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El inglés de la valijita, por Oscar Taffetani

Había un Palermo de casas con zaguán y conventillos de inmigrantes, un Palermo de calles empedradas y cuchilleros a los que Carriego vio y Borges cantó. Pero el Palermo en donde decidió instalarse William Morris era más bravo aún. Lo llamaban “Tierra del Fuego”. Decían que allí se terminaba todo.

Aún podía verse, en Tierra del Fuego, el palacio de Juan Manuel de Rosas, reciclado como cuartel en ausencia de su dueño. El resto eran caballerizas, obradores y galpones ferroviarios, unas pocas casas de ladrillo y algunos ranchos asomando a las calles de tierra.

Hacia el oeste, los bajos del arroyo Maldonado. Hacia el norte, los bajos del río de la Plata. En el centro, un bosque ya sin jardineros ni paisajistas, en pleno retorno a la vida salvaje. Y por ahí, viviendo en los pajonales, descalzos y andrajosos, cientos de niños sin madre, sin padre ni escuela, cimarrones a pesar de ellos, rebuscándoselas como boyeros de campo -en el mejor de los casos- y como rateros casi siempre, en los bordes de la ciudad.

El inglés había abierto la escuela con lo indispensable: bancos, mesas, pizarrón, tizas, libros… pero nadie se acercaba. Agregó entonces una olla, tazones, platos, algunas camas… los comensales y huéspedes no llegaban. Luego de esperar unos días, despertó al casero y le dijo: “-Acompáñeme, vamos al bosque a cazar candidatos”.

Y allá estaban los candidatos, espiando detrás de las matas, con piedras y terrones en sus manos, acostumbrados a bajar faroles y a correr gringos y galeritas a cascotazos. Pero el inglés no les tuvo miedo. Se les acercó, habló con ellos, los invitó a comer en su casa.

El primer candidato, con la cara sucia, moqueando, lo siguió vacilante. Detrás de él, sin perder la distancia, fueron los otros. En la escuela del inglés, luego de pasar por el agua y el jabón y estrenando los primeros zapatos de su vida, 17 niños se sentaron a la mesa. Durante el almuerzo, tímidamente, llegó a la puerta el candidato dieciocho. Inaugurando una tradición solidaria, todos se corrieron para hacerle lugar.

Los pocos que se sentaron a comer con William Morris aquel mediodía de otoño de 1898 fueron 200 al año siguiente y mil al llegar el fin de siglo. La escuela no sólo les enseñaba a leer y escribir; también a sonarse la nariz, a lavarse la cara y a saludar por las mañanas.

La receta para el milagro no tenía misterio, y el inglés se la explicó al presidente Julio Argentino Roca el día que pudo entrevistarlo: “-¿Con qué hombres realiza usted su obra”, le preguntó el general. “-Con los que encuentro”, le respondió Morris.

DEL TAMESIS AL RIACHUELO

Entre los esperanzados colonos que en 1871 llegaron a Sapucay, pueblito selvático próximo a Asunción del Paraguay, se contaba un inglés de Soham (Cambridge), delgado y melancólico, un hombre que había perdido hacía poco a su esposa y que con austeridad criaba cuatro hijos.

De hachas siseando en el monte y ovejas pastando en las abras fueron entonces los primeros recuerdos sudamericanos de William Case Morris, pelirrojo de siete años que asistió desde muy temprano a la abnegada lucha por la supervivencia de su padre y su familia emigrante.

Siete años después -con bíblica exactitud- el grupo decidió abandonar el Paraguay y viajar Paraná abajo, hacia la promisoria llanura santafesina. Tras pasar un tiempo en Rosario, que hervía de inmigrantes y colonos, Morris y sus hijos alquilaron una chacra en Rodeo del Medio. Entre ovejas y gallinas, abriendo surcos y llevando el agua a los plantíos, pasaron los siguientes años de Will. Por las noches -recordaría más adelante- un pasaje del Antiguo Testamento leído por su padre o algún viejo himno entonado por su hermana y acompañado con un solitario violín, eran el único preludio al sueño.

Cuando William decidió dejar la chacra y bajar por el río hasta la boca del Riachuelo, ya tenía veintidós años y la firme vocación de vivir en la ciudad, en ese sitio donde la colmena humana destila lo mejor y lo peor. Obviamente, al joven Morris le interesaba lo peor, el lado oscuro de la gran urbes, los niños arrojados por millares a la mendicidad y la delincuencia. Esos eran sus candidatos.

Instalado en la Boca, fue pintor de brocha gorda y más tarde empleado de comercio. Visitando bibliotecas obreras y adquiriendo ediciones baratas terminó de aprender el idioma español. En la calle, las ferias y los cafés, tuvo oportunidad de aprender también el dialecto de las orillas, ése que hablaban los obreros de las curtiembres, los lavaderos de lana y los frigoríficos, el mismo que farfullaban vagos y malentretenidos, habitués de las páginas policiales.

La primer aula fue una simple sala a la calle, alquilada con sus ahorros.y equipada gracias a un préstamo de sus compañeros de trabajo. Bancos de cocina, una mesa de pino, pizarrón, tizas y mapamundi, lo estrictamente necesario. Luego, debió salir a buscar candidatos por el barrio de la Boca, chicos y muchachos que quisieran aprender a leer y escribir. Se acercaron algunos pero -como le pasaría siempre, a lo largo de su vida- los que llegaban tenían más necesidad de un plato de sopa o un tazón de leche que del abecedario.

William C. Morris

Buscando apoyo para la escuelita, Morris se acercó a empresas y familias británicas radicadas en la Argentina. Una tarde, mientras asistía al servicio en un templo metodista, se enamoró perdidamente de una voz que cantaba tras el armonio. La dueña de la voz se llamaba Cecilia O Higgins y pronto (con la rapidez y decisión que acostumbraba el joven docente) fue la prometida, la esposa y la compañera capaz de seguirlo en su cruzada.

Cecilia era huérfana de madre, lo mismo que él. Su padre había sido un coronel del ejército de Su Majestad destinado a la India, a quien había visto pocas veces en su vida. Aquel matrimonio, celebrado en 1890, fue el casual (o causal) encuentro de dos orfandades, movidas por una sola vocación: salvar a los niños abandonados.

Con la ayuda de la Iglesia Metodista, que años más tarde lo nombraría Ministro, pronto quedó conformada la Boca Mission Hall Fund and Schools, institución que administraba un asilo para marineros (procurando alejarlos del alcohol y la violencia), un comedor popular y varias aulas de primeras letras.

Pero Morris soñaba más alto. Un día, juntó las dieciocho libras que hacían falta para pagarse un boleto de ida a Gran Bretaña y allá partió, con su valijita. Quería entrevistar a los directores de las compañía inglesas con filiales en la Argentina y conseguir una opinión favorable (con la consecuente ayuda económica) para su obra.

LA PROMESA A MAMÁ

Un antiguo proverbio sajón que Morris gustaba repetir en sus conferencias dice que la mano que mece la cuna gobierna el mundo. Tanto era así para el inglés de la valijita, que no abandonó el suelo inglés sin visitar antes el cemenrterio de Soham, donde descansaba su madre, para reafirmar una vieja promesa. El niño, ya hecho hombre, se comprometía ante la memoria de su madre, cuya figura borrosamente recordaba, en empeñar su vida entera para ayudar y dirigir a los niños huérfanos o que carecieran “del refugio y la inspiración que da un buen hogar”.

Aquella promesa hecha ante una lápida de Soham fue más importante para Morris que cualquier culto político o religioso constituído. Por eso, llegado el momento, no vaciló en dejar a los metodistas, cediéndoles las instalaciones levantadas con esfuerzo en la Boca, y en acercarse a los anglicanos, buscando una estructura material y política que le permitiera colonizar la “Tierra del Fuego” . La simple lectura de los libros contables de las Escuelas Evangélicas (como se las llamó inicialmente), deja ver quiénes eran los donantes que con su pequeño aporte las sostenían: Moore, Walker, Junor, Richards, Bayley, Brown, Edgecumb, Turner, Tay, Martindale, Nicholson, Leech, Craig, Bennet, Barreneye…

Hacia fin de siglo, tras años de antesalas y amansadoras, Morris consiguió también el importante apoyo económico y político de don Ernesto Tornquist, banquero, industrial y dirigente conservador que le facilitó la llegada al presidente Roca y al establishment porteño del Centenario.

Todo quedó prolijamente anotado, con la letra de Míster Morris o de Cecilia. Si una imaginaria DGI de la moral y la honradez quisiera examinar hoy esos libros que conservan los exalumnos del inglés, descubriría la modestia y la sencillez ejemplar con que vivía el mayor protagonista de aquella cruzada, quien nunca tomó para sí un peso ni una libra de las donaciones que recibía y quien, por el contrario, dedicó siempre una parte de su modesta asignación como Pastor anglicano a la compra de útiles o al socorro de algún desesperado.

ADIÓS A LA “TIERRA DEL FUEGO”

La rápida expansión y diversificación de las escuelas evangélicas habla de la impecable administración de fondos que hacían los Morris, pero también de un importante déficit social y educativo que arrastraba la Buenos Aires de principios de siglo. Por eso, la crisis del 30, que combinó una terrible iliquidez empresaria con la mora en los subsidios acordados por la Municipalidad y por la Nación, asestó un duro golpe a la obra del inglés de la valijita. ¿Cómo seguir alimentando a los más de siete mil niños inscriptos? ¿Cómo pagar a los doscientos treinta docentes, al personal de limpieza y administración?

Como en los viejos tiempos, el inglés decidió viajar a su madre patria y solicitar auxilio a las empresas británicas con filiales en la Argentina. Una conmovedora multitud de niños rescatados de la calle por el Hogar El Alba o por las veintidós escuelas creadas, llegó hasta Plaza Constitución para despedir el tren a La Plata, puerto donde el matrimonio Morris abordaría un paquebote hacia Inglaterra.

Esos que miraban a la pareja desde el andén, con sus caras limpias y sus uniformes recién planchados, no eran los hijos que les había regalado mamá Naturaleza. Eran los hijos que ellos habían decidido tener. Pero la salud del maestro estaba quebrantada y en esos años apenas pudo moverse de la casa de Soham y escribir cartas a algunos amigos. Una de las misivas la recibió el Dr. Sagarna, ministro de la Suprema Corte de Justicia argentina y amigo del presidente Agustín P. Justo. El viejo Morris le recordaba al supremo que los subsidios llegaban con varios meses de atraso y que las escuelas sobrevivían gracias a la buena voluntad de sus docentes y personal (a quien se llegó a deber once meses de sueldo).

Los subsidios se pagaron, finalmente. Y también las deudas. Pero Morris no vivió para verlo. Su corazón dejó de latir el 15 de septiembre de 1932, hace exactamente setenta años.

Tal como estaba previsto desde su misma fundación, las Escuelas e Institutos Filantrópicos Argentinos, incluyendo edificios y planteles, pasaron al Consejo Nacional de Educación. Se incorporaron al sistema público, con el que nunca habían tenido diferencias ni de programas ni de contenidos (aunque sí en la formación de hábitos y en la actitud ante la vida). William Morris no fue más que otros heroicos educadores y misioneros que hubo en la historia -Don Bosco, Albert Schweitzer, Teresa de Calcuta, entre muchos-. Tampoco fue menos.

La metáfora del haber, tan cara a su meticuloso espíritu de administrador, le sirvió en una conferencia para expresar un sentimiento profundo, gestado en su propia infancia: “Con toda seguridad, los hombres y las mujeres que en todas partes del mundo se ocupan en cuidar y mejorar la vida de la niñez están haciendo la mayor y la más valiosa contribución al bienestar humano y al verdadero progreso de los pueblos. El haber de un pueblo, que puede ser aumentado infinitamente; el haber de una nación, cuyo valor puede progresar hasta lo indecible, es su niñez.”

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Gravísimo: Seis allanamientos contra dirigentes de ATE Rosario

La embestida judicial contra referentes gremiales y sociales parece no tener límites. A los allanamientos a decenas de comedores populares, las causas contra el dirigente del PO, Eduardo Belliboni por supuesto ‘desvío de fondos’, y a una semana del brutal allanamiento sufrido por la dirigente social Fernanda Miño en Villa La Cava, en el que encapuchados, sin identificarse, entraron a su casa de manera violenta y pegándole a niños y adultos; Rosario fue escenario de un operativo simultáneo en busca de reconocidos dirigentes de la seccional de ATE.

Durante la mañana de este miércoles, se llevaron adelante seis allanamientos en Rosario y Venado Tuerto. En Rosario se libró orden de detención para tres integrantes de la Comisión Directiva de Amsafe Rosario, un referente de la CTAA- Fenat Rosario y un trabajador de Niñez recientemente despedido afiliado a ATE. Uno de los agresivos allanamientos se dio en la casa de la madre de la secretaria general de ATE y CTAA Rosario, Lorena Almirón, donde buscaban remeras, pecheras, gorros y pancartas de ATE

“Esta mañana, a las 7, allanaron la casa de mi mamá, que es una persona mayor. Entraron rompiendo la puerta pese a que mi tío, que vive delante de su casa, les dijo que tenía las llaves. Yo llegué rápidamente, porque vivo a dos cuadras, y no me quisieron mostrar la orden de allanamiento. El jefe del operativo no se identificó. Nos maltrataron y, claramente, sabía con quién estaba hablando. En ningún momento me quisieron dar ningún tipo de información, ni siquiera permitieron que mi mamá se asomara para saber si ella estaba bien”, narró la dirigente estatal.

Hasta las 17 horas las personas privadas de la libertad permanecerán en la sede de la PDI a la espera de su traslado a Santa Fe, donde este jueves a las 9hs se leerán los cargos. Al momento se imputaría a los compañeros que participaron de la protesta contra la reforma previsional el 12 de septiembre frente a la legislatura santafesina por daño calificado e impedimento de funcionamiento del Congreso, aunque aún no se transmitieron especificaciones personales de los cargos. La Fiscal a cargo es María Laura Urquiza. 

La orden de oficio se dio el mismo día que se hizo pública la definición judicial de rechazar la inconstitucionalidad de la reforma jubilatoria por planteos de los sindicatos y el avance de las causas particulares en ese sentido. Y también sucedió a menos de 24 horas de haber decretado el cierre de las paritarias provinciales. El gobierno de Pullaro atacó a las organizaciones que masivamente rechazaron la oferta salarial y sostienen un plan de lucha contra el ajuste. 

Un sinfín de organizaciones locales, nacionales e internacionales se han pronunciado por la garantía de los derechos, la integridad psico física y el debido proceso a los detenidos, exigiendo su inmediata libertad por entender que son víctimas de un grave proceso de criminalización y judicialización de la protesta social. 

Los sindicatos afirman que la investigación tiene un perfil intimidatorio y antidemocrático sobre el derecho a la protesta. Convocaron a concentrar en Gobernación a las 17.00 para repudiar los hechos y exigir la liberación inmediata. 
 

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Alcides Araya y ‘la cruzada para mantener vivo el cine nacional’.

A pesar de los pesares, la cultura resiste, crece, se difunde. Este es el caso de Alcides Araya, director del documental histórico “El Último Guerrero”. Una producción que rescata el testimonio de Eufrasio Videla, el último soldado que participó de la gesta del General San Martín.

El último guerrero fue realizada con subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) en 2019 y se estrenó este año en Mendoza y ahora llega al Gaumont. Una mirada fresca y contemporánea sobre hechos históricos a través de un meticuloso trabajo de investigación y producción. “Eufrasio Videla fue uno de los primeros registros cinematográficos en la provincia de Mendoza. Entonces la primera tarea que se nos ocurrió fue buscar ese material de cine. Estuvimos mucho tiempo tras él, investigando. Incluso aprendimos de que desde el 1890 al 1920 aproximadamente, la mayoría del material estaba firmado con cloruro de plata y que se incendiaban muchos estudios a causa de eso. Muchas películas se perdieron en Argentina en esa época.” Una búsqueda que parecía imposible pero que finalmente se convirtió en un documental gracias a la pasión y el profesionalismo de sus autores.

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La universidades resisten a la baja del 40% del presupuesto

Mientras Milei continúa con su política de provocación y represión frente a las demandas de amplios sectores de la sociedad con relación a derechos básicos adquiridos como el de la educación pública, estudiantes y gremios profundizan su plan de lucha. El gobieno se mantiene indiferente y repite como un mantra ‘no nos van a mover de nuestra política’ ni con millones de personas en la calle ni con paros’. Una política que apunta al desgaste ¿para qué movilizarse si nadie escucha? Sin embargo, la comunidad educativa se mantiene firme y no es fácil prevér una salida cuando nadie escucha en el Palacio. Tanto la Casa Rosada como el Congreso hacen oídos sordos.

La semana comenzó con multitudinarias asambleas federales interfacultades en todo el país, clases abiertas y tomas en más de 60 facultades. Un comunicado firmado por la CONADU, el Frente Sindical Universitario, la Federación Universitaria Argentina (FUA) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), reafirmaron su defensa y compromiso con la universidad pública y dieron a conocer la agenda de lucha:

Miércoles 16/10, 18 horas: Marcha de Antorchas de estudiantes, desde Plaza Houssay hasta Palacio Pizzurno en la Ciudad de Buenos Aires, en repudio a la violencia ejercida por militantes libertarios que atacaron a los estudiantes que participaban de una asamblea en la Universidad de Quilmes.

Jueves 17/10: Paro Nacional Docente y No docente universitario.

Lunes 21/10 y Martes 22/10: Paro Nacional Docente Universitario.

Miércoles 23/10, 12:00 horas: Clases Públicas frente al Congreso de la Nación. Esta actividad se prevé como periódica y semanal.

Federalización de actos y marchas regionales en todo el país, hacia la construcción de un Gran Encuentro Federal Universitario.

Adhesión al paro nacional del 30 de octubre convocado por los gremios del transporte

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Según el último informe del Observatorio de Argentinos por la Educación, la inversión nacional en educación cayó un 40% este año en comparación con 2023. Destacan en el mismo que la educación fue es sector que sufrió el mayor ajuste con relación al resto del Estado y esa caída no tiene vistas a revertirse en 2025 de acuerdo al presupuesto proyectado. La educación básica, primaria y secundaria, fue la más afectada.

“En los 40 años de democracia, solo hubo una reducción interanual similar del presupuesto educativo nacional en 1992 (-41%), como consecuencia de la Ley 24.049 de 1991, que transfirió las escuelas secundarias y los institutos terciarios de la órbita nacional a las provincias”, señala un informe de Infobae.

El ajuste educativo nacional de 2024 es mayor al efectuado durante las peores crisis económicas de las últimas décadas, como la de 1989 (con un ajuste educativo nacional del 24%) o la de 2002 (con un ajuste del 15%).

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Para profundizar sobre la situación actual de la educación, La Columna Vertebral entrevistó a Daniel Ricci, Secretario General de la Asociación de Docentes de la UBA (ADUBA) y Secretario General de la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), quien desmintió los dichos de Milei quien sostuvo que a la universidad van sólo los estudiantes de la clase alta, en línea con los dichos de José Luis Esperte quien sostuvo que apenas un 12% de los estudiantes son ‘pobres’. “El presidente nos tiene acostumbrados a que inventa cosas en las redes, tira a cosas como si viviera en una realidad paralela. Si miramos los anuarios de la secretaría de políticas universitarias, tanto de gobiernos anteriores como los actuales de este gobierno, vemos que más del 50% de los estudiantes en las universidades públicas son primera generación de universitarios. Para un estudiante de clase media hoy es difícil ir a la universidad. sabemos que el 60% son hijos de trabajadores en un país en el que más de la mitad cobra sueldos por debajo de la línea de pobreza, solo pueden llegar a ascender socialmente si van a la universidad pública y con un gran esfuerzo. Lo que pasa es que, obviamente, Milei tiene un profundo desprecio por los trabajadores”, sostuvo Ricci. Y destacó el rol de la educación en la historia del país: “Argentina se fue creando a partir de la obligatoriedad de la educación, el trabajo como herramienta de cohesión social y de permitir que los argentinos vivamos mejores. Lo que vemos es que Milei está destruyendo todo eso. La ley 1420 y todo lo que fue la generación del 80 llegó a la obligatoriedad de la educación en la Argentina. Fue la creación de la nacionalidad, con todos los defectos que tuvo, de que era el centralismo porteño y el desprecio por los pueblos originarios, pero tenía que ver con que se creía en la educación como cohesión social y se buscaba un pueblo instruido, que después eso con el radicalismo avanza, con Yrigoyen haya un mayor acceso de las clases medias a la educación, y con el peronismo, con la gratuidad universitaria, explotamos. Lamentablemente, Milei nos quiere llevar a antes de la ley 1420, nos quiere más antes de Roca. Recordemos el proyecto original de la Ley Base decía que los padres podían decidir si mandan los hijos a estudiar o a trabajar.”

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