Destacada
Una historia de la Clase Obrera, por Leónidas Ceruti
Los libros de Leónidas Ceruti, “Aceiteros y Desmontadores Hacemos Historia 1947-2017. 70 años. Tomo I” (publicado por la Federación Aceitera) y en “Clase contra Clase. Argentina entre 1952-1976. El Quinto Relato”, son una impecable investigación histórica sobre las luchas obreras en Argentina. Exceden largamente la memoria de los Aceiteros porque ningún gremio actúa solo, se encuentra ensamblado en un contexto social, histórico, cultural y económico. Aquí compartimos algunos fragmentos seleccionados por el autor.
El plan de lucha de l 1963 de la CGT.
Durante enero del año 1963, se celebró el Congreso Normalizador de la CGT, en el que se eligió una nueva conducción, formada por dirigentes de las 62 Organizaciones Peronistas, y de los gremios independientes en partes iguales, designándose un secretariado a cuyo frente se ubicó a José Alonso, con la bendición de Vandor. Se decidió un Plan de Lucha, con cinco etapas, desde mayo de 1963 hasta julio de 1965, con un programa que incluía reclamos en lo social, económico y político. (….) La primera etapa se inició el 27 de mayo de 1963, con una semana de protesta, culminando el 31 con una huelga general nacional de 24 horas. Las otras etapas del Plan de Lucha de la CGT se implementarían durante el gobierno de Illia, y la conflictividad iría en aumento. Finalizaba otra etapa de enfrentamientos entre la clase obrera y la burguesía. Se dieron negociaciones, traiciones, tomas de fábricas, presentación de programas obreros, lo que trajo nuevas experiencias, donde no faltó la represión.
El gobierno de Illia y la CGT.
Al entregarle el 12 de octubre de 1963 José María Guido a Arturo Illía los atributos presidenciales, le traspasó también el poco cómodo cargo de adversario de la CGT. La relación del movimiento obrero con el nuevo gobierno radical, desde el comienzo fue conflictiva, ya que estaba en pleno desarrollo el Plan de Lucha de la CGT, que no se interrumpió ni se levantó con la asunción del nuevo gobierno. Con los años, en 1970, Ricardo Balbín, denunció que dicho plan fue gestado por Levingston y Alonso. A partir de la segunda mitad del 63, el sindicalismo sufrió un aislamiento relativo. En agosto Miguel Gazzera, dirigente sindical peronista, realizó un informe en el que aconsejaba seguir una línea de oposición frontal al gobierno de Illía, al que “hay que golpear violentamente con huelgas”. Ese era uno de los flancos débiles del radicalismo, sus escasas vinculaciones con los gremios. El 6 de diciembre, la CGT convocó a la primera huelga contra Illía, y al mes el Comité Confederal decidió el calendario de la Segunda Etapa del Plan de Lucha. El mismo consistió en ocupaciones masivas de fábricas durante mayo y junio. El secretario general de la CGT, José Alonso, calificó al gobierno como surgido “de un acto electoral fraudulento, en el cual los trabajadores no pudieron votar por sus candidatos ni ser electos”. Se cuestionaba la capacidad del gobierno, su lentitud, el creciente costo de vida y la desocupación. En febrero de 1964, se informó la continuación del plan de lucha, y Alonso declaró que las ocupaciones de fábricas eran actos legítimos. El movimiento obrero estaba organizado a través de distintos agrupamientos. Por una parte, se encontraban las 62 Organizaciones, que agrupaban a la mayoría de los sindicatos de obreros fabriles; por otra los Gremios Independientes, entre los que se encontraban sindicatos importantes como la Unión Ferroviaria y la Federación de Trabajadores de Luz y Fuerza; el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS), de orientación comunista, y finalmente un agrupamiento antiperonista, que no forma parte de la CGT, los 32 Gremios Mayoritarios Democráticos.
El Vandorismo
Durante esos años, se fue dando un proceso donde se consolidó fundamentalmente el llamado “Vandorismo”. Las características de esa dirigencia gremial fueron: burocratización de los dirigentes y de las estructuras sindicales, integración al sistema político institucional, métodos autoritarios, negociaciones, pragmatismo, matonaje, utilización de la representatividad de los sindicatos en las disputas políticas dentro del peronismo. El poder de la burocracia sindical estaba sustentado entre otros factores en:*.- La Ley 14.455 de Asociaciones Profesionales, sindicato único, no federaciones, sindicatos nacionales, sindicatos de primer grado: negociaciones y disciplina dentro del gremio.*.- Poder Financiero de los dirigentes sindicales y los sindicatos. *.- Violencia y gansterismo de los gremialistas: control de la oposición.*.- Dominio de las elecciones de los gremios: Potestad de las Juntas Electorales. Entre 1957 y 1972, sobre 25 sindicatos con más de 25.000 afiliados, solo 2 derrotas electorales.
El ejemplo de esos dirigentes sindicales fue el “lobo” Vandor, como lo apodaban sus incondicionales 220.000 metalúrgicos. Negociador con empresarios y militares, fogueado en la resistencia, estuvo preso tres meses durante la “Libertadora”. Patotero, violento, fue la pesadilla de los radicales en los años de Illía, que se puso el saco y la corbata para asistir a la asunción del golpista Onganía. Fue el cerebro dominante del poderoso aparato de la CGT, que agrupaba hacia 1964 a unos dos millones de trabajadores y movía anualmente un presupuesto superior a los cien millones de pesos. A los 16 años trabajó en la fundición Renaud, en Rosario, luego en 1941 se incorporó a la marina como aspirante a suboficial en la Escuela de Mecánica de la Armada, llegando a cabo primero maquinista. Luego en los establecimientos Philips lo eligieron delegado de la fábrica. Con el golpe del 55, fue detenido y estuvo detenido cuarenta y ocho días en la Penitenciaria y noventa en Caseros. Encabezó la línea blanda dentro del sindicalismo, buscando el poder por la estrategia de la evolución en contraposición a Framini, hombre de barricada, de la línea dura, que buscaba el poder por la revolución.
Vandor, era pragmático y oportunista, intentó la creación de un proyecto político de los trabajadores, o sea un movimiento político de base sindical. Entre sus amigos estaban los dirigentes Amadeo Olmos y Miguel Gazzera. Principalmente durante 1965 y 1966, se dio el enfrentamiento entre Vandor vs Perón-Isabel, impulsando el llamado “Peronismo sin Perón”. Rodolfo Walsh, en un artículo periodístico del 22 de mayo de 1969 titulado ¿Qué es el vandorismo?, luego de historiar los orígenes y desarrollo de la industria metalúrgica, comentó el surgimiento y la personalidad de Vandor de esta manera “A propuesta de Paulino Niembro, que en su carácter de componedor de tendencias declina aspiraciones propias, el congreso de la UOM reunido en el Luna Park elige secretario general de la Capital a un delegado de la firma holandesa Phillips. Lo apodan, precisamente “el holandés”, alguno de los antepasados debió sustituir el Van Thorpe original por el de Vandor, con que figura en las boletas. Su prontuario “depurado en agosto de 1958, dice que nació en Bovril, provincia de Entre Ríos, el 26 de febrero de 1923.
Alrededor de este hombre ha de confluir la mayoría de expectativas, temores, ansiedades y mitos de la historia del gremialismo argentino. Es poco lo que se sabe de su pasado. Seis años transcurridos en la Armada, de donde egresó como cabo primero, alimentan la versión de que fue siempre un agente del servicio de informaciones navales. Otras fantasías se oponen a ésa: en junio de 1955 habría encabezado las columnas metalúrgicas que desafiando precisamente el bombardeo de la Marina acudieron en auxilio de Perón. Unos lo pintan regando con clavos Miguelitos los caminos de la represión, en el año 56, otro, negociando en secreto con los jefes de esa represión”. Luego vendría la época de Frondizi y el Plan Conintes, y de esa época Walhs dijo que “Doce mil metalúrgicos han caído en esa primera ola represiva, pero el gremio mantiene su poder. La influencia de Vandor es importante. Su despido de Phillips, tres meses de cárcel, cierto papel en la Resistencia, le abren el camino”. (33)
Otro dirigente de importancia y con gran poder en esos años fue José Alonso, designado secretario general de la CGT desde 1963. Fue un sindicalista con ilusiones “Neocorporativas”, plasmadas en un documento sobre el cambio de estructuras, titulado “La CGT en marcha hacía el cambio de estructuras”, publicado en enero de 1965. Por una parte había tejido cordiales relaciones tanto con las cúpulas eclesiásticas como militares, y por otra había logrado independizarse del todopoderoso Augusto Vandor. Así como el “lobo” era un hombre de acción, Alonso brillaba en los gabinetes, estudioso, muy lúcido y despierto estratega. Llegó a secretario general de la central obrera como mero títere del metalúrgico, pero fue sustentando ideas propias y no se lo podía desalojar de su cargo. Su fuente de poder residía en la burocracia cegetista y en su gremio integrado mayoritariamente por mujeres, al que un jerarca gremial descalifico llamándolo el sindicato de “Cincuenta costureras”. (34)
Las 11.000 fábricas tomadas en junio de 1964
El Comité Central Confederal, de la CGT, el 1º de mayo de 1964, aprobó “poner en ejecución la segunda etapa del plan de lucha que abarcó: a) entre el lunes 18 de mayo y el 15 de junio, ocupación parcial, zonal y por grupos en la forma que indicara el Consejo Directivo de la CGT; b) entre el 15 y el 16 de junio, como culminación de esta segunda etapa, ocupación total y simultánea en todo el país por el término de 24 horas; c) el Consejo Directivo de la CGT planificará con la consulta correspondiente a los organismos confederados todas estas acciones de lucha a los efectos de una perfecta eficacia y sincronización;…”. Las masivas tomas de fábricas se desarrollaron a lo largo de siete operativos, entre el 21 de mayo y el 24 de junio de 1964.
Las jornadas elegidas fueron el 21, 27, y 29 de mayo, 2, 3, 5, 18 y 24 de junio, en las cuales según datos de la CGT, 3.913.000 trabajadores ocuparon 11.000 establecimientos. Dichas ocupaciones se cumplieron con justeza matemática. No hubo ni un desajuste, ni una vacilación, ni una demora. “Nosotros no lo hubiéramos hecho mejor”, manifestó con asombro un militar en actividad. En junio, la revista Primera Plana, señalo a Vandor, como el principal inspirador del Plan de lucha de la CGT y como un activo opositor al gobierno, convencido de que caería y la necesidad de que el sector sindical participe activamente en ese proceso, junto a las FFAA. La tercera etapa, se inició el 3 de agosto de 1964, para exigir al gobierno “el cambio de estructuras económicas, social y política”. Las medidas de lucha esta vez fueron los cabildos abiertos entre agosto y septiembre. Mientras que durante noviembre y diciembre se desarrolló la cuarta etapa, con concentraciones y marchas en distintas ciudades, para culminar con una huelga general por 48 hs el 17 y 18 de diciembre. Ese mes dio comienzos el operativo retorno de Perón al país, que había declarado en Madrid “Volveré este año a la Argentina. Imagino que el presidente Illía, al insinuar mi regreso, lo hace de buena fe, ofreciéndome garantías”. A la vez, un vocero de la CGT, declaró “Nuestro próximo paso será lisa y llanamente, ocupar las fábricas para hacerlas producir. Es decir: una auténtica revolución social. Pero no tendremos que llegar a tanto. Antes deberá ocurrir algo…”.
Destacada
Panorama XXL/La borrachera del poder
Un fin de semana largo repleto de noticias gremiales y políticas. Mientras los jóvenes libertarios jugaban a ser nazis, armados con celulares, algo así como declararse ‘terroristas digitales’ -¿para qué usar armas si te podemos herir o matar por las redes? -; el mundo asistía casi indiferente a un aumento de la tensión entre Rusia y Occidente, con una amenaza que sí implicaba armas, y armas nucleares, nada menos; el gobierno argentino no perdía su entusiasmo y con exitismo avisaba que ya ‘hemos tocado fondo’ y ahora se viene la fiesta -o el ‘pedo de buzo’, que no es lo mismo y tampoco es igual pero así lo ve nuestro poeta presidente cuyas figuras retóricas son cada día más escatológicas-.
Dicen que ‘Argentina será el faro de mundo‘ y brindan por el descenso del riesgo país, la baja de la inflación, un dólar quieto que permitirá ir saliendo del dólar turista y aumentar el límite impuesto para compras al exterior a través de Amazon y plataformas similares a 3.000 dólares. Dicen que esto es muy bueno para el país. Dicen que esto mejorará la compra de insumos de las Pymes -Pymes que podrían quebrar si los argentinos deciden aprovechar el famoso ‘dame dos’ de la dictadura sin necesidad de moverse de casa-. En la televisión nos cuentan las delicias de esta medida por la que podremos comprar on line en el exterior nuestras zapatillas un 30% más barato. ¿Cuántos talleres textiles sobrevivirán a la competencia del mundo a tus pies?
En pleno fin de semana largo Adorni tuvo otro regalo para los trabajadores: ‘Hemos cerrado definitivamente la planta ex Ciccone, uno de los grandes emblemas de la corrupción kirchnerista. El Estado Nacional ya no fabricará más billetes: los argentinos se van a ahorrar 5.040 millones de pesos anuales”, tuiteó. ¿El emblema de corrupción de Ciccone calcográfica no había sido de Menem? ¿No la estatizaron por ese motivo el 22 de agosto de 2012?
Y, hablando del 22 de agosto, día en el que Evita pronunció su conmovedor discurso de renunciamiento desde el Ministerio de Desarrollo Social en 1951, también dicen que como todo va viento en popa, y podemos tirar ‘manteca al techo’, quizás inviertan varios millones en derrumbar ese mamotreto de la 9 de Julio tan caro al peronismo. Así actúa el gobierno de la provocación permanente que tiene a medio país entre las cuerdas.
Todo esto ocurría después de una semana rara en la que cada parte se sentía victoriosa. Los tres gremios de aeronáuticos, luego de un paro nacional y varias jornadas de de movilización y asambleas, lograban que el gobierno se sentara a negociar con quienes había tildado de ‘delincuentes y terroristas’, para llegar a un acuerdo paritario. Por su lado, el gobierno difundía otra versión: habían doblegado a los sindicatos quitándole sus ‘privilegios’ y otorgándole la mitad de lo que pedían de aumento.
El contundente paro nacional del transporte del 30 de octubre tuvo como consecuencia la renuncia del Secretario Gral de la CATT, Sergio Sassia, enrolado entre los llamados ‘dialoguistas’ (antes catalogados como ‘colaboracionistas’). En estos días, asumió ese cargo Juan Carlos Schmid, quien recuperaba la conducción de una poderosa Confederación de sindicatos que aglutina a camioneros, ferroviarios, colectiveros, portuarios, aeronáuticos. Una de sus primeras medidas fue anunciar que convocaría a una reunión del Consejo Directivo para debatir los pasos a seguir.
Caramba, ahora resulta que este señor Schmid pretende marcarle la cancha a quienes se creen los VIP de la CGT, un puñado de gremios cuyas figuras más importantes pertenecen a Sanidad, Estaciones de Servicio, estatales de UPCN, albañiles de la UOCRA y Empleados de Comercio. Los comentaristas gremiales, hacedores de una fantasmagórica ‘opinión pública’, entendieron la convocatoria como una ‘provocación’ de los sectores ‘combativos’ decididos a romper con la CGT. Resulta que pedir que la CGT funcione y se reúna es algo tan revolucionario como provocador. La tensión está expuesta. Mario Manrique, de Smata, renuncio a su cargo de Secretario Gremial de la CGT amparándose en el “cúmulo de tareas y responsabilidades” que actualmente tiene como diputado nacional de Unión por la Patria y secretario adjunto del SMATA, “lo cual hace imposible que continúe en el cargo con la responsabilidad y dedicación que este merece”, según afirmó en una carta. Sin embargo, el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) no se irá de la CGT, y el lugar que deja Manrique será ocupado por Laura Lorenzo, de su mismo gremio quien lo secundaba en la Secretaría Gremial de la central obrera.
Esta semana se reunió la autodenominada ‘mesa chica’ de la CGT en la sede de UPCN de la que participó el flamante titular de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), quien volvió a reclamar una reunión urgente del Consejo Directivo para discutir de manera ampliada la eventual continuidad del plan de lucha. La mesa chica empezaba a resultar demasiado chica. Como buenos compañeros, los dirigentes que tienen el privilegio de conformar una mesa cada vez más chica y menos representativa, escucharon con atención la propuesta del portuario, no la aceptaron pero tampoco la rechazaron, simplemente dejaron en claro que no estaba en su agenda un paro nacional.
Así las cosas, Pablo Moyano -que se pegó un faltazo a la reunión de sus pares cegetistas-salió a la palestra a dar entrevistas en las que advertía que se venía un paro nacional para diciembre, y faltaba ponerle fecha -‘poné la fecha’ le cantaron alguna vez a Daer en tiempos del macrismo-. Desde las dos CTA siguen trabajando por una marcha federal sin fecha clara pero con diciembre como mes elegido. Y durante el Plenario Federal de Delegados de ATE nacional del que participaron más de mil dirigentes de todo el país se resolvió un plan de lucha con protestas en todas las provincias, movilizaciones sobre las rutas, asambleas y radios abiertas, señalando que el ajuste planteado en el Presupuesto 2025 golpea duramente a todas las regiones del país. ““En este momento la persecución y el maltrato son sistemáticos en todas las áreas del Estado. Crecen los niveles de autoritarismo y violencia, pero tienen que saber que no les tenemos miedo”, advirtió Rodolfo Aguiar, Sec. Gral de la Asociación de Trabajadores del Estado.
El malestar en los diversos sectores crece a pesar del discurso oficial. Luego de una reunión a la que asistieron representantes de Camioneros, UOM, UTEP, la Corriente Federal y las dos CTAs, trascendió que la fecha elegida para una jornada de lucha común, con paro y movilización sería el 5 de diciembre. Aún sin el apoyo de la CGT, volverán a actuar juntos sindicatos y movimientos sociales, como lo vienen haciendo de manera independiente a lo que decida la central obrera. Finalmente, la semana terminó con la renuncia formal de Pablo Moyano a la co-conducción de la CGT por desacuerdo con la postura tomada por la ‘llamada Mesa Chica’.
Por su parte, la Federación Gráfica Bonaerense repudió el cierre de la planta impresora de Casa de Moneda de Don Torcuato que dejó en la calle a 270 personas. Según el ministro de economía, no hubo despidos, solor decidieron “dispensarlos” de trabajar hasta nuevo aviso. Para los gráficos fue “una operación subrepticia, realizada a la sombra especulativa de un fin de semana largo, el gobierno de Javier Milei anunció el vaciamiento y cierre de la planta impresora de Casa de Moneda de Don Torcuato, y lo hizo al mejor estilo de las dictaduras militares, utilizando las Fuerzas Armadas en previsión de que un ‘ejército’ de trabajadoras y trabajadores estuviera allí para defender su fuente de trabajo”.
Pocas horas después, el Ministerio de Justicia anunció el despido de los trabajadores de ATE que llevaron adelante una medida de fuerza en el Registro de la Propiedad Automotor para denunciar despidos encubiertos. La Asociación de Trabajadores del Estado denuncia que son presionados para aceptar un retiro voluntario y Rodolfo Aguiar advierte que pedirá juicio político contra Mariano Cúneo Libarona por violar un principio constitucional que ampara el derecho de huelga.
El jueves 21 de noviembre, Día de la Enfermería, los trabajadores de la salud pública marcharán una vez más desde el Congreso hasta la Legislatura porteña para exigir salarios dignos, mejores condiciones laborales y el reconocimiento profesional de las y los enfemeros. Unas 40 organizaciones sindicales y colectivos del ámbito de la salud llevarán a cabo una Jornada Nacional de Lucha bajo el lema: “La salud pública no se vende, se defiende”.
Dos países en pugna. El de la fiesta y el de las vícimas del baile. Esquivos, desconfiados, hartos, confundidos, el equipo de la víctimas no sabe en dónde ubicarse ¿Muchos preferirán participar de la fiesta aunque después sufran su resaca?
Lo cierto es que la indisimulable alegría de los Adornis, Sturzeneggers y Esperts se convierte en un discurso triunfal que descoloca a cualquiera. Milei es el astro que baila desenfrenado con los poderosos del mundo, esta semana se abrazó con Trump, Macrón, Lula, Giorgia Meloni y el mismísimo diablo chino comunista, Xi Jinping, con quien está dispuesto a convertirse en socio comercial. La borrachera de poder no tiene límites.
A pocos conmovió la muerte de un trabajador del subte que sufría cáncer por su exposición al asbesto. En el diario no hablaron de él. Al fin de cuentas ¿quién sabe qué cosa produce cáncer? Hasta el momento, lo único seguro es que ‘fumar provoca cáncer”, del resto mejor ni hablar. Los metrodelegados denunciaron que hay 2700 trabajadores expuestos al asbesto y este miércoles realizarán un paro de dos horas para denunciar la muerte de uno de sus compañeros. En la televisión nuevamente nos hablarán de caos en el transporte.
LCV- 20 de noviembre de 2024
Destacada
La Era del Odio Desideologizado, por Andrea Zhok *
En la degeneración contemporánea del escenario político, una de las cosas más llamativas es el desencadenamiento de actitudes de ferocidad, desprecio, deshumanización, psiquiatrización, demonización del adversario. Lo podemos comprobar en estos días posteriores a la victoria de Trump, con una proliferación de crisis nerviosas que emergen en Internet y en las publicaciones ante la “victoria del Mal”, pero lo vemos continuamente en mil contextos. Vimos esto en los días de Covid, donde intentábamos justificar las manifestaciones de maldad, crueldad y deseos de muerte con la dinámica psicológica del miedo. Lo vemos en la forma en que se desarrollan (o más bien NO se desarrollan) los discursos sobre cuestiones de “corrección política”, donde cualquier discusión abierta es imposible y donde las sensibilidades histéricas dispuestas a arremeter y destrozar el “Mal” son omnipresentes. Lo vemos en la demonización de la alteridad política a nivel internacional.
Lo sorprendente es cómo esta tendencia hacia el conflicto irreconciliable, hacia la repulsión sin descuentos ni mediaciones, se produce precisamente en la época por excelencia del “fin de las ideologías”, el “fin de los grandes relatos”, de la “secularización”.
Como nos han contado muchos acontecimientos históricos, estamos acostumbrados a asociar el choque sin límites con la fricción entre identidades fuertes, identidades colectivas irreductibles y visiones del mundo radicalmente alternativas.
En cambio, a menudo se nos ha vendido la modernidad (o la posmodernidad) como el lugar donde hemos sacrificado raíces fuertes y visiones ambiciosas y palingenésicas, pero al menos lo hemos hecho en nombre de la paz, la hermandad y la coexistencia pacífica en una “aldea global” exenta de contrastes radicales. Excepto que las cosas parecen bastante diferentes de lo que nos han dicho.
Después de la Segunda Guerra Mundial fuimos testigos de la capacidad de reconocimiento mutuo, e incluso de colaboración pragmática, de individuos que se habían disparado unos años antes, de aquellos que pertenecían a visiones del mundo verdadera y claramente divergentes. Los democristianos y los comunistas eran portadores de ideologías sólidas y profundamente diferentes y, sin embargo, lograron producir ese documento admirable y equilibrado que es la Constitución. Incluso los antiguos fascistas fueron reintegrados, con la única condición de que no pretendieran volver a proponer la propuesta política que había llevado al país al desastre de la guerra (prohibición de reconstitución del PNF).
Hoy, cuando en todo Occidente la “política de la alternancia” es la alternancia entre variantes de una misma ideología liberal, con un 90% de superposición de políticas, precisamente hoy el odio irreconciliable entre los partidos, el desprecio mutuo parecen ser las características dominantes.
¿Cómo es posible todo esto?
Bueno, creo que para entender este estado de cosas primero debemos entender algo fundamental sobre la forma de los contrastes humanos. Un contraste de naturaleza ideal, cualesquiera que sean los ideales que se comparen, es un contraste que todavía se mueve en una esfera humanamente compartible, al menos por derecho: precisamente la esfera de las ideas. Una idea diferente de otra, una razón irreconciliable con otra razón no dejan de ser ideas y razones, y como tales son potencialmente compartibles: es posible cambiar de opinión, es posible comprender las razones de los demás. Esto significa, trivialmente, que dos visiones del mundo articuladas en ideas y razones, por diferentes que sean, son sin embargo parte de un juego humano común.
En cambio, el proceso de deshumanización ocurre en diferentes formas, esencialmente prepolíticas, típicamente arraigadas en variables naturales. El caso típico ideal es, por supuesto, el racismo, donde todo lo que hace o dice el “racialmente diferente e inferior” se vuelve irrelevante, porque nada puede cambiar su “inferioridad natural”. Pero esta esfera natural y prepolítica se ha convertido, de hecho, en la esfera dominante en el discurso público contemporáneo. Así, no importa si Trump y Harris tenían contenidos decentes o indecentes, serios o ridículos, diferentes o iguales; la pregunta seriamente discutida es: “¿Cómo es posible que las mujeres, o los inmigrantes, o los “de color”, etc., no votaran por <>?” La diferencia política en primer plano pertenece ahora a una esfera prepolítica, naturalista, impermeable a la razón.
Haber transformado la política en una competencia entre grupos de interés, lobbies y haber vaciado la esfera ideológica converge en transformar el discurso público en una especie de “racismo universal”. Ya que las diferencias sean de “raza”, “género”, “orientación sexual”, “etnia”, o que se traduzcan en juicios de carácter psiquiátrico, epidérmico o antropológico, en cualquier caso nos encontramos en un terreno donde las razones ya no van a tener ciudadanía: sólo queda la repulsión (o atracción) instintiva.
La destrucción de la esfera política, alimentada y fomentada durante décadas por el “piloto automático de la economía”, ha llegado a su fin, produciendo una nueva forma de tribalismo naturalista, de “racismo polimórfico universal”, que ya no conoce ninguna alternativa a la exclusión del otro, posiblemente hasta su aniquilación. Lejos de ser el viático de formas de coexistencia pacífica, la destrucción de identidades e ideologías políticas trae consigo la semilla de un conflicto ilimitado.
Se han creado las condiciones para un futuro de guerras civiles en el país y actitudes genocidas en el extranjero.
Traducción: Carlos X. Blanco
Publicación original: Revista Adaraga 15/11/24
Tomado por LCV de infoposta.com.ar el 17 de noviembre de 2024.
Archivo
Haroldo Conti y la memoria sin fin, por Oscar Taffetani
En 1987, con la vuelta de la democracia y en un país donde todavía era peligroso recuperar la memoria sobre militantes desaparecidos -fueran ellos escritores, artistas, periodistas o simplemente víctimas de la diáspora y del exilio- participé de un proyecto fílmico inconcluso titulado “La balada de Haroldo”, que se proponía rescatar bajo la forma de una road-movie el itinerario de vida y escritura del imprescindible Haroldo Conti. Filmaríamos (y de hecho, filmamos) en Warnes, en Chacabuco, en el Delta, en Cabo Polonio y Barra de Valizas, entre otras locaciones. Entrevistamos a familiares y amigos del escritor. Consultamos documentos fílmicos, sonoros y gráficos existentes, entre ellos, como pieza medular, el proyecto (inconcluso) del estudiante de cine y fotógrafo Roberto Cuervo titulado “Retrato humano de Haroldo Conti”. No voy a explicar aquí las innumerables dificultades que tuvimos en aquel momento, con Carlos Vallina y otros compañeros de aventura, para conseguir financiamiento de aquel proyecto, que quedó definitivamente inconcluso a mediados de los ‘90. Sin embargo, en el camino, fuimos usando parte del material disponible para pequeños rescates, suerte de golpes de memoria que volvieran a poner sobre el tapete los asuntos de Haroldo, los asuntos de sus compañeros de vida y militancia y los asuntos de su escritura. Un fotograma del film mudo de Roberto Cuervo –por ejemplo- fue utilizado en 1988 para probar que un mascarón de proa tallado por el capitán Alfonso Dominguez en Uruguay, fue arrebatado de la casa de Haroldo cuando lo secuestraron, para ser luego vendido a una tienda de “antigüedades”. Lo que las dos publicaciones en Página/12 que siguen muestran, es la táctica que utilizamos para recuperar sin violencia ese mascarón y devolverlo a sus legítimos dueños. Nada más. Y nada menos. Marta Scavac –que ya no está- y Ernesto Conti –quien por entonces era un niño- testimoniaron su agradecimiento, dedicándome un libro de navegación que tenía Haroldo tras su naufragio en La Paloma, y que aquí también se reproduce. Buena lectura.
Memoria del mascarón de proa
(Página/12, 6/5/1988)
A doce años de su desaparición, Haroldo Conti y su obra forman parte de la “cultura de la desmemoria”.
(Por Oscar Taffetani) No hace mucho una periodista habló de la virtual imposibilidad de acceder a la vasta obra literaria y testimonial de Sarmiento: el “ilustre sanjuanino” ha sido condenado, por falta de difusión y de reediciones, a ser sólo el autor de Facundo y Recuerdos de provincia. En esa nefasta cultura de la desmemoria se inscrihe también el caso —más reciente, más modesto, pero igualmente representativo— de Haroldo Conti, escritor secuestrado de su casa y desaparecido el 4 de mayo de 1976.
Un breve inventario del olvido instalado sobre la vida y obra de Haroldo Conti debería incluir hechos como la escasa reedición argentina de su obra: La balada del álamo carolina y Mascaró, el cazador americano, sus últimos libros, no han vuelto a editarse entre nosotros desde 1975; la novela Sudeste y el relato maestro Todos los veranos duermen en los catálogos desde hace casi dos décadas, lo mismo que valiosos estudios como El mundo de Haroldo Conti (Rodolfo Benasso, 1969).
Ese inventario debería incluir también —en un plano extraliterario— la prescripción o falta de prosecución de las causas abiertas en la Justicia, que afectan tanto a Haroldo Conti como a sus familiares directos (y es uno entre cientos y miles de casos semejantes).
Por último, y con infinita tristeza, el inventario debería incluir hechos como que el mascarón de proa tallado por Alfonso Domínguez en el Cabo Santa María, ese mascarón que Haroldo Conti tuvo colgado en una pared de su casa hasta que Fritz Roy —y en la época del imaginario vapor “Mañana”— hoy cuelga de la pared de una casa de antigüedades de Buenos Aires, con una etiqueta que dice: “Mascarón italiano, siglo XIX”.
El mascarón, impiadosamente “reciclado” por la ciudad (esa ciudad hostil que Conti conoció y describió en sus relatos), completa el cuadro de desaparición forzada de un ciudadano, el cuadro de toda una época del escritor argentino contemporáneo: un cuadro semejante al de Antonio Di Benedetto, fallecido hace un par de años; o al de Daniel Moyano, emigrado en 1976 (ese entre muchos, muchos casos).
Pero hay otra cara de esta moneda —no muy lustrosa hoy, tal vez reluciente mañana—: una cara que podría denominarse, por contraposición, “la verde memoria del pueblo”, en palabras de Conti. Ese país merece también, en esta fecha, un breve inventario.
Se inscribe allí el homenaje que el próximo domingo, 7 de mayo, rendirá a su más destacado escritor la gente de Chacabuco. Será representado en el teatro “La balada del álamo carolina”, hablarán algunos familiares y amigos, un grupo cumplirá con el rito de visitar el añoso álamo, el campo de Warnes.
Y no puede dejar de inscribirse el proyecto fílmico, La balada de Haroldo, largometraje sobre la vida y la obra del narrador de Chacabuco. Ese largometraje incluirá fragmentos de un inconcluso e inédito documental filmado por Roberto Cuervo en 1975. El director del proyecto, Carlos Vallina, ha manifestado su intención de filmar “la vuelta a Itaca de aquel Haroldo-Ulises que un día partió hacia Buenos Aires, las islas y el océano, pero que no dejó de regresar, obstinadamente, en sus textos”.
Su familia, entonces, que no olvida; el pueblo de Chacabuco, que no lo olvida y esa parte de la Argentina que no olvida a quienes, como Harodo Conti, la amaron profundamente, son la Penélope y el Telémaco de esta historia: la tierra a la que siempre se vuelve, el país del álamo carolina.
Aunque el mascarón del “Mañana” no pueda vialar el próximo domingo a Chacabuco, por un circunstancial extravío en Buenos Aires, alguien recordará la promesa escrita por su dueño en la última página de un libro: “…ese ángel que está naciendo (el mascarón) colgará para siempre de una pared de mis casas; dondequiera que yo vaya iré con él, abriendo camino”. El país del álamo carolina es un país donde las promesas tarde o temprano se cumplen.
Rescate del mascarón de proa
(Página/12, 28/5/1988)
Después de doce años, un “Angel” que pertenecía al escritor Haroldo Conti volvió a ocupar su lugar de origen.
(Por Marta Scavac) Cuando terminaba abril, Oscar Taffetani me comentó sobre la posibilidad de ubicar el mascarón. Según los datos de que disponía, el Ángel podría estar colgado en una casa de antigüedades de la Capital. Oscar me pidió calma y confianza hasta tener la información precisa.
He aprendido que muchas veces la paciencia ayuda a obtener mejores resultados. Me prometí recuperarlo. Ignoraba el modo, y una sucesión de incógnitas me atravesaba. Dueño, lugar, reacciones, consecuencias, logro, fracaso, todo se conjugó en un torbellino que por poco me deja sin vesícula (cada uno tiene su tripa de Aquiles).
Es 4 de mayo y Oscar me llama temprano para decirme que ese es nuestro día-rescate. Ana, una pintora amiga ha localizado al Angel. Fabián, otro amigo, lo ha fotografiado. Con la escribana Gloria Barrandeguy, a quien pedimos para cubrir la forma legal, marchamos hasta el lugar.
(Por razones que luego se verán, me valdré de un par de nombres figurados y de una referencia imprecisa para continuar con la historia.)
“Lleva más de 11 años colgado aquí… no es posible… esto es para un cuento de Bioy Casares… entonces, los que hicieron la venta eran los… no puede ser.”
“Sí puede ser. Es, señora. ‘Botín de guerra’… ¿Qué le sorprende tanto? ¿Acaso no han llegado a comerciar con los niños? ¿No puede entenderlo? Comprendo. Yo tampoco”.
La circunstancia era inédita. No teníamos derecho a perturbarnos con quien no conocíamos; pero tampoco se podía ser excesivamente incauto o confiado. Se sabe y no se debe olvidar que los “astices” nos rodean, “obedientemente” libres.
—No tengo nada que ver… no es mío… es prestado.
La miniprocesión, un tanto extrafalaria, se dirige entonces hasta el sitio —otra tienda de antigüedades— donde se encuentra el “depositario”, y a quien llamaremos Requena.
—¡No, no, no puede ser!… yo no tengo nada que ver, por favor no me confundan con “esa” gente. Nunca me había pasado algo así en los tantos años que llevo en esto… me engañaron, eran unos miserables ladrones. ¡Pero si yo fui a la casa a comprarlo!
—¿Qué casa? ¿Dónde?… Acaba usted de mencionar mi casa, señor, la que nos robaron, la que permaneció ocupada por extraños, la que no me ha sido devuelta porque la justicia no ha alcanzado entre nosotros —palabras de un juez— una “agilidad” acorde con los derechos elementales de los ciudadanos argentinos.
—Pero… y ahora… ¿Qué quieren ustedes? Yo lo pagué muy bien, y en dólares. No puedo perder todo. No es justo.
—No quiero ser injusta con usted señor Requena pero no puedo pagar esa cantidad por mi Mascarón.
—¡No es suyo, es mi Mascarón! Yo lo pagué, soy un comprador de buena fe…
—Correcto. Pero desde ahora, usted ya no sería un vendedor de buena fe. En todo caso, el Mascarón no es ni suyo ni mío. Es de un desaparecido, de un hombre del pueblo que ha decidido llevarlo siempre con él. Hasta que lo secuestraron, hasta que se lo robaron.
—Bueno, señora, comprendo. Él tendría sus ideales… yo no tengo la culpa…
—Señor Requena, ¿de qué lado está usted?
Oscar y Gloria tratan de aflojar la tensión y ofrecen alternativas en el lenguaje que suponen que un comerciante entiende. Infructuosamente… Decidimos dejar algunos días al señor Requena, dejarlo a solas con su conciencia. Por si aún estuviera muy dormida, Gloria dejó una copia del acta notarial y Oscar promete publicar en un diario, sin detalles, el incidente.
Dos días después, vuelvo a la tienda de Sonia a ver al Angel, aunque sea a través de la puerta cerrada. Me sorprende la dueña, que viene de darle de comer a un gato por el patio trasero de la casa. Me invita a pasar y me siento en una silla pequeñísima, rodeada de toda clase de objetos antiguos; el gato se acomoda en mi falda y duerme. Un cliente del barrio pasa y le regala masitas a esa señora a quien llamaremos Sonia. Compartimos exquisiteces y vivencias. Ella también lleva su marca por el pasado de horrores. Antes de irme saludo al Angel que sigue colgado en la pared
Camino hacia lo del señor Requena. “Marta, si algo me pasa te pido que salves la máquina de escribir (la vieja Royal con la que escribo estas líneas) y el Angel, al que querés tanto como yo”.
(La máquina Royal fue rescatada por mi padre en un acto de segundo amor, en el amanecer del 5 de mayo de 1976, junto con mis cuadernos y con la perrita, que en la próxima primavera cumplirá 16 años; ya ciega como el Mascarón.)
“¿Qué pensará el señor Requena y su feriado propio?”, me digo.
—Sí, sí, yo también recurriré a un abogado. Legalmente puedo pelear…
—Escuche en silencio todo su alegato legítimo (¿legítimo?).
—Yo no quiero ser injusta, pero sólo puedo ofrecerle pagar en cuotas el dinero que usted ha invertido, no sé…
—Marta (comienzan a jugar los duendes en esta historia), quiero que sepas que no soy insensible a todo lo que han hecho estos bárbaros. ¿Vos sabés que todos los años, cuando las Madres hacen su ronda de 24 horas, yo voy a la Plaza? Averigüé sobre tu marido. Ahora sé todo lo que les ha pasado. Te restituiré el Angel. Fijate que es como si te hubiera esperado 12 años. Tres veces estuve a punto de venderlo. Las tres veces falló la operación. ¿Casualidad? Me gustaría leer los libros de Haroldo y me gustará ver la película, cuando la terminen. Solo te pido que este gesto no sea utilizado por la prensa. Debe ser anónimo. Preservá mis datos y los de Sonia. Sabés… después de todo estoy contento, aunque sufra mi bolsillo.
(El Mascarón fue restituido a sus dueños el día 11 de mayo de 1988. Mi hija Miriam, mi hijo Ernesto y yo, tres náufragos sobrevivientes de aquella noche de 1976, lo llevamos de vuelta a casa, en espera de futuras navegaciones.)
La hermosa gente de los muchos caminos existe. Gracias Requena, Sonia y todos. Desde algún lugar, Haroldo Conti los abraza. Ayer, 25 de mayo, fue su cumpleaños.