo Acosta. La verdad que hubo una muy buena recepción y los vecinos bastante sorprendidos. Una de las vecinas lo que nos contaba es que decían que Acosta había muerto, que tenía cáncer porque hace unos meses había estado por acá y estaba rapado. Y pudimos conversar con los vecinos y se sorprendían y también se indignaban”. Lograron que la vuelta de Acosta no pase desapercibida en el barrio.

No se puede pensar la masacre del Puente Pueyrredón sin el 19 y 20 de diciembre de 2001, sin esa “efervescencia”. Y entonces, al pensar el contexto, volvemos a “las responsabilidades políticas que respondían a cortar con la protesta social. El gobierno de Duhalde debilitado ante el FMI, pidiendo plata. Desesperado. El FMI negándosela. Porque, bueno, había una lucha que se iba dando en las calles que por ahí la encabezaba principalmente el movimiento piquetero. No se lograba el control social”.

Por eso, cuenta Leonardo Santillán, es que después de los asesinatos se trató de instalar que fue un enfrentamiento entre piqueteros. Una interna. “No lo pudieron mantener. No prosperó el plan ante la aparición de las fotos. (Una secuencia donde se veía como actuó la policía). Y ante el enorme repudio popular. Porque la gente no se bancó lo que pasó. Se demostró lo que pretendían hacer. Y también por lo que denunciaron los movimientos. Y lo que denunciamos nosotros como familia, tanto nosotros, la familia de Darío, como la familia de Maxi”.

Se los acusó de tener nexos con la guerrilla y de formar parte de un plan desestabilizador contra el gobierno de Duhalde. “Cuando lo que nosotros estábamos haciendo era entendiendo la situación en la que estábamos después de la crisis del 2001. Las demandas, que eran en aquel entonces los comedores, la salud… Pero que nada que ver tenía con eso”.

La previa del 26 de junio de 2002 y el año 2024, que Javier Milei define en documentos oficiales como “Año de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad”, tienen un discurso parecido desde algunos medios de comunicación y en el propio discurso presidencial. Con el comunismo en primera plana como enemigo número uno. Con la fogosidad púber de considerar comunistas a todo aquel que no sea La Libertad Avanza.

“Lo que pasó el 26 de junio del 2002 después se fue repitiendo de otra manera, lo que han notado es que antes no había un consenso. Hoy se ha generado un consenso para reprimir, para allanamientos, para persecución, Por lo menos antes no había un consenso. Pero hay una similitud en cuanto a la necesidad de exterminar a las organizaciones piqueteras. Hoy por hoy es diferente el panorama del 2001 porque hay varios sectores que están en la calle. Pero a los que siguen buscando es al movimiento piquetero”.

“Por eso los allanamientos que se han dado en los comedores, en los comedores encima, esta denuncia de que los movimientos piqueteros son los que extorsionan a la gente. Porque lo que ven ellos es que tienen que salir para poder avanzar descaradamente con todas las políticas de saqueo y de ajuste que vienen contra el pueblo”.

Cuando Milei habla de ‘Libertad’ quiere decir ‘libertad de mercado’ pero se hace llamar ‘libertario’. Es un bajón para nosotros no poder salir a luchar contra eso.

—¿Y te jode que Javier Milei diga que es libertario, que ponga la palabra anarco en sus definiciones de sí mismo? —le pregunto a Leo y al toque noto en su gesto el disgusto, la molestia. No hace falta la respuesta.

—”Sí, sí, sí, totalmente, totalmente —contesta Leo-Porque libertarios eran los anarquistas. Los que luchaban por la libertad verdadera. Este lo que habla es de la libertad del mercado y refiere a eso y encima un montón de imbéciles o de pibes que pueden tener título o el acceso a la educación privada, pero que no tienen el entendimiento de la historia, quieren ser los verdaderos libertarios. Me parece que es un bajón para nosotros, que no podamos salir a luchar eso, más allá de lo que se defina cada uno, porque yo por ahí no me defino ni como comunista, socialista, anarquista, abrazo todas las luchas y respeto y me parece muy bueno, pero me indigna que sí, que se apropie de una palabra con la que se representa mucho la historia de nuestro país, de lucha, y que tiene que ver justamente con los compañeros anarquistas”.

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Matías Cerezo: “La construcción del Conti fue una epopeya. No puedo hablar en pasado, para eso falta”

Matías Cerezo, politógo y trabajador del Centro Cultural Haroldo Conti, pasó por La Columna Vertebral para explicar la situación de los sitios de la Memoria. Junto a él recorremos la memoria del escritor que le dió nombre al emblemático organismo y la historia del Centro Cultural fundado por Eduardo Jozami y Eduardo Luis Duhalde en el año 2004 dentro del Espacio de la Memoria de la ex ESMA. En medio de la polémica por su supresión o cambio de nombre decidida por el Ministerio de Justicia de la Nación en la era Milei. “Una medida negacionista y apologética”, define Cerezo. No sólo pretenden acabar con nuestra memoria histórica sino que hacen una apología de la dictadura, menospreciando la labor de la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y todos los organismos de Derechos Humanos. Un diálogo abierto sobre esa ‘epopeya’ que significó la construcción del mayor Centro Cultural de la memoria del país, en donde se logró armar una utopía sobre un edificio destruído que se transformó en un faro de cultura, por el que pasaron decenas de músicos, actores, muestras de arte y una librería. Una experiencia inédita en el mundo que puso sobre el tapete la discusión sobre cómo sembrar vida en un espacio de muerte. ¿Era lícito llenar de arte y colores un espacio destinado al horror durante la dictadura militar? Sí, lo fue. Y la experiencia marcó un camino. Escuchá la charla entre Matías Cerezo y Nora Anchart, dos protagonistas que participaron de esa construcción. Hoy el edificio permanece cerrado y cercado por fuerzas de seguridad. La mayoría de sus trabajadores fueron despedidos. “Me cuesta hablar en pasado del Conti. Yo creo que para eso falta”, sostiene Matías e invita a participar en la defensa de los distintos centros de memoria que están peleando por su permanencia, como el ex Centro Clandestino de Virrey Cevallos que está siendo desguazado.

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La otra Rosario: Comunidad, apoyo y memoria. Entrevista a Lucas Vilca

“En los momentos de crisis es cuando también aparece la memoria”, nos dice Lucas Vilca, quien nunca olvidará ese 19 de diciembre de 2001 cuando asesinaron a un amigo, compañero, referente: Pocho Lepratti, seminarista, trabajador estatal, socialista, asesinado por la policía cuando trabajaba en un comedor comunitario. “Bajen las armas, no ven que hay pibes comiendo”, gritó y una bala le cerró la garganta. Una memoria que quedó grabada a fuego en aquellos ‘pibes del Pocho’, del barrio de Ludueña. En el 2019, Lucas, junto a otros compañeros, que habían aprendido su oficio en una escuela de formación, comenzaron a trabajar en un emprendimiento de herrería. Cada vez más vecinos se acercan a una experiencia que excede lo laboral para convertirse en una iniciativa comunitaria. Para conocer la otra Rosario, la de la resistencia, la esperanza y la comunidad, la que no te muestran, charlamos con Lucas Vilca. Para escuchar y aprender.


LCV: Contanos un poco de qué se trata este trabajo que vos hacés. ¿Es un emprendimiento? ¿Es con el Estado? ¿Cómo es?

—Este es un centro de formación profesional de los salesianos, de una congregación católica. Es la misma escuela donde enseñaba Pocho Lepratti, que fundó el padre Edgardo Montaldo acá en Rosario. Un cura que hizo opción por los pobres y que refundó el barrio, digamos, para todos estos otros vecinos que por ahí no teníamos espacio en la ciudad. En el ‘68 llegó el padre Edgardo y se fue desarrollando el barrio al costado del ferrocarril. Eran terrenos fiscales. Ahí está la escuela, y hace 30 años fundaron un centro de formación profesional donde hay cursos de herrería, soldadura, carpintería, artesanías y electricidad. También hay una escuela de alfabetización para adultos.

Yo soy el profesor de herrería y soldadura. Como en varias etapas del país, hay algo de la sabiduría popular que hace que cuando la cosa se complica, se opte por la escuela, por un taller, por un oficio, por formarse en algo. Cuando la cosa está un poquito mejor, uno se relaja y puede también disfrutar con su familia. Es difícil venir a la escuela. Nosotros somos un horario nocturno. Acá se ingresa a las 18:40 hasta las 21:30 casi 22. Es difícil dejar a la familia, trabajar todo el día si tenés trabajo y después venir acá. Pero hay algo de eso, de la red de contención que hay en el barrio, de tantos años de organización comunitaria, que hace que en los momentos más complicados se elijan estos espacios.

Festejo de la última camada de recibidos en los talleres de herrería de Ludueña.

LCV: Uno tiende a pensar que en los momentos estos así terribles, la gente se deprime y baja los brazos. Y vos me decís que en los momentos en que estamos pasando, que son tan malos, tan terribles, queremos generar herramientas para salir. Y no solamente en lo laboral, sino el hecho de estar juntos, generar redes. ¿No? Redes de personas, de entendimiento humano.

—Sí. De hecho, creo que este año el curso de soldadura que acaban de certificar los estudiantes que tuvimos este año, que fueron los últimos cuatro meses del año, creo que lo que hizo que se transite de una manera amorosa y que sea más fácil para todos fue la grupalidad. Esto de estamos en la misma situación, estamos casi todos sin trabajo. El que tiene trabajo no quiere trabajar más de esto porque no le alcanza para comer. Había distintas generaciones. El más chico tenía 18 y la más grande, Aurora, tenía 70. Había gente que había trabajado toda su vida; había otros que no tenían trabajo. Hay algunos pibes que vienen de generaciones donde sus padres tampoco trabajaron. Entonces se complica la cosa. ¿Qué es lo que pasó? El grupo alojó todo eso, hizo que el mensaje, en este caso de soldadura y herrería, llegue más fácil porque había un grupo que lo estaba esperando. Entre ellos se mandaban mensajes. Para mí también fue mucho más fácil.

LCV: Se alentaban unos con otros.

—Está buenísimo que pase eso. Esto de la sabiduría popular es que también hay una memoria. Nosotros ya vivimos otras crisis: vivimos una pandemia hace poquito, el 2008, el 2001. El 2001 fue un poco más dolorosa porque asesinaron a un compañero nuestro, un referente. Entonces, esa memoria aparece, y lo que creo yo es que aparece en los momentos más difíciles, que es cuando hay que vivir la vida en común. Esa es la comunidad. La comunidad está para eso, la referencia de la comunidad sale en esos momentos.

LCV: En las buenas somos todos amigos, viste.

—Está bueno también, en las buenas, relajarse un toque. Porque si no parece una vida de sacrificio solamente, que solamente tenemos que comer en las ollas populares o tener trabajos precarios. Está bueno tener un buen trabajo, está bueno formarnos.

Felicitaciones a Guille @emanuel.virgilio.75 y Kevin @__keviinn_____ que pudieron acceder a su primera máquina de soldar.

LCV: ¿Me acabas de decir que tenés una alumna de 70 años?

—Aurora. Tremenda. Una doña que trabajó toda su vida como costurera, trabajó en una empresa haciendo radios y tenía ganas, a los 70 años, de aprender soldadura y vino. Tiene un ánimo bárbaro. Levantó también a todos los demás estudiantes. Y aparte, es un personaje, viste. También con Aurora la concentración era mucho más fácil, porque también eso, ¿viste? A veces, entre otras generaciones, los pibes hacen bromas, que esto, que lo otro. Y acá, en este sentido, Aurora garantizaba una concentración que está buena. A mí me sirvió un montón.

LCV: ¿La salida laboral es formar cooperativas, formar equipos, integrarse a dónde? ¿Como ven la aplicación efectiva de lo aprendido?

—Nosotros tenemos innegociables en la escuela. No es que, cueste lo que cueste, queremos formar pibes para que después laburen en la bacha. No. Queremos formar pibes para que se puedan desarrollar en esto. Si se puede hacer en cooperativa, muchísimo mejor. Si se puede hacer de manera autónoma, muchísimo mejor. El tema es en qué condiciones estamos hoy en el país, está recontra difícil todo. Entonces, por lo menos decís: “Bueno, yo certifico, tengo un título que me certifica que soy soldador, carpintero, electricista, artesano, lo que sea”. Eso te da una herramienta más para poder salir adelante. Lo que sí también está, porque a veces esto de la vida en común, a veces se juntan, nos juntamos y tenemos experiencia de cooperativa, tenemos experiencia de trabajo colectivo. La verdad que para eso también está re difícil, no hay un mango, no hay herramientas, se empieza muy de cero también, viste. Estamos muy para atrás. Por eso bueno, si salimos al mercado laboral, salimos por lo menos con un certificado que certifica que nosotros somos soldadores y ahí tenemos herramientas para defendernos, defender lo que sabemos y en el conocimiento. Si nos vamos a formar vamos a maximizar el aprendizaje porque hay otros que están mejor parados que nosotros en el mercado laboral, que ya tienen experiencia ¿Cómo hace uno de 18 años sin experiencia sin formación? Entonces bueno, parémonos acá, parémonos en la certificación: yo soy soldador y lo que no se negocia ahí es la actitud. Si yo soy soldador y soy el mejor soldador y voy, tengo que convencer al taller, a la empresa que requiere un soldador que yo soy el indicado. Para todo eso tienen que estar bien. Eso lo que también laburamos mucho con la escuela, esa parte actitudinal. Eso no se negocia y vamos, nos paramos ahí y vemos cómo nos defendemos. El mercado de la construcción donde nosotros nos metemos es re hostil. Nos peleamos entre los propios compañeros, el jefe del taller, el jefe de la empresa siempre va a hacerte competir de manera desleal con el otro, que el otro a veces puede ser tu hermano, tu primo, tu vecino.

LCV: ¿En qué sentido competir?

—A veces te bajan el precio de la hora que te pagan porque te dicen hay personas que laburan por tanto menos, y vos que recién ingresas no vas a poder cobrar más que eso. Empiezan a entrar esa competencia que pueden terminar laburando por dos mangos cuando tenés una certificación, cuando aparte necesitás laburo en un momento del país que está re difícil. Eso me parece recontra desleal y después una vez que ingresás al laburo hay mucha competencia interna adentro.

LCV: ¿A ustedes cómo les pagan? ¿Te pagan con monotributo? ¿Es relación de dependencia?

—Los pibes salen al mercado laboral y depende de lo que se arme, depende del momento que esté. Podés trabajar en relación de dependencia, podés trabajar de manera autónoma facturando o no facturando, con tributo o no. Poder laburar para el Estado, cooperativa, depende. Pero lo que se está dando más en este momento, porque yo sé que han caído mucho las changas, por ejemplo hay arquitectos que están haciendo laburo de herrería. Imaginate cómo bajó todo. Entonces el que está arrancando soldador o el que está soldando haciendo changuita tiene mucha competencia, y que también ahí desleal porque si un arquitecto que está, que labura de soldador, de herrero, ahí ya te quita esa oportunidad. Ahí donde está complicado. No hay laburo ni en changa, no hay laburo en el Estado, ni en las empresas. Depende del rubro, hay laburo y hay otras que no. Acá en Rosario el el rubro de la construcción se laburó un montón los últimos 15 años y ahora está parado todo. También tenemos mucha mano de obra de albañil que saben también hacer soldadura o herrería, entonces ni te llaman, pero está todo bastante parado, está complejo.

LCV: El país está complejo, pero queríamos nosotros traer otra Rosario. No solamente la Rosario de los narcos, la Rosario de los monos, la Rosario de la droga y demás. Porque además, supongo que esta escuela taller que ustedes tienen también debe hacer bastante por sacar a los pibes de ese tipo de comercio.

—Sí, acá mismo la escuela pegado a la escuela se mueve todo eso, pero hay como un respeto todavía. Hasta dónde sí, hasta dónde no. Nosotros laburamos con la misma población entonces hay que ser respetuosos en ese sentido, decir nosotros estamos acá, este grupo está en esto. Nos cruzamos y a veces se dialoga y a veces no. A veces hay momentos en que la cosa se pone violenta de verdad, pero muchas de las cosas que los medios nacionales dijeron no pasaban tampoco así como dicen que pasa. Pero sí, laburamos con la población. Pero también es eso, no tenés nada, no tenés laburo, la escuela se te cierra, se te cierran los espacios comunitarios que fue lo que pasó en pandemia. En pandemia se desarrolló algo más heavy acá en el barrio pero estaban todos los espacios comunitarios cerrados, en algún lado tenía que estar esa gente, no había contención.

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