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El emperador tiene quien lo alimente, por Tomás Astelarra

Publicado en La Luna Con Gatillo

Desde que tengo recuerdos hay una metáfora muy recurrente en los análisis económicos de la Argentina: la de la frazada corta. Creo que el gran Zloto solía mencionarla. Si te tapas la cabeza, descuidas los pies. Si apostas a subsidiar los grandes grupos económicos exportadores en busca de dólares para pagarle al FMI, esos mismos dólares que estos grupos se deliraron en la bicicleta financiera, seguramente sea difícil financiar las soluciones desde abajo tanto para la producción como para el consumo. Hay un sector mayoritario de la sociedad que viene hace años perdiendo su salario en términos reales. Otro que viene aumentando sus ganancias. Esa diferencia explica por qué la dichosa distribución del ingreso cada día es más desigual. No es una cuestión de mérito, de trabajo, es una cuestión de renta, distribución. Donde por supuesto hay una posición dominante, oligopólica, que paga medios, jueces, funcionaries y también trabajadores y voluntades. Cuando el precio internacional de petróleo sube la nafta sube, cuando baja no. Cuando las empresas tienen ganancias extraordinarias, rara vez la distribuyen entre sus trabajadores, cuando vienen las vacas flacas siempre piden una colaboración o realizan despidos masivos. Cuando hay pandemia el estado les paga los sueldos, cuando hay guerra que sube los precios internacionales del pan le hablan de retenciones y ponen el grito en el cielo. La frazada es cada vez más corta, pero resulta que la cabeza tiene gorro de lana y manos pa tirar fuerte y los pies están desnudos y cada vez más flacos, pedaleando en el aire.

¿Todos los que tiene plata son malos? Tonto sería caer en esa simplificación en tiempos de pachakuti. Pero ciertamente hay un patrón evidente aunque mayoritariamente invisibilizado, de la misma manera que se invisibiliza que ningún pibe nace pa chorro ni pa vago. No es solo estadística, sino evidente observación de la realidad, que la brecha entre ricos y pobres se agranda. Aún para aquelles seres que deciden apartarse lo más que pueden de esos sectores de abajo tanto en el discurso como en su tránsito cotidiano (ignorando la cada vez más creciente probabilidad de que tengan que ir un día a pedir un plato a una olla popular). Aún para muches privilegiades que se siguen manteniendo en los decrecientes márgenes de población salvada del colapso. A más de treinta años de que Fukuyama declarará el fin de la historia y el triunfo del capitalismo es evidente que la cosa no estaría funcionando. Decía Manfred Max Neef que el problema económico mundial era de “estupidez”, definida como la repetición de un camino infructuoso.

Ponele que dejemos de lado la discusión acerca de una estadística, el PBI, que como dice la ecofeminista Yayo Herrero: “mide la producción de armas y no el cuidado de les niñes”. De todas maneras el crecimiento del PBI del que tanto se vanagloria este gobierno deja de ser buena noticia si ese crecimiento no llega a la mayoría de la población (como dice Cristina, se lo llevan tres o cuatro vivos). Si el estado, como dice la más básica teoría económica, está pa arreglar las imperfecciones del mercado, seguir fomentando los oligopolios rentistas, evadidores de impuestos y fugadores de divisas, sería aumentar estas imperfecciones. Seguir esperando el efecto derrame de la actual estructura empresarial e impositiva de Argentina sería como querer colar fideos con un casco.

Por otro lado aquellos analistas que insisten en recetas neoliberales y antikeynesianas deberían tener en cuenta dos hechos fundamentales de la actual economía Argentina. El primero es que no hay libre mercado posible dentro de estructuras oligopólicas. Si tres o cuatro vivos se juntan a establecer los precios del mercado para obtener ganancias extraordinarias, lejos estamos de la competencia dizque perfecta, que es el principal supuesto para la famosa mano invisible de Adam Smith. El segundo es que las empresas argentinas vienen teniendo impresionantes subsidios y contraprestaciones por parte del estado. Suponiendo que no tengan la más mínima solidaridad por el pueblo hambreado, que no tengan miedo de la revuelta social o piensen que las murallas de sus barrios privados van a ser eternamente seguras (amen de que tarde o temprano sus hijes vengan a reclamarle ebrios y coléricos como decía el nadaista Gonzalo Arango*). Suponiendo que no quieran pagar impuestos y crean en la meritocracia amañada del nacer privilegiado o la competencia individualista del sálvese quien pueda. Aún así, si tuvieran algo de coherencia, deberían al menos dejar de recibir subsidios, exenciones y hacer unas vaquitas para pagar las grande inversiones del estado en infraestructura de exportación (puertos, carreteras, relaciones internacionales…).

Mientras tanto el Tío Alberto sigue fomentando el enfrentamiento utilizando la palabra “guerra” para algo tan cotidiano como la inflación y devaluando su palabra anunciando un fidecomiso, que, al igual que el acuerdo con el FMI, solo sirve para sacarle un poquito de vapor a la olla a presión, pero que no modifica las razones más desiguales del problema que más afecta al dichoso pueblo (la falta de competencia y la mala distribución del ingreso en algo tan fundamental como los alimentos). De un lado (la huestes populares progresistas) lo acusan de “tibio”, del otro (la dizque sociedad rural) de atentar contra la producción. Es curioso que siendo tan poco rentable la producción agropecuaria (según denuncia la “sociedad rural” y asiente el gobierno) su frontera esté creciendo desmesuradamente arrasando con monte nativo y poblaciones originarias (aprovechando o incluso provocando criminales incendios). Las estadísticas hablan de una producción cada vez más concentrada y estrechamente ligada a los mercados financieros, con altos índices de evasión fiscal, vinculaciones al narcotráfico y abuso de los recursos comunes, no solo del estado, sino de la Madre Tierra. El caso Vicentín es un paradigma al respecto. La retenciones o cualquier otro impuesto al agronegocio, con un estado creativo y estratégico, no sólo equilibraría la distribución del ingreso, sino que haría un bien al dichoso medio ambiente.

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Genocidio y ecocidio

“Desde el punto de vista de nuestras investigaciones el eje está en cómo la apropiación corporativa de los sistemas alimentarios se está entrelazando con la especulación financiera en distintas áreas: el acaparamiento de tierras y la producción de comodities agrícolas por ejemplo. También en América Latina estamos observando y denunciando como las corporaciones avanzan con las Leyes de Semillas que imponen derechos de propiedad intelectual sobre las mismas con la complicidad de los gobiernos. Y por supuesto, siempre exponiendo cómo a lo largo de toda la historia de la agricultura han sido y siguen siendo los campesinos y campesinas quienes producen la mayor parte de los alimentos que satisfacen las necesidades de nuestros pueblos a pesar de las agresiones que sufren cada día. El avance del agronegocio en nuestro país y en el resto del continente es en estos momentos abrumador. La elección de todos los gobiernos, aún los progresistas, de profundizar este modelo extractivista y ceder la soberanía a las corporaciones del agro o a las mineras está teniendo consecuencias dramáticas y obviamente la única manera de sostener un modelo que arrasa con las comunidades locales es la represión y criminalización de los movimientos. Dentro de 20 o 30 años va a haber que reconocer que se está produciendo un genocidio y un ecocidio dramático en nuestro continente”, me decía el recién fallecido Carlos Vicente en una entrevista de 2005 en el Galpón de Chacarita, donde un grupo de productores se las ingeniaba en un lugar tomado a las veras del tren para ofrecer sus productos.

Surgían incipientes experiencias de comercialización de una economía popular que comenzaba a organizarse después de la debacle neoliberal del Consenso de Washington y la crisis del 2001 (Puente del Sur o Iriarte Verde en Buenos Aires, el Trocadero o el Movimiento Cajonardi en Rosario). Hoy estas experiencias, en base a la autogestión y algunas migajas del Estado, han crecido exponencialmente dando soluciones en diversos territorios a la crisis alimentaria y ecológica, también del trabajo. Los estudios del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) han demostrado que la inflación en estos espacios ha sido inferior a la de los grandes supermercados y sus precios han conseguido, en base a una densa red capilar de intercambio que ve el alimento como derecho y no negocio, ser menores. El detalle de estas posibilidades ya lo hemos retratado en la crónica Inflación y Economía Popular. En su medición del último trimestre de 2021, el CESO ha podido comprobar que la inflación de la canasta básica familiar en las comercializadoras de la economía popular ha sido de 3,40% frente al 4,16% de los grandes supermercados. Durante el año 2021, comprando en estos espacios de comercialización, una familia pudo ahorrarse $8.103. Esto sin contar que en el caso de la economía popular se trata de productos agroecológicos, realizados sin trabajo esclavo y dentro una óptica de cuidado del medio ambiente.

“Los cambios culturales los estamos viendo y en mi opinión son los que vienen posibilitando este nuevo sistema de producción y comercialización. Existe una gran diferencia entre el interior y las grandes urbes. En el interior es donde más se ve este cambio de conciencia porque existe una inmediatez tangible entre los usuarios, los pequeños productores y las redes de comercialización. Esto no sucede en las grandes urbes, donde todo esta atomizado e intermediado por el marketing y los intereses especulativos de los grandes comerciantes, perdiendo tanto el productor los márgenes de ganancia genuinos como el usuario el precio justo. Creo que los más escépticos irán cediendo frente a los beneficios de un sistema virtuoso. Sin embargo falta mucha apropiación y sentido de pertenencia a este nuevo sistema, en parte porque es relativamente nuevo y en parte porque quienes ostentan el monopolio de los privilegios del modelo expansivo contaminante se resistente por todos los medios a perder dichos privilegios”, opina Ignacio Andrés de la organización La Creciente de Paravachasca, Córdoba.

“Hace muchos años que venimos instalando de que hay un sector en la Argentina que produce el alimento para los argentinos y argentinas, de manera agroecológica y defendiendo el derecho a la tierra y el agua, y creando redes de comercialización directa a los consumidores. Tenemos una propuesta de Ley de Acceso a la Tierra, que es el principal problema que tiene nuestro sector. Más del 70% de los pequeños productores alquilamos la tierra. Solo el 8% de la población de la Argentina es rural, más del 40% de la tierra cultivables esta en manos de 1.200 familias. Y eso lo que demuestra es la gran concentración y desigualdad del derecho a la tierra. Venimos teniendo muchas dificultades. Porque vemos que avanza el modelo del agronegocio y el feedlot sobre la tierra de nuestros compañeras y compañeras de pueblos originarios, campesinos y campesinas. Así que estamos desarrollando las estrategias para defender estos territorios. Incluso de acuerdo internacionales como las megagranjas porcinas”, cuenta Lucas Tedesco, de la Unión de Trabajadoras de la Tierra (UTT), que nuclea 25 mil familias de todo el país y que a través de los verdurazos, sus locales de venta al público, redes de consumo, donaciones a los comedores populares y otras iniciativas, ha demostrado que es posible que la población de abajo acceda a productos sanos y baratos. También han desarrollado experiencias de reciclado, compostaje y producción de mermeladas con la fruta de descarte en el Mercado Central, donde uno de sus referentes Nahuel Levaggi ha sido designado presidente.

“Nosotros venimos trabajando en el Plan de Desarrollo Humano Integral, un plan abarcativo de todas las dimensiones del Estado para fortalecer lo que tiene que ver con las economías regionales, con la construcción de núcleos productivos, con el apoyo a sectores más empobrecidos urbanos y rurales y donde podamos pensar la reconversión productiva de la Argentina. En la idea de una empresa nacional de alimentos hay una disputa de lograr que nuestra producción de alimentos sanos llegue al consumo masivo a un precio popular. Para eso hace falta un estado presente que garantice las condiciones de producción, distribución y venta desde una mirada distinta al agronegocio”, opina Fabricio Puzzio de la Unión de Trabajadores Rurales (UTR).

“Creo que hoy en día este modelo no está lo suficientemente desarrollado para abastecer a todo el país, es incipiente al menos en los modos masivos que estamos hablando. Si bien existen experiencias muy ricas y con muchos años de trayectoria y desarrollo, no han tenido la masividad que se requiere para pujar hacia una política pública que los contenga. Considero que un sistema se remplaza cuando aparece uno mejor, en ese sentido creo que está apareciendo el sistema virtuoso en términos de calidad, cantidad, precios y cuidados del medio ambiente, pero aun no es capaz de remplazar el esquema de producción extensivo que se encuentra vigente. Creo que el gobierno actual está apoyando este nuevo sistema pero con políticas fraccionadas, sin planificación y con presupuesto insuficiente, no lo ve ni de manera estratégica ni a largo plazo. A mi entender esto sucede porque, independientemente de la buena voluntad, los indicadores macro económicos siguen siendo la brújula de nuestros gobiernos. Eso hace que pierda de vista la posibilidad de ir cimentando los cambios estructurales de largo plazo que permitan ir remplazando un sistema por otro mejor”, agrega Ignacio Andrés.

“Nuestros movimiento de la economía popular son el subsuelo del subsuelo del subsuelo. Ahora, por ejemplo, viene la propuesta de la Empresa Nacional de Alimentos. Nosotras durante el contexto Vicentín salimos a bancar esa propuesta, porque era un momento estratégico para hacerlo. Yo veo con pesimismo que se avance este año en eso. Veo que la inflación en el rubro alimentario va a ser brutal. Y esa es una de nuestras principales preocupaciones, porque somos una organización que produce alimento. Estamos viendo como fortalecer el rol del campesinado, de las trabajadoras rurales, en medio de una crisis alimentaria que viene profundizándose a pesar de un repunte del crecimiento económico. Quizás eso va a redituar en una mejora de los ánimos, pero no en una mejora significativa en la situación de vida de nuestros compañeros y compañeras. Este va a ser un año de un desafío enorme, de pensar cómo carajo vamos a hacer con el FMI pisándonos los talones para defender con uñas y dientes lo que hemos logrado hasta hoy y además recuperar lo que en términos de la riqueza de este país nos corresponde como trabajadores y trabajadoras. En ese sentido la lucha por el Salario Básico Universal es un piso de dignidad indiscutible. Y sin embargo está muy lejos de lograrse”, opina Mercedes Ferrero de Trabajadoras Unidas por la Tierra (Traut, también dentro de la UTR).

En Rosario intentan frenar el desalojo del Tambo “La Resistencia” | Marcha

La propuesta desde abajo

“A un mes de la pandemia, desde Ciudad Futura y el Frente Patria Grande, allá por mayo del 2020, salimos con una idea de una Empresa Pública de Alimentos. La llamamos pública, y no nacional, porque creemos que lo público tiene más alcance que lo estatal. Nosotros creemos que el principal debate que contiene a todos los demás es el de los alimentos. No solo que come y como lo come nuestro pueblo, sino de quién es la tierra, donde, que y como se produce. En que condiciones trabajan aquellos que producen la tierra y cual es el tamaño de las parcelas. Debatir los alimentos en Argentina es debatirlo todo. Nosotros entendimos que la Empresa Pública de Alimento tenia que empezar a poner en el foco este debate. Partimos de la tesis de que comer debería y tiene que ser barato, y nutritivo y ambientalmente sustentable. Pero eso no está pasando. Entonces hay que empezar a preguntarse por qué. Por otro lado somos firmes convencidos que un país verdaderamente federal tiene que apostar a procesos descentralizados, diversificados, a promover las economías regionales. Nuestro proyecto planteaba la creación de plantas fraccionadoras de moliendas provinciales locales a lo largo y lo ancho de todo el territorio nacional. Este año estamos próximos a inaugurar la primer planta en la ciudad de Rosario, que podría reunir a unos 12 productores pequeños y medianos de la provincia de Santa Fe. Es una planta modelo que reúne todas las condiciones para recibir la materia prima, molerla y fraccionarla, envasarla y generar una marca que pueda competir en el mercado traccionando para abajo los precios. Prontamente estaremos sacando los primeros alimentos, sanos, ricos, nutritivos, económicos y producidos de manera justa, con una trazabilidad ambiental y laborar que pueda dar cuenta de un proceso transformador de raíz”, anuncia Antonio Salinas, integrante de Ciudad Futura y a cargo de la Oficina al Consumidor de Rosario, ciudad donde la agrupación política tiene cinco concejales siendo la fuerza con mayor representación.

Se trata de la herramienta política que surgió de la organización Giros que en plena debacle neoliberal resistió el desalojo de las poblaciones del histórico barrio Nuevo Alberdi, uno de los más marginados de la ciudad. Hoy además de frenar estos proyectos inmobiliarios a través de una ordenanza que prohíbe los barrios cerrados en la ciudad, están desarrollando uno de los proceso de integración sociourbana más grande del país (147 hectáreas donde viven 2.000 familias). Con una mesa intergubernamental, con obras para la instalación de servicios públicos, una sede de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y un centro comercial popular a cielo abierto, entre otras iniciativas.

En Barrio Alberdi también se encuentra el tambo La Resistencia, una cooperativa de producción de leche y quesos que se comercializan en todo el país a través de las redes de la economía popular. “La tasa de homicidios de nuestra ciudad cuadriplica la media nacional. Entendemos que se trata de una serie de fenómenos convergentes, pero que básicamente se explican por el boom de la soja y el lavado de activos a través de la inversión inmobiliaria, que nos hicieron una ciudad por demás desigual. Entendemos que no se puede construir paz si seguimos exacerbando los grados de desigualdad que tiene Rosario. Con Ciudad Futura estamos trabajando fuertemente, con una expansión territorial muy importante, alcanzando 40 barrios populares dentro del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap, que estableció la ley 27.453 conseguida a través de la movilización popular de la UTEP durante el gobierno de Cambiemos). Con alegría también podemos contar que en los dos barrios donde las tasas de homicidios, sobre todo de nuestros jóvenes, más golpea en la ciudad, hace años que venimos sosteniendo nuestras escuelas de gestión social, donde egresan cientos de pibes y pibas de nuestros barrios, a las cuales muchas, las seguimos apoyando en sus estudios universitarios. Luego de la pandemia, donde tuvimos que abrir más de 25 comedores populares para atender la emergencia y contener toda la angustia y la bronca, que daba toda esa situación de aislamiento en las peores condiciones, hoy estamos trabajando fuertemente con toda la compañerada de los barrios populares para construir organización, tejer puentes y seguir ampliando la participación política protagónica, real y transformadora”, agrega Toni.

Con o sin ayuda del Estado.

“Lo que sucede dentro de la cuestión geopolítica con esto que esta sucediendo con la guerra o las políticas nacionales, como lo del acuerdo con el FMI, no han injerido en el desarrollo de la organización, porque en ningún momento ha habido política del estado en el territorio. No han bajado nada y sinceramente las organizaciones no indígenas han traccionado todos los recursos. No lo digo de mala manera. Sino que han dado la excusa al gobierno nacional y provincial que estaban haciendo cosas de las que en territorios indígenas no han hecho nada, pensando en la región del Chaco Impenetrable. Venimos de dos días de asamblea, decidiendo como íbamos a avanzar, si le íbamos a cortar la ruta a Capitanich o directamente mandarlo a la mierda porque que no necesitamos nada. En el sentido que hemos creado una asociación civil para crear una relativa autonomía con proyectos que han salido del exterior o desde algunos lugares que es mucho más fácil que el Estado. Construir la política social no siempre conlleva construir la política partidaria, o disputar recursos no necesariamente implican arrodillarnos o ser consecuentes con la coyuntura. De alguna manera tenemos permeado el camino, que es mucho mas difícil, pero le andamos, en el sentido que la venta de artesanías en palma o los proyectos de apicultura no están necesitando del apoyo del Estado. Hemos reinventado la política social desde la autonomía”,cuenta desde el Chaco Pablo Gramajo, del Consejo Indígena Nqataxac Nam Chi’Ishe y la Confederación de Pueblos Libres, que basa sus proyectos productivos cooperativos en la reforestación del monte nativo.

El capitalismo no puede evitar disimular su colapso más allá de las pandemias y las guerras. La disputa por bienes tan básicos como el alimento, el agua o el gas, es cada vez es más feroz, como anunció en su momento el Pocho Perón en el mensaje ambiental a los pueblos del mundo (¡Es alimento señores!). La injusticia y la desigualdad en la calidad de vida de las personas aumenta día a día. No sólo la brecha es cada vez mayor entre los que mejor viven y los que rondan términos de subsistencia, sino que los primeros cada vez son menos y los segundos cada vez son más. El desacople de la economía financiera y la real que comenzó con el abandono del patrón oro a mitad del siglo pasado en Breton Woods (cuando se creó el FMI) ha llegado a niveles inusitados de especulación y una cada vez más frecuente explosión de burbujas financieras que dejan el mismo tendal de muerte y hambre que cualquier guerra moderna. El complejo industrial oligopólico funciona como pantalla para este saqueo readaptándose a los tiempos de la industria petrolera o metalúrgica a la farmacéutica o del entretenimiento (a la cual denominan conocimiento). Mientras tanto desde abajo surge la economía verdaderamente real, la comunitaria, del cuidado, feminista, de respeto a los bienes comunes y la Madre Tierra. Cuando algunos teóricos progresistas hablan del ejemplo de Bolivia y su empresa de Alimentos, poco destacan que está política estatal jamás habría sido posible sin los numerosos mercados, redes de intercambio y pequeños productores (la verdadera competencia dizque perfecta) que existen desde tiempos ancestrales en manos de las pueblas andinas y que incluso sirvieron para sortear la crisis neoliberal del Consenso de Washington readaptándose en una economía popular pujante que hoy también importa tecnología China (pueden ver Argentina: las lecciones del milagro económico boliviano).

* “Ustedes en general no saben nada de nada y tienen una falsa idea de lo que es el nadaísmo cuando piensan que somos la amenaza material del orden burgués. Nosotros no vamos a robarle la billetera al capitalista, ni vamos a asaltar a media noche su despensa. Que los burgueses revienten tranquilos en medio de la abundancia. Nosotros no tenemos nada que ver con quienes no tienen problemas, sin dudas, ellos están salvados. Pero queremos confesarle una malvada intención a la burguesía. Señores burgueses: el nadaísmo se fundó para pervertir a vuestros hijos, vamos a interrumpir vuestro sueño y a despertar en vuestras alcobas inquietantes y terribles gérmenes de zozobra. Vuestros hijos regresarán una noche a pediros cuentas, ebrios y poseídos de una terrible cólera. Temedles, yo los conozco, son peligrosos” (Gonzalo Arango, La Malvada Intención)

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Progreso y litio ¿el fin de un sueño? Entrevista a Patricia Agosto de Be.Pe

Esta semana se conoció la noticia de que la minera china Zijin-Liex en Fiambalá, Catamarca, enfrenta deudas insostenibles, hubo despidos y paralizó su planta de procesamiento. Además fue acusada de maltrato laboral y de género. “Todo llegó de repente y de repente ahora nos topamos como que fue un mal sueño”, declaró una vecina. Una pesadilla que destruyó las fuentes de trabajo locales, tanto turísticas como agropecuarias que provocó manifestaciones en la puerta de la planta a finales de octubre.

Zijing es uno de los principales gigantes mineros del mundo, también en oro y cobre. En Fiambalá se incorporó a un proyecto de Litio que viene teniendo problemas hace rato.

Ya en noviembre de 2022, a partir de diversas denuncias y notas en medios locales, el fiscal federal de Cámara de Tucumán, Gustavo Gómez (con jurisdicción sobre esa provincia, Catamarca y La Rioja) realizó un estudio a pedido del fiscal federal de primera instancia de Catamarca, Santos Reynoso, en la que destacó la existencia de ‘serias irregularidades en el manejo de residuos químicos y el incumplimiento de normas de seguridad e higiene en la planta de procesamiento’. Hizo también mención a “condiciones de explotación y precariedad” de los trabajadores e “irregularidades en materia de seguridad” y agregó que la Asamblea Fiambalá Despierta había denunciado “contaminación de agua y avasallamientos de los derechos de trabajadores y habitantes de la región”.

Tres meses después de ese relevamiento, en enero de este año, los trabajadores de Liex Zijin SA, subsidiaria local de la minera china Zijing Mining, denunciaron incumplimiento del régimen laboral, exceso de horas de trabajo y malos tratos por parte de la empresa. Por ese motivo fueron despedidos 9 trabajadores. Diez meses después, la historia se repite pero más complicada.

Llegamos a octubre con una deuda de 150 millones de pesos y más despidos y denuncias.

Consultamos a la historiadora y educadora popular de Pañuelos en Rebeldía, Patricia Agosto, quien también es miembro de la ONG Bienaventurados los Pobres, de Catamarca, una organización que tiene 40 años de existencia dedicada a trabajar con la economía social y temas relacionados con el extractivismo.

LCV: ¿Qué relación tiene una empresa minera como Zijin con la población de Fiambalá ?

– Los chinos tienen una manera muy particular de insertarse en los territorios. No son igual que cualquier corporación del extractivismo ni del agronegocio. Tienen una manera particular que nosotras definimos en nuestra investigación como de una ‘invasión cultural’ y de una injerencia política muy clara.

Primero, resuelve todos los problemas que tenga la comunidad, porque hay una delegación de parte del Estado, el municipal, el provincial, a que esas cuestiones, esas problemáticas sociales las resuelva la empresa. Después, hay una injerencia que tiene que ver con lo cultural, porque se enseña chino, porque se festeja el Año Nuevo chino, digo, tiene una manera diferente de insertarse en el territorio. Entonces, todo ese proceso ya lo vivieron, ya están terminandoo construcción de la planta, aunque hay una parálisis. Estuvimos en la puerta de la empresa, porque no te dejan entrar, hace 15 días aproximadamente. La empresa está construida, o sea, la planta de procesamiento que está en las afueras de la ciudad está prácticamente terminada. Hay un parate que tiene que ver con muchas cosas: fundamental, el derrumbe del precio del litio a nivel internacional, que ahora este año dio 80% menos de lo que era hace dos años atrás el precio del litio en el mercado mundial. Porque hay exceso de litio, porque claro, todas las potencias del Norte Global se empezaron a desesperar para obtener litio y entonces lo que hay en realidad es tremenda cantidad. No hay tanta demanda como oferta. Esto claramente hizo derrumbar el precio.

Por otro lado, también muchas empresas contratistas, al  hacer un parate, en la terminación de la construcción, muchas empresas contratistas ya no están contratadas por Zijin, razón por la cual esto trae como colación todo esto que decía de la disminución de empleo, la ola de despidos. Pero creo que tiene que ver con esa lógica. La empresa ya está instalada, la empresa prometió incluso salarios mucho más elevados, que de hecho lo son, porque la verdad que la mayor parte de la población catamarqueña depende del empleo público y no son enormes, son bastante pequeños los salarios. Entonces, lo que se gana en una minera es mucho, a lo mejor son 400 o 500 mil pesos que nadie gana en Catamarca.

LCV: Tampoco estamos hablando de tanto.

—No estamos hablando de tanto, pero frente a lo que puede ganar un empleado público, quizás más ahora, quizás estoy diciendo cifras que no son actuales. Pero igual, ponele un millón de pesos, no importa, lo que digo es que nadie gana un millón de pesos en Catamarca. Entonces, hay como una atracción hacia ese tipo de empleos. Ahora, lo que pasa con la minería es esto: hay mucho empleo, relativamente, en la construcción de la planta y después lo que ocurre es que la planta se terminó de construir, se deja de contratar mano de obra local y frena la ocupación. El empleo está en manos de chinos y chinas, porque esto se ve muchísimo en Fiambalá.

LCV- Cuándo llegó Zijing a Catamarca?

—La empresa fue comprada por China no hace tanto. El proyecto original de Tres Quebradas, que es el proyecto este de Fiambalá, en realidad estaba en manos de Neo Lithium, que era una empresa canadiense con una subsidiaria que es Liex S.A, que es la misma que hoy es subsidiaria de Sinomach, de la China. Desde el 2016 están en Fiambalá con el proyecto. Fueron poco a poco, vos sabés cómo son estas cuestiones de la minería, primero la exploración, prefactibilidad, etcétera. Y en diciembre del 2021 se hace la audiencia pública a través de la cual se aprobó la fase de explotación de este proyecto de litio.

Nosotras tuvimos la posibilidad de estar en esa audiencia que fue absolutamente monocorde, solo se escuchaban voces favorables a la empresa. En esta audiencia pública, en la que poco tuvo que ver con que se escuchen todas las voces, fue la que dió su ‘aprobación’ al proyecto. A partir de esa audiencia se aprueba la fase de explotación y en enero del 2022 la compra Sinomach, la empresa china. O sea, la condición que se puso para comprar la empresa era que tuviera aprobada en esa audiencia pública la fase de explotación. Entonces, a partir de ese proceso, un proceso largo, se empieza a construir la planta.

No me sorprende nada de lo que pasa con Sinomach. Vivo en una provincia como Catamarca, que es el laboratorio de la megaminería a cielo abierto con el tema de La Alumbrera desde el ‘97. No sorprenden las cosas que ocurren, porque suele ocurrir esto mismo que está pasando. Es decir, la empresa se muestra relativamente amigable, en territorio, resolviendo problemas de la población local, prometiendo empleo directo e indirecto con los proveedores, etcétera. Y la verdad, con un discurso que tiene que ver con “la minería es igual a desarrollo”. Por supuesto, este discurso no es solo empresarial, sino que también es político. Entonces, nosotras hablamos claramente de una alianza estratégica entre el Estado y las empresas para instalarse.

LCV: ¿Quiénes ostentan el Estado en Catamarca? En todo caso, ¿Esto es transversal, el tema del negocio con las mineras, a todas las fuerzas políticas locales o alguna fuerza se enfrenta?

—Hace muchísimos años que en Catamarca gobierna el Partido Justicialista, es decir, ahora gobierna Raúl Jalil. Él se presentó por el Frente de Todos.

LCV: Pero ahora Jalil no está con el Frente de Todos.

No está porque se acomoda. Viene acompañando las medidas de Milei. Y sinceramente, si vos me preguntás si hay alguna fuerza política en Catamarca que se oponga, te podría decir que desde la palabra quizás algunas, pero primero, hace muchos años que gobierna el Partido Justicialista. Entonces, es difícil saber qué harían, pero los radicales en su momento, que también estuvieron hace muchos años tampoco han sido, siendo gobierno, una voz muy opositora a la minería. Además, sumale a todo esto todo el discurso de la transición energética.

En el caso del litio, es considerado un “mineral estratégico” para las energías limpias, para la supuesta transición energética, que es absolutamente necesaria para reemplazar, digamos, los combustibles fósiles. Pero bueno, nosotros tenemos un debate enorme con ese concepto de la transición energética, porque lo primero que tenemos que pensar es para quién es esa energía, para qué es esa energía, desde dónde se está proponiendo esa transición.

LCV: No hay una mirada social, obviamente, en esa transición energética social.

—Y es muy colonial, si querés, Nora. Porque la realidad es que el Norte Global, lo que hoy llamamos el Norte Global, el Primer Mundo en otro momento, en realidad es una propuesta de transición para ese mundo. Entonces es como que “recuperamos”, revivimos toda la política de la concepción colonial del vínculo entre los países del Sur Global y el Norte Global, diríamos hoy. Porque, ¿qué rol tiene Catamarca o la Argentina en esta propuesta de transición energética? Bueno, proveer los bienes comunes, diríamos, o sea, el litio o el cobre, con la misma lógica colonial de toda la historia, de toda nuestra historia, ¿no?

LCV: Absolutamente, una lógica colonial, en donde además no nos extraña entonces la violencia de género, que los trabajadores sean rehenes de los problemas económicos de las empresas y demás.

—Total. Yo, mirá, lo que te agregaría es que es una lógica, una estrategia que es muy común de cualquier empresa. Es decir, te lo vamos a decir vulgarmente: prometen el oro y el moro mientras están por instalarse en el lugar.

LCV: Supongo que la situación de la gente respecto de esa desilusión debe ser importante también, ¿no? Deben haber comprado el discurso del progreso total.

—Porque además Catamarca es una de las provincias más pobres de la Argentina. O sea,  ejemplo más claro que Catamarca para demostrar que la minería no lleva al supuesto desarrollo, al supuesto progreso, es Catamarca, que desde el 97 tiene la experiencia de La Alumbrera. Entonces, digo, más allá de eso, la situación general de la provincia, del país, lleva por supuesto a mucha gente a ilusionarse, por decirlo de alguna manera, con este discurso muy sostenido desde la empresa y desde el Estado, que tiene que ver con que de la mano de la minería viene el desarrollo, viene el progreso. No es lo que muestra Catamarca, porque basta solo mirar las estadísticas sociales de Catamarca y vos te das cuenta que nada que ver con eso.

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Palo y palo. El gobierno manda un ‘Escuadrón Contradisturbios” a Neuquén.

La ministra Patricia Bullrich anunció el envío de un “Escuadrón Contradisturbios de 130 efectivos de la Gendarmería Nacional a Neuquén. Con la colaboración del Ministro de Defensa, Luis Petri, que colaborará con fuerzas de militares, avanzan en la política de ‘protesta cero’ que no le está yendo tan mal según sus propios criterios. Los funcionarios vocean, aquí y allá, que nunca hubo más tranquilidad en la Ciudad de Buenos Aires. Los medios medio amigos sirven de usina para difundir la idea. Los comunicadores y politólogos afines al gobieno resaltan que es un ‘exito’ que ante el ‘mayor ajuste de la historia de la humanidad’ sea uno de los períodos con menos cortes de calle. Entusiasmados con ese análisis, avanzan en una política represiva ante los disturbios que en Neuquén son varios: Vaca Muerta, con sueldos de mala muerte, y muchas muertes obreras. Además, los demonizados Mapuches que tienen la insolencia de considerar que las tierras no tienen otro dueño que su creador, si es que existe, y los primeros que la habitaron pueden considerarse dueños de ese patrimonio de la humanidad.

El acto de lanzamiento del mencionado Escuadrón, no contó con la presencia del gobernador neuquino, Rolando Figueroa, quien expresó su disconformidad en establecer una base de Gendarmería en su provincia con un cuartel que se instalaría en Río Negro.

El conflicto que parece haber despertado un alerta roja en los ministerios de seguridad y defensa fue la muerte de otro obrero en Vaca Muerta. El 9 de octubre, Miguel Fernández, de 40 años, falleció cuando realizaba tareas de rutina en una perforación en Bajada de Palo Oeste. Al conocer la noticia, el Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa, anunció la paralización total de actividades en protesta por las reiteradas muertes de trabajadores en Vaca Muerta. Bajo el lema “Basta de muertes en el petróleo”, los empleados del sector aseguraron que se trata de la cuarta muerte en lo que va del 2024. En este sentido Marcelo Rucci, secretario general del sindicato, advirtió que “hay un montón de compañeros accidentados y mutilados”. Miguel Fernández, de 40 años, falleció cuando realizaba tareas de rutina en una perforación en Bajada de Palo Oeste. El gremio de la región advirtió que la medida de fuerza es por tiempo indeterminado.

El ‘accidente’ de Miguel Fernández no fue un hecho aislado El caso más emblemático ocurrió el 28 de diciembre de 2021 en la refinería NAO de Plaza Huincul, donde fallecieron 3 operarios producto de una explosión por las desastrosas condiciones en que operaba la misma. Luego, sobrevinieron otras muertes en pozos y rutas, por las condiciones inhumadas de trabajo.

Al conocer la novedad de un Escuadrón antidisturbios en la provincia, que tiene como fin, de acuerdo a lo anunciado, «proteger los recursos naturales» y reducir los bloqueos en zonas estratégicas de producción de gas y petróleo, el sindicato de Petroleros Privados, encabezado por Marcelo Rucci, sostuvo «A los garrotazos el país no va a salir adelante», y mostró su preocupación ante la posible militarización de los conflictos laborales en la región ya que esta medida limita su capacidad de protesta para visibilizar y garantizar las demandas de seguridad laboral y mejores condiciones en los yacimientos.

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Ambiente

Planeta Giussani/El fuego y sus memorias

Esta semana, queridos planetarios, solo fuego hubo en mis ojos. Imágenes oníricas y pensamientos flamígeros. La tierra en llamas, almas desesperadas, sirenas y silencio. La memoria que arde, también, en recuerdo de otros fuegos soplados por otros vientos.

Pocos símbolos más fuertes que el fuego. Elemento casi mágico que hipnotiza las miradas, calienta el corazón, seduce y mata. Señor de la luz, dueño de la vida y la muerte. Considerado como un don divino, el sol en la tierra, venerado en casi todas las mitologías. Elegido por muchos para expiar nuestros pecados, purificar el alma, muerte que precede el renacimiento, mediador entre la naturaleza y la cultura, entre el cielo y la tierra. El fuego como advertencia y castigo. Hogueras de brujas todavía ardiendo por el miedo de una sociedad ciega, sorda y muda.

Leo en un excelente artículo titulado “El fuego y su mágico simbolistmo”, escrito por Sofía Gómez en la revista Vagabunda de México: “El fuego es una ensoñación mágica, escurridizo en su estado original. Ha cautivado al humano desde que lo conoce. Es suficiente con apagar la luz eléctrica y encender una vela para sentir su efecto en cualquier espacio y tiempo. La llama, dice Bachelard, es un fuego húmedo, líquido ardiente. Un reloj de arena que corre hacia lo alto. Más liviana que la arena, que se desmorona, la llama constituye su forma como si el tiempo mismo estuviera siempre ocupado.Esta convoca a los sueños de la memoria.

Una vez más, Córdoba se erige en representación involuntaria de esa simbología. Córdoba, la docta. La iluminada por la luz de la razón. Pero también Córdoba, la del cordobazo que encendió tantos fuegos como pudo y logró derrotar a uno de los mostruos que gobernaron nuestro país. Decía Agustín Tosco de aquellas históricas jornadas: “En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares, ya no se apagará jamás.

Parece que hay fuegos y fuegos, o fuegos y fueguitos, al decir de Galeano. O quizás simplemente ocurre lo que un físico del siglo dieciocho demostró: por más que lo intentes es imposible reunir las llamas de dos velas. Cada quien brilla por sí mismo.

El ya mencionado Gastón Bachelard, filósofo francés del siglo XX, obsesionado por el fuego, escribió un libro titulado “Psicoanálisis del fuego” y otro llamado “La llama de una vela” en donde dice: “La bujía eléctrica no nos permitirá nunca los sueños de aquella lámpara viviente, que con aceite,  hacía luz. Hemos entrado en la era de la luz administrada. Nuestro único papel consiste en dar vuelta a una llave. No somos más que el sujeto mecánico de un gesto mecánico. No podemos aprovechar este acto para constituirnos, con legítimo orgullo, en el sujeto del verbo iluminador”.

El sueño de la razón produce monstruos” pensaba y pintaba Goya entrando a un nuevo siglo. El siglo de las luces, aquel ochocientos en el que creíamos en la luz como el resplandecer de un nuevo mundo. Y un nuevo mundo nacía pero los monstruos no se espantaban con su luz, simplemente crecían al calor de otros fuegos.

En fin, esta semana, queridos planetarios, también hubo humo en mis ojos. Cómo ver la realidad entre tanta niebla?

Mientras en Córdoba la desesperación de una lucha desigual frente al fuego que ya había arrasado miles y miles de hectáreas y se acercaba a las casas de los vecinos que resistían a pura voluntad con la poca agua que tenían a mano, y gritaban frente a las cámaras de televisión “es intencional, es intencional”, y no culpaban a Dios ni al cambio climático, más bien al saqueo de nuestras materias primas que necesita una carretera para llegar a buen puerto, o a negocios inmobiliarios, y señalaban al gobierno nacional y provincial por tanto abandono reclamando la declaración urgente de una “emergencia nacional”; el gobernador de la provincia, Martín Llaryora, sostenía que quienes lo critican “quedan como unos boludos”; y el ministro de Turismo, Medio Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, no hablaba ni explicaba porqué la Ley Bases eliminó el fideicomiso para la administración del Fondo Nacional de Manejo del Fuego y no sólo éso, su presupuesto se había subejectutado, gastando apenas un 25% de lo asignado; y Mercedes Ninci, quien vio cómo su casa de infancia era devorada por el fuego increpaba a la Ministra de Seguridad por la compra de aviones militares y no hidrantes; mientras todo esto ocurría, Milei se paseaba sonriente por Nueva York, tocaba la campana de la bolsa, y se sentía un héroe del anarcocapitalismo global, su ministra de relaciones exteriores, la Sra. Mondino, anunciaba con orgullo que nuestro país votaría en contra del llamado “Pacto de Futuro” propuesto por la ONU como un manifiesto de buenas intenciones para frenar el desarrollo no sostenible y todos los desafíos ambientales y digitales que se nos vienen encima. No, no, no, Argentina será libre y tendrá “alas para volar” twiteó la ministra sin sonrojarse, y agregó con la pomposidad habitual de su gobierno, que en la primera reunión del presidente Milei en Naciones Unidas, “Argentina será un Faro de Libertad”.

Un Faro. Luz cegadora que no le dejó ver lo que cualquier habitante de Punilla, Traslasierra o Calamuchita tenía en claro: “este es un incendio anunciado”. En realidad, desde el 2020 se suceden año tras año estas catástrofes en la sierras cordobesas. Esta fue la más feroz, y lleva semanas expandiéndose.Roberto Schreiner, vocero de la Secretaría de Gestión de Riesgos de Córdoba expresó su desconcierto: “Tiene una dinámica extraña todo esto y estamos intentando adaptarnos a los cambios”.

En un testimonio tomado por el diario Clarín, un vecino parece tener las cosas más claras y dijo, simplemente: “Hace tres semanas que vienen prendiendo fuego y sabemos que son intencionales. Se quemaron zonas donde quieren construir autovías y donde quieren instalar negocios inmobiliarios. Necesitamos que sea declarada reserva intangible. El bosque nativo hay que cuidarlo”.

Por ahora, la policía detuvo a dos hombres sospechosos de haber provocado los incendios en la zona de Punilla, ya que fueron encontrados con bidones de combustibles en lugar de agua.

Así enfrentamos una nueva semana. Conmovidos por la resistencia de una población que enfrenta una cordillera de llamas que nada tienen que ver con la purificación. Llamas provocadas por seres demasiado terrenales, de magia aquí no queda nada. Sólo queda saber quién está prendiendo el fuego y sobre quienes caerá el castigo.

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