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Un laboratorio recuperado recibirá subsidios para producir más test rápidos de Covid
En octubre de 2018, los trabajadores del laboratorio Roux Ocefa tomaron pacíficamente las instalaciones en defensa de sus puestos de trabajo. En mayo de 2019, la Justicia Comercial de la Ciudad de Buenos Aires les otorgaba una autorización provisoria para continuar con la producción de las dos plantas ubicadas en Villa Luro y Mataderos. Así nació Farmacoop, primer laboratorio farmacéutico del mundo recuperado por sus trabajadores. En ese momento, el presidente de la cooperativa, Bruno de Mauro, declaraba a la revista lavaca: “Es una felicidad y una responsabilidad porque también queremos sentar un precedente, sobre todo a los trabajadores de otros laboratorios: esto quiere decir que se puede recuperar el trabajo”. Desde entonces han demostrado que la calidad y eficacia de una empresa especializada en medicamentos era igual o mayor sin patrones.
En tiempos de pandemia, Farmacoop se convirtió en el primer laboratorio en producir un test nacional para detectar el Covid19 y anticuerpos en 5 minutos.
De acuerdo a lo que informa la Agencia de Noticias Solidarias, AnSol, el viernes pasado, durante una visita de Alexander Roig, presidente del Inaes, en su planta de Villa Lugano, el estado les otorgará un subsidio de 10 millones de pesos que permitirá la realización de obras y adquisición de maquinarias para aumentar la producción del primer test rápido de detección de COVID fabricado en Argentina.
De esta forma, podrán adquirir maquinarias que permitirán el aumento de la producción de 20.000 test mensuales a 400.000, y generar nuevos puestos de trabajo.
El presidente de Farmacoop, Bruno Di Mauro, dialogó con AnSol y resaltó la importancia de incorporar nueva tecnología: “Te permite no solo hacer el test de detección temprana de COVID sino que tambien hacer test rápidos de detención que se pueden aplicar a dengue o HIV. Básicamente generar test de detección rápida es un filtro para el ingreso al sistema de salud, en 5 minutos podes descartar si un paciente tiene o no tiene una enfermedad”.
Desde el INAES, Alexander Roig destacó el labor del laboratorio recuperado: “Farmacoop condensa un proceso histórico de lucha, resistencia y producción”. Además, enfatizó en el rol de los organismos estatales: “El estado acompaña, trabaja por la producción. Acompañar los procesos de autogestión es confiar en la capacidad de los trabajadores”.
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Panorama XXL/La borrachera del poder
Un fin de semana largo repleto de noticias gremiales y políticas. Mientras los jóvenes libertarios jugaban a ser nazis, armados con celulares, algo así como declararse ‘terroristas digitales’ -¿para qué usar armas si te podemos herir o matar por las redes? -; el mundo asistía casi indiferente a un aumento de la tensión entre Rusia y Occidente, con una amenaza que sí implicaba armas, y armas nucleares, nada menos; el gobierno argentino no perdía su entusiasmo y con exitismo avisaba que ya ‘hemos tocado fondo’ y ahora se viene la fiesta -o el ‘pedo de buzo’, que no es lo mismo y tampoco es igual pero así lo ve nuestro poeta presidente cuyas figuras retóricas son cada día más escatológicas-.
Dicen que ‘Argentina será el faro de mundo‘ y brindan por el descenso del riesgo país, la baja de la inflación, un dólar quieto que permitirá ir saliendo del dólar turista y aumentar el límite impuesto para compras al exterior a través de Amazon y plataformas similares a 3.000 dólares. Dicen que esto es muy bueno para el país. Dicen que esto mejorará la compra de insumos de las Pymes -Pymes que podrían quebrar si los argentinos deciden aprovechar el famoso ‘dame dos’ de la dictadura sin necesidad de moverse de casa-. En la televisión nos cuentan las delicias de esta medida por la que podremos comprar on line en el exterior nuestras zapatillas un 30% más barato. ¿Cuántos talleres textiles sobrevivirán a la competencia del mundo a tus pies?
En pleno fin de semana largo Adorni tuvo otro regalo para los trabajadores: ‘Hemos cerrado definitivamente la planta ex Ciccone, uno de los grandes emblemas de la corrupción kirchnerista. El Estado Nacional ya no fabricará más billetes: los argentinos se van a ahorrar 5.040 millones de pesos anuales”, tuiteó. ¿El emblema de corrupción de Ciccone calcográfica no había sido de Menem? ¿No la estatizaron por ese motivo el 22 de agosto de 2012?
Y, hablando del 22 de agosto, día en el que Evita pronunció su conmovedor discurso de renunciamiento desde el Ministerio de Desarrollo Social en 1951, también dicen que como todo va viento en popa, y podemos tirar ‘manteca al techo’, quizás inviertan varios millones en derrumbar ese mamotreto de la 9 de Julio tan caro al peronismo. Así actúa el gobierno de la provocación permanente que tiene a medio país entre las cuerdas.
Todo esto ocurría después de una semana rara en la que cada parte se sentía victoriosa. Los tres gremios de aeronáuticos, luego de un paro nacional y varias jornadas de de movilización y asambleas, lograban que el gobierno se sentara a negociar con quienes había tildado de ‘delincuentes y terroristas’, para llegar a un acuerdo paritario. Por su lado, el gobierno difundía otra versión: habían doblegado a los sindicatos quitándole sus ‘privilegios’ y otorgándole la mitad de lo que pedían de aumento.
El contundente paro nacional del transporte del 30 de octubre tuvo como consecuencia la renuncia del Secretario Gral de la CATT, Sergio Sassia, enrolado entre los llamados ‘dialoguistas’ (antes catalogados como ‘colaboracionistas’). En estos días, asumió ese cargo Juan Carlos Schmid, quien recuperaba la conducción de una poderosa Confederación de sindicatos que aglutina a camioneros, ferroviarios, colectiveros, portuarios, aeronáuticos. Una de sus primeras medidas fue anunciar que convocaría a una reunión del Consejo Directivo para debatir los pasos a seguir.
Caramba, ahora resulta que este señor Schmid pretende marcarle la cancha a quienes se creen los VIP de la CGT, un puñado de gremios cuyas figuras más importantes pertenecen a Sanidad, Estaciones de Servicio, estatales de UPCN, albañiles de la UOCRA y Empleados de Comercio. Los comentaristas gremiales, hacedores de una fantasmagórica ‘opinión pública’, entendieron la convocatoria como una ‘provocación’ de los sectores ‘combativos’ decididos a romper con la CGT. Resulta que pedir que la CGT funcione y se reúna es algo tan revolucionario como provocador. La tensión está expuesta. Mario Manrique, de Smata, renuncio a su cargo de Secretario Gremial de la CGT amparándose en el “cúmulo de tareas y responsabilidades” que actualmente tiene como diputado nacional de Unión por la Patria y secretario adjunto del SMATA, “lo cual hace imposible que continúe en el cargo con la responsabilidad y dedicación que este merece”, según afirmó en una carta. Sin embargo, el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) no se irá de la CGT, y el lugar que deja Manrique será ocupado por Laura Lorenzo, de su mismo gremio quien lo secundaba en la Secretaría Gremial de la central obrera.
Esta semana se reunió la autodenominada ‘mesa chica’ de la CGT en la sede de UPCN de la que participó el flamante titular de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), quien volvió a reclamar una reunión urgente del Consejo Directivo para discutir de manera ampliada la eventual continuidad del plan de lucha. La mesa chica empezaba a resultar demasiado chica. Como buenos compañeros, los dirigentes que tienen el privilegio de conformar una mesa cada vez más chica y menos representativa, escucharon con atención la propuesta del portuario, no la aceptaron pero tampoco la rechazaron, simplemente dejaron en claro que no estaba en su agenda un paro nacional.
Así las cosas, Pablo Moyano -que se pegó un faltazo a la reunión de sus pares cegetistas-salió a la palestra a dar entrevistas en las que advertía que se venía un paro nacional para diciembre, y faltaba ponerle fecha -‘poné la fecha’ le cantaron alguna vez a Daer en tiempos del macrismo-. Desde las dos CTA siguen trabajando por una marcha federal sin fecha clara pero con diciembre como mes elegido. Y durante el Plenario Federal de Delegados de ATE nacional del que participaron más de mil dirigentes de todo el país se resolvió un plan de lucha con protestas en todas las provincias, movilizaciones sobre las rutas, asambleas y radios abiertas, señalando que el ajuste planteado en el Presupuesto 2025 golpea duramente a todas las regiones del país. ““En este momento la persecución y el maltrato son sistemáticos en todas las áreas del Estado. Crecen los niveles de autoritarismo y violencia, pero tienen que saber que no les tenemos miedo”, advirtió Rodolfo Aguiar, Sec. Gral de la Asociación de Trabajadores del Estado.
El malestar en los diversos sectores crece a pesar del discurso oficial. Luego de una reunión a la que asistieron representantes de Camioneros, UOM, UTEP, la Corriente Federal y las dos CTAs, trascendió que la fecha elegida para una jornada de lucha común, con paro y movilización sería el 5 de diciembre. Aún sin el apoyo de la CGT, volverán a actuar juntos sindicatos y movimientos sociales, como lo vienen haciendo de manera independiente a lo que decida la central obrera. Finalmente, la semana terminó con la renuncia formal de Pablo Moyano a la co-conducción de la CGT por desacuerdo con la postura tomada por la ‘llamada Mesa Chica’.
Por su parte, la Federación Gráfica Bonaerense repudió el cierre de la planta impresora de Casa de Moneda de Don Torcuato que dejó en la calle a 270 personas. Según el ministro de economía, no hubo despidos, solor decidieron “dispensarlos” de trabajar hasta nuevo aviso. Para los gráficos fue “una operación subrepticia, realizada a la sombra especulativa de un fin de semana largo, el gobierno de Javier Milei anunció el vaciamiento y cierre de la planta impresora de Casa de Moneda de Don Torcuato, y lo hizo al mejor estilo de las dictaduras militares, utilizando las Fuerzas Armadas en previsión de que un ‘ejército’ de trabajadoras y trabajadores estuviera allí para defender su fuente de trabajo”.
Pocas horas después, el Ministerio de Justicia anunció el despido de los trabajadores de ATE que llevaron adelante una medida de fuerza en el Registro de la Propiedad Automotor para denunciar despidos encubiertos. La Asociación de Trabajadores del Estado denuncia que son presionados para aceptar un retiro voluntario y Rodolfo Aguiar advierte que pedirá juicio político contra Mariano Cúneo Libarona por violar un principio constitucional que ampara el derecho de huelga.
El jueves 21 de noviembre, Día de la Enfermería, los trabajadores de la salud pública marcharán una vez más desde el Congreso hasta la Legislatura porteña para exigir salarios dignos, mejores condiciones laborales y el reconocimiento profesional de las y los enfemeros. Unas 40 organizaciones sindicales y colectivos del ámbito de la salud llevarán a cabo una Jornada Nacional de Lucha bajo el lema: “La salud pública no se vende, se defiende”.
Dos países en pugna. El de la fiesta y el de las vícimas del baile. Esquivos, desconfiados, hartos, confundidos, el equipo de la víctimas no sabe en dónde ubicarse ¿Muchos preferirán participar de la fiesta aunque después sufran su resaca?
Lo cierto es que la indisimulable alegría de los Adornis, Sturzeneggers y Esperts se convierte en un discurso triunfal que descoloca a cualquiera. Milei es el astro que baila desenfrenado con los poderosos del mundo, esta semana se abrazó con Trump, Macrón, Lula, Giorgia Meloni y el mismísimo diablo chino comunista, Xi Jinping, con quien está dispuesto a convertirse en socio comercial. La borrachera de poder no tiene límites.
A pocos conmovió la muerte de un trabajador del subte que sufría cáncer por su exposición al asbesto. En el diario no hablaron de él. Al fin de cuentas ¿quién sabe qué cosa produce cáncer? Hasta el momento, lo único seguro es que ‘fumar provoca cáncer”, del resto mejor ni hablar. Los metrodelegados denunciaron que hay 2700 trabajadores expuestos al asbesto y este miércoles realizarán un paro de dos horas para denunciar la muerte de uno de sus compañeros. En la televisión nuevamente nos hablarán de caos en el transporte.
LCV- 20 de noviembre de 2024
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La Era del Odio Desideologizado, por Andrea Zhok *
En la degeneración contemporánea del escenario político, una de las cosas más llamativas es el desencadenamiento de actitudes de ferocidad, desprecio, deshumanización, psiquiatrización, demonización del adversario. Lo podemos comprobar en estos días posteriores a la victoria de Trump, con una proliferación de crisis nerviosas que emergen en Internet y en las publicaciones ante la “victoria del Mal”, pero lo vemos continuamente en mil contextos. Vimos esto en los días de Covid, donde intentábamos justificar las manifestaciones de maldad, crueldad y deseos de muerte con la dinámica psicológica del miedo. Lo vemos en la forma en que se desarrollan (o más bien NO se desarrollan) los discursos sobre cuestiones de “corrección política”, donde cualquier discusión abierta es imposible y donde las sensibilidades histéricas dispuestas a arremeter y destrozar el “Mal” son omnipresentes. Lo vemos en la demonización de la alteridad política a nivel internacional.
Lo sorprendente es cómo esta tendencia hacia el conflicto irreconciliable, hacia la repulsión sin descuentos ni mediaciones, se produce precisamente en la época por excelencia del “fin de las ideologías”, el “fin de los grandes relatos”, de la “secularización”.
Como nos han contado muchos acontecimientos históricos, estamos acostumbrados a asociar el choque sin límites con la fricción entre identidades fuertes, identidades colectivas irreductibles y visiones del mundo radicalmente alternativas.
En cambio, a menudo se nos ha vendido la modernidad (o la posmodernidad) como el lugar donde hemos sacrificado raíces fuertes y visiones ambiciosas y palingenésicas, pero al menos lo hemos hecho en nombre de la paz, la hermandad y la coexistencia pacífica en una “aldea global” exenta de contrastes radicales. Excepto que las cosas parecen bastante diferentes de lo que nos han dicho.
Después de la Segunda Guerra Mundial fuimos testigos de la capacidad de reconocimiento mutuo, e incluso de colaboración pragmática, de individuos que se habían disparado unos años antes, de aquellos que pertenecían a visiones del mundo verdadera y claramente divergentes. Los democristianos y los comunistas eran portadores de ideologías sólidas y profundamente diferentes y, sin embargo, lograron producir ese documento admirable y equilibrado que es la Constitución. Incluso los antiguos fascistas fueron reintegrados, con la única condición de que no pretendieran volver a proponer la propuesta política que había llevado al país al desastre de la guerra (prohibición de reconstitución del PNF).
Hoy, cuando en todo Occidente la “política de la alternancia” es la alternancia entre variantes de una misma ideología liberal, con un 90% de superposición de políticas, precisamente hoy el odio irreconciliable entre los partidos, el desprecio mutuo parecen ser las características dominantes.
¿Cómo es posible todo esto?
Bueno, creo que para entender este estado de cosas primero debemos entender algo fundamental sobre la forma de los contrastes humanos. Un contraste de naturaleza ideal, cualesquiera que sean los ideales que se comparen, es un contraste que todavía se mueve en una esfera humanamente compartible, al menos por derecho: precisamente la esfera de las ideas. Una idea diferente de otra, una razón irreconciliable con otra razón no dejan de ser ideas y razones, y como tales son potencialmente compartibles: es posible cambiar de opinión, es posible comprender las razones de los demás. Esto significa, trivialmente, que dos visiones del mundo articuladas en ideas y razones, por diferentes que sean, son sin embargo parte de un juego humano común.
En cambio, el proceso de deshumanización ocurre en diferentes formas, esencialmente prepolíticas, típicamente arraigadas en variables naturales. El caso típico ideal es, por supuesto, el racismo, donde todo lo que hace o dice el “racialmente diferente e inferior” se vuelve irrelevante, porque nada puede cambiar su “inferioridad natural”. Pero esta esfera natural y prepolítica se ha convertido, de hecho, en la esfera dominante en el discurso público contemporáneo. Así, no importa si Trump y Harris tenían contenidos decentes o indecentes, serios o ridículos, diferentes o iguales; la pregunta seriamente discutida es: “¿Cómo es posible que las mujeres, o los inmigrantes, o los “de color”, etc., no votaran por <>?” La diferencia política en primer plano pertenece ahora a una esfera prepolítica, naturalista, impermeable a la razón.
Haber transformado la política en una competencia entre grupos de interés, lobbies y haber vaciado la esfera ideológica converge en transformar el discurso público en una especie de “racismo universal”. Ya que las diferencias sean de “raza”, “género”, “orientación sexual”, “etnia”, o que se traduzcan en juicios de carácter psiquiátrico, epidérmico o antropológico, en cualquier caso nos encontramos en un terreno donde las razones ya no van a tener ciudadanía: sólo queda la repulsión (o atracción) instintiva.
La destrucción de la esfera política, alimentada y fomentada durante décadas por el “piloto automático de la economía”, ha llegado a su fin, produciendo una nueva forma de tribalismo naturalista, de “racismo polimórfico universal”, que ya no conoce ninguna alternativa a la exclusión del otro, posiblemente hasta su aniquilación. Lejos de ser el viático de formas de coexistencia pacífica, la destrucción de identidades e ideologías políticas trae consigo la semilla de un conflicto ilimitado.
Se han creado las condiciones para un futuro de guerras civiles en el país y actitudes genocidas en el extranjero.
Traducción: Carlos X. Blanco
Publicación original: Revista Adaraga 15/11/24
Tomado por LCV de infoposta.com.ar el 17 de noviembre de 2024.
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Haroldo Conti y la memoria sin fin, por Oscar Taffetani
En 1987, con la vuelta de la democracia y en un país donde todavía era peligroso recuperar la memoria sobre militantes desaparecidos -fueran ellos escritores, artistas, periodistas o simplemente víctimas de la diáspora y del exilio- participé de un proyecto fílmico inconcluso titulado “La balada de Haroldo”, que se proponía rescatar bajo la forma de una road-movie el itinerario de vida y escritura del imprescindible Haroldo Conti. Filmaríamos (y de hecho, filmamos) en Warnes, en Chacabuco, en el Delta, en Cabo Polonio y Barra de Valizas, entre otras locaciones. Entrevistamos a familiares y amigos del escritor. Consultamos documentos fílmicos, sonoros y gráficos existentes, entre ellos, como pieza medular, el proyecto (inconcluso) del estudiante de cine y fotógrafo Roberto Cuervo titulado “Retrato humano de Haroldo Conti”. No voy a explicar aquí las innumerables dificultades que tuvimos en aquel momento, con Carlos Vallina y otros compañeros de aventura, para conseguir financiamiento de aquel proyecto, que quedó definitivamente inconcluso a mediados de los ‘90. Sin embargo, en el camino, fuimos usando parte del material disponible para pequeños rescates, suerte de golpes de memoria que volvieran a poner sobre el tapete los asuntos de Haroldo, los asuntos de sus compañeros de vida y militancia y los asuntos de su escritura. Un fotograma del film mudo de Roberto Cuervo –por ejemplo- fue utilizado en 1988 para probar que un mascarón de proa tallado por el capitán Alfonso Dominguez en Uruguay, fue arrebatado de la casa de Haroldo cuando lo secuestraron, para ser luego vendido a una tienda de “antigüedades”. Lo que las dos publicaciones en Página/12 que siguen muestran, es la táctica que utilizamos para recuperar sin violencia ese mascarón y devolverlo a sus legítimos dueños. Nada más. Y nada menos. Marta Scavac –que ya no está- y Ernesto Conti –quien por entonces era un niño- testimoniaron su agradecimiento, dedicándome un libro de navegación que tenía Haroldo tras su naufragio en La Paloma, y que aquí también se reproduce. Buena lectura.
Memoria del mascarón de proa
(Página/12, 6/5/1988)
A doce años de su desaparición, Haroldo Conti y su obra forman parte de la “cultura de la desmemoria”.
(Por Oscar Taffetani) No hace mucho una periodista habló de la virtual imposibilidad de acceder a la vasta obra literaria y testimonial de Sarmiento: el “ilustre sanjuanino” ha sido condenado, por falta de difusión y de reediciones, a ser sólo el autor de Facundo y Recuerdos de provincia. En esa nefasta cultura de la desmemoria se inscrihe también el caso —más reciente, más modesto, pero igualmente representativo— de Haroldo Conti, escritor secuestrado de su casa y desaparecido el 4 de mayo de 1976.
Un breve inventario del olvido instalado sobre la vida y obra de Haroldo Conti debería incluir hechos como la escasa reedición argentina de su obra: La balada del álamo carolina y Mascaró, el cazador americano, sus últimos libros, no han vuelto a editarse entre nosotros desde 1975; la novela Sudeste y el relato maestro Todos los veranos duermen en los catálogos desde hace casi dos décadas, lo mismo que valiosos estudios como El mundo de Haroldo Conti (Rodolfo Benasso, 1969).
Ese inventario debería incluir también —en un plano extraliterario— la prescripción o falta de prosecución de las causas abiertas en la Justicia, que afectan tanto a Haroldo Conti como a sus familiares directos (y es uno entre cientos y miles de casos semejantes).
Por último, y con infinita tristeza, el inventario debería incluir hechos como que el mascarón de proa tallado por Alfonso Domínguez en el Cabo Santa María, ese mascarón que Haroldo Conti tuvo colgado en una pared de su casa hasta que Fritz Roy —y en la época del imaginario vapor “Mañana”— hoy cuelga de la pared de una casa de antigüedades de Buenos Aires, con una etiqueta que dice: “Mascarón italiano, siglo XIX”.
El mascarón, impiadosamente “reciclado” por la ciudad (esa ciudad hostil que Conti conoció y describió en sus relatos), completa el cuadro de desaparición forzada de un ciudadano, el cuadro de toda una época del escritor argentino contemporáneo: un cuadro semejante al de Antonio Di Benedetto, fallecido hace un par de años; o al de Daniel Moyano, emigrado en 1976 (ese entre muchos, muchos casos).
Pero hay otra cara de esta moneda —no muy lustrosa hoy, tal vez reluciente mañana—: una cara que podría denominarse, por contraposición, “la verde memoria del pueblo”, en palabras de Conti. Ese país merece también, en esta fecha, un breve inventario.
Se inscribe allí el homenaje que el próximo domingo, 7 de mayo, rendirá a su más destacado escritor la gente de Chacabuco. Será representado en el teatro “La balada del álamo carolina”, hablarán algunos familiares y amigos, un grupo cumplirá con el rito de visitar el añoso álamo, el campo de Warnes.
Y no puede dejar de inscribirse el proyecto fílmico, La balada de Haroldo, largometraje sobre la vida y la obra del narrador de Chacabuco. Ese largometraje incluirá fragmentos de un inconcluso e inédito documental filmado por Roberto Cuervo en 1975. El director del proyecto, Carlos Vallina, ha manifestado su intención de filmar “la vuelta a Itaca de aquel Haroldo-Ulises que un día partió hacia Buenos Aires, las islas y el océano, pero que no dejó de regresar, obstinadamente, en sus textos”.
Su familia, entonces, que no olvida; el pueblo de Chacabuco, que no lo olvida y esa parte de la Argentina que no olvida a quienes, como Harodo Conti, la amaron profundamente, son la Penélope y el Telémaco de esta historia: la tierra a la que siempre se vuelve, el país del álamo carolina.
Aunque el mascarón del “Mañana” no pueda vialar el próximo domingo a Chacabuco, por un circunstancial extravío en Buenos Aires, alguien recordará la promesa escrita por su dueño en la última página de un libro: “…ese ángel que está naciendo (el mascarón) colgará para siempre de una pared de mis casas; dondequiera que yo vaya iré con él, abriendo camino”. El país del álamo carolina es un país donde las promesas tarde o temprano se cumplen.
Rescate del mascarón de proa
(Página/12, 28/5/1988)
Después de doce años, un “Angel” que pertenecía al escritor Haroldo Conti volvió a ocupar su lugar de origen.
(Por Marta Scavac) Cuando terminaba abril, Oscar Taffetani me comentó sobre la posibilidad de ubicar el mascarón. Según los datos de que disponía, el Ángel podría estar colgado en una casa de antigüedades de la Capital. Oscar me pidió calma y confianza hasta tener la información precisa.
He aprendido que muchas veces la paciencia ayuda a obtener mejores resultados. Me prometí recuperarlo. Ignoraba el modo, y una sucesión de incógnitas me atravesaba. Dueño, lugar, reacciones, consecuencias, logro, fracaso, todo se conjugó en un torbellino que por poco me deja sin vesícula (cada uno tiene su tripa de Aquiles).
Es 4 de mayo y Oscar me llama temprano para decirme que ese es nuestro día-rescate. Ana, una pintora amiga ha localizado al Angel. Fabián, otro amigo, lo ha fotografiado. Con la escribana Gloria Barrandeguy, a quien pedimos para cubrir la forma legal, marchamos hasta el lugar.
(Por razones que luego se verán, me valdré de un par de nombres figurados y de una referencia imprecisa para continuar con la historia.)
“Lleva más de 11 años colgado aquí… no es posible… esto es para un cuento de Bioy Casares… entonces, los que hicieron la venta eran los… no puede ser.”
“Sí puede ser. Es, señora. ‘Botín de guerra’… ¿Qué le sorprende tanto? ¿Acaso no han llegado a comerciar con los niños? ¿No puede entenderlo? Comprendo. Yo tampoco”.
La circunstancia era inédita. No teníamos derecho a perturbarnos con quien no conocíamos; pero tampoco se podía ser excesivamente incauto o confiado. Se sabe y no se debe olvidar que los “astices” nos rodean, “obedientemente” libres.
—No tengo nada que ver… no es mío… es prestado.
La miniprocesión, un tanto extrafalaria, se dirige entonces hasta el sitio —otra tienda de antigüedades— donde se encuentra el “depositario”, y a quien llamaremos Requena.
—¡No, no, no puede ser!… yo no tengo nada que ver, por favor no me confundan con “esa” gente. Nunca me había pasado algo así en los tantos años que llevo en esto… me engañaron, eran unos miserables ladrones. ¡Pero si yo fui a la casa a comprarlo!
—¿Qué casa? ¿Dónde?… Acaba usted de mencionar mi casa, señor, la que nos robaron, la que permaneció ocupada por extraños, la que no me ha sido devuelta porque la justicia no ha alcanzado entre nosotros —palabras de un juez— una “agilidad” acorde con los derechos elementales de los ciudadanos argentinos.
—Pero… y ahora… ¿Qué quieren ustedes? Yo lo pagué muy bien, y en dólares. No puedo perder todo. No es justo.
—No quiero ser injusta con usted señor Requena pero no puedo pagar esa cantidad por mi Mascarón.
—¡No es suyo, es mi Mascarón! Yo lo pagué, soy un comprador de buena fe…
—Correcto. Pero desde ahora, usted ya no sería un vendedor de buena fe. En todo caso, el Mascarón no es ni suyo ni mío. Es de un desaparecido, de un hombre del pueblo que ha decidido llevarlo siempre con él. Hasta que lo secuestraron, hasta que se lo robaron.
—Bueno, señora, comprendo. Él tendría sus ideales… yo no tengo la culpa…
—Señor Requena, ¿de qué lado está usted?
Oscar y Gloria tratan de aflojar la tensión y ofrecen alternativas en el lenguaje que suponen que un comerciante entiende. Infructuosamente… Decidimos dejar algunos días al señor Requena, dejarlo a solas con su conciencia. Por si aún estuviera muy dormida, Gloria dejó una copia del acta notarial y Oscar promete publicar en un diario, sin detalles, el incidente.
Dos días después, vuelvo a la tienda de Sonia a ver al Angel, aunque sea a través de la puerta cerrada. Me sorprende la dueña, que viene de darle de comer a un gato por el patio trasero de la casa. Me invita a pasar y me siento en una silla pequeñísima, rodeada de toda clase de objetos antiguos; el gato se acomoda en mi falda y duerme. Un cliente del barrio pasa y le regala masitas a esa señora a quien llamaremos Sonia. Compartimos exquisiteces y vivencias. Ella también lleva su marca por el pasado de horrores. Antes de irme saludo al Angel que sigue colgado en la pared
Camino hacia lo del señor Requena. “Marta, si algo me pasa te pido que salves la máquina de escribir (la vieja Royal con la que escribo estas líneas) y el Angel, al que querés tanto como yo”.
(La máquina Royal fue rescatada por mi padre en un acto de segundo amor, en el amanecer del 5 de mayo de 1976, junto con mis cuadernos y con la perrita, que en la próxima primavera cumplirá 16 años; ya ciega como el Mascarón.)
“¿Qué pensará el señor Requena y su feriado propio?”, me digo.
—Sí, sí, yo también recurriré a un abogado. Legalmente puedo pelear…
—Escuche en silencio todo su alegato legítimo (¿legítimo?).
—Yo no quiero ser injusta, pero sólo puedo ofrecerle pagar en cuotas el dinero que usted ha invertido, no sé…
—Marta (comienzan a jugar los duendes en esta historia), quiero que sepas que no soy insensible a todo lo que han hecho estos bárbaros. ¿Vos sabés que todos los años, cuando las Madres hacen su ronda de 24 horas, yo voy a la Plaza? Averigüé sobre tu marido. Ahora sé todo lo que les ha pasado. Te restituiré el Angel. Fijate que es como si te hubiera esperado 12 años. Tres veces estuve a punto de venderlo. Las tres veces falló la operación. ¿Casualidad? Me gustaría leer los libros de Haroldo y me gustará ver la película, cuando la terminen. Solo te pido que este gesto no sea utilizado por la prensa. Debe ser anónimo. Preservá mis datos y los de Sonia. Sabés… después de todo estoy contento, aunque sufra mi bolsillo.
(El Mascarón fue restituido a sus dueños el día 11 de mayo de 1988. Mi hija Miriam, mi hijo Ernesto y yo, tres náufragos sobrevivientes de aquella noche de 1976, lo llevamos de vuelta a casa, en espera de futuras navegaciones.)
La hermosa gente de los muchos caminos existe. Gracias Requena, Sonia y todos. Desde algún lugar, Haroldo Conti los abraza. Ayer, 25 de mayo, fue su cumpleaños.