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Éxodo, por Pablo Touzón y Federico Zapata

FÚTBOL Y ESTADO, ASUNTOS SEPARADOS

Is he the President of Argentina?”. La pregunta se repitió por doquier entre los cientos de millones de personas que observaban, desde los cinco continentes, el ingreso regio del Chiqui Tapia junto con Emmanuel Macron al final de la mejor final de la Historia. La pregunta no sólo registra el descenso del peso de la Argentina en los asuntos mundiales –a esta altura, una obviedad analítica- sino también, y principalmente, un estado de las cosas en la relación entre política y sociedad en nuestro país. La pregunta nacional, proyectada al universo: ¿Quién es el presidente de Argentina? Un símbolo viviente del -Jorge Asís dixit- “poder vacante” contemporáneo.

Lo que cada cuatro años suele considerarse un momento (“la sociedad se desconecta durante el mundial”) parece haber evolucionado hacia un estado (“la sociedad se desconectó desde el mundial”). Estamos transitando un modo “política post-mundial” que ha dejado a la sociedad argentina en un lugar diferente en relación con el universo de temas y actores que definen el ecosistema político. ¿En qué sentido? ¿Cómo opera esta desconexión? ¿Cuál es su dinámica?

En el año 2000 el italiano Toni Negri y el norteamericano Michael Hardt escribieron un libro que fue una marca de época: Imperio. Este comenzaba con la cita anónima de un partisano italiano: “Queremos destruir todos los monumentos ridículos a aquellos que han muerto por la madre patria y erigir en su lugar monumentos a los desertores. Los monumentos a los desertores representarán a todos aquellos que murieron en la guerra, pues cada uno de ellos murió maldiciendo la guerra y envidiando la felicidad del desertor. La resistencia nace de la deserción”.

La fecha no es antojadiza. Un prólogo al 2001. La caída de las Torres Gemelas y el principio del fin del Fin de la Historia. Una crisis que tuvo en estas pampas un pulso propio. El desplome de la convertibilidad y de su pacto social, que generó la línea de fractura democrática entre sociedad y política más importante hasta el día de hoy: que se vayan todos. La furia colectiva contra la élite política. Pero ese enojo presuponía también una expectativa. Un “todavía espero algo” de la política. La secuencia entre las asambleas barriales, Luis Zamora, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner lleva las marcas de ese reclamo: nos enojamos contra los que nos importan.  

En esa ciénaga cultural, la pandemia operó como una suerte de Big Bang. Un nuevo trastocaminto del acuerdo precario e inestable que unía a la política con la sociedad.

Por el contrario, la larga crisis croniquizada que se abre en 2008 no tuvo ninguna resolución constituyente. En fuga permanente hacia adelante, el proceso de una crisis que se sostiene, pero nunca se resuelve fue generando un proceso sostenido de desafección. Este año votarán por vez primera los jóvenes nacidos entre 2007 y 2008. Han crecido en una sociedad que, desde 2011, no ha generado empleo privado formal, no ha crecido ni se ha desarrollado económicamente y que nunca ha tenido una inflación menor al 20% anual.

En esa ciénaga cultural, la pandemia operó como una suerte de segundo big bang. Un nuevo trastocamiento del acuerdo precario e inestable que unía a la política con la sociedad. Organicemos un odio y a eso llamémosle “Orden”. El emergente en este caso no es un Luis Zamora, es un Javier Milei. Estamos transitando un 2001 por otros medios. No se trata de una furia, como en aquel entonces. Como ya mencionamos, el enojo supone aún expectativas con respecto a la política. Esta crisis es un éxodo. “Si no se van ustedes, entonces nos vamos nosotros”. Ya no se quiere sacar a los políticos. Ya nadie espera que le solucionen los problemas. En una forma excéntrica de autogobierno, ahora simplemente se desea hacer rancho aparte. “Si el Estado ya no puede salvarme, al menos que no me rompa las pelotas”.

El mundial funcionó, en este marco, como un espejo perfecto de esta situación dolorosa. Una sociedad que siente que vale más que su dirigencia política. O, en otros términos, una sociedad que siente que la clase política no está a su altura. Todo lo que funciona en la Argentina parece pertenecer a la sociedad a pesar de la política. De “Argentina, 1985” a la “Scaloneta”. En ese sentido, Lionel Messi no sólo se consagró campeón del mundo: se calzó en la testa la corona de nuevo arquetipo nacional maridando con su ethos la sociedad argentina de su época. Lejos en Europa, desde su exilio temprano, porta el extrañamiento, la mirada distante y crítica hacia la dirigencia de su país que hoy es trending topic. Lionel, protagonista involuntario del drama nacional de estos días, escenificó con su rechazo a ir al balcón un perfecto anti Mundial ´78. Fútbol y Estado, asuntos separados. La pelota no se mancha. Y como un símbolo de este nomadismo dislocado, no confronta, se corre y le hace un Ole.

La Argentina transcurre al costado de la clase política. Una sociedad “blue” que se las rebusca para subsistir y observa preocupada y distante el Mundial de la política que se acaba de abrir, sin la pasión ni el compromiso del otro. ¿Quién tiene una cábala para las PASO?

LA SOCIEDAD NO EXISTE

Desde Qatar, la sociedad no ha vuelto a reconectarse. Ni siquiera los intensos y sus cruzadas yihadistas logran despertar el interés de la hoy porosa y micro segmentada mayoría social argentina. Del Mundial a la Casa de Gran Hermano, la política ha quedado sola, interpretando una obra de teatro sin espectadores. O un “circo sin público”, al decir de Carlos Pagni. Con sus propios dramas de circuito cerrado, la política ha devenido en un sistema autopoiético que ha internalizado su entorno. Se auto-narra y se auto-habla. 

Buscando desesperadamente volver a representar, la política argentina de hoy imita a la inflación: a fuerza de emitir candidaturas, las devalúa

En este punto, la desafección parece ser mutua. Buscando desesperadamente volver a representar, la política argentina de hoy imita a la inflación: a fuerza de emitir candidaturas, las devalúa. La confusión de nombres, logos, tweets y panelismos corre en paralelo a esta indiferencia activa.

La pregunta central es, entonces, si existe una salida. Si es posible reinventar un camino que reconecte a la sociedad con la política. La problematización sobre esta diagonal debe partir, necesariamente, por analizar primero la capacidad de respuesta de estas coaliciones tal y como existen hoy. Al respecto, los intentos –hasta el momento fallidos- de regeneración de liderazgos, parecen sugerir algunas hipótesis.

En primer lugar, que las coaliciones actuales dividen la política argentina de una forma que no traduce de manera fiel los clivajes realmente existentes en nuestra sociedad, creando confusión y falta de nitidez en la “oferta” electoral. Si en un ejercicio hipotético se disolvieran las coaliciones políticas, probablemente la sociología reordenaría el mapa político de las élites en cuatro grandes espacios: el que conformarían Javier Milei, Patricia Bullrich y un rebrandeado Mauricio Macri, hoy alejado del obamismo-duranbarbismo de antaño, al cual se sumarían sectores del radicalismo presentes en las provincias más antikirchneristas; un segundo espacio compuesto por el cuadrante entre Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau, Gerardo Morales y ¿Massa?, que federaría gran parte del radicalismo y de algo del espíritu peronista no kirchnerista (sea lo que eso sea hoy); y el kirchnerismo, en crisis abierta pero conservando ampliamente la pole position en el sistema peronista y el liderazgo dentro del universo progresista del AMBA, sobre todo a partir de la centralidad electoral que asume Axel Kicillof en la PBA ante el repliegue de CFK, a los que suma un espectro de gobernadores  e intendentes del tercer cordón. A este mapa más “ideológico” –si se quiere, y a falta de mejor definición a mano- se le suma uno federal y territorial, más difuso, de aquellos que no se sienten representados o contenidos del todo en ninguno de estos bloques, cuyos casos más destacados podrían ser figuras de orígenes y trayectorias tan distintas entre sí como el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti y el neurocientífico y diputado nacional Facundo Manes o miembros de la galaxia de gobernadores peronistas que deben gobernar sociedades no peronistas (sobre todo la Región Centro y una parte de Cuyo). Desde ya, la economía política de cada uno de estos bloques porosos e inestables (su esquema de alianzas empresariales, de medios, sindicales, etc.) y su demografía electoral tampoco son iguales.

En segundo lugar, las coaliciones rechinan porque son la fotografía de un mundo anterior: la galaxia en la cual Cristina Kirchner era el centro indiscutible del sistema político. El principal argumento en favor de su defensa es el que podríamos sintetizar como “el miedo a ser Perú”. Es decir, el caos y la atomización que serían la resultante de la desarticulación del actual sistema de coaliciones. Es, digamos, su principal fundamento extorsivo, a riesgo, claro está, de multiplicar los Frentes de Todos por todos lados: la disfuncionalidad crónica hecha modelo político. Sin embargo, las coaliciones no son neutrales, y funcionan como tableros organizativos diseñados para favorecer la perdurabilidad de sus fundadores, obstaculizando el surgimiento de nuevos liderazgos. “Cumelén” y el “Patria” son sus destinos manifiestos, incluso para aquellos candidatos que cuentan –como Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta en el caso de Juntos- con fundamentos suficientes como para pelear con justicia por la emancipación.

El teorema del orden político argentino consiste en mantenerse a sí mismo a costa de renunciar a toda posibilidad de transformar hacia afuera, lo cual a la postre termina por deslegitimarlo más. Crear 1, 2, 3 Frentes de Todos. Un poder que de esa manera nace vicario, y compromete de origen la gobernabilidad posterior: el gran riesgo del 2023.

EL PODER ¿DÓNDE ESTÁ?

Una pregunta subyace. El fantasma que recorre el mundo y que en Argentina presenta una urgencia acuciante ¿Es posible el poder? ¿Puede reconstruirse en el marco de una sociedad de algoritmos y redes sociales? ¿Puede deconstruirse la microsegmentación y la des-federalización creciente? El kirchnerismo cierra en su crepúsculo un círculo perfecto: nace como el proceso de reconstrucción de la autoridad política que suturó la fractura del 2001 y termina su periplo histórico desarticulando la figura del poder y la autoridad presidencial en la Argentina. Deja el sillón de Rivadavia roto. ¿Quién puede ser presidente?

Algunos meses después de la pandemia, Marcos Peña rompió su silencio escribiendo un artículo interesante sobre esa imposibilidad, adentrándose en una indagación incluso psicológica sobre ese poder imposible. El tema es que a esa teoría sociológica siempre le faltó una teoría política. No sólo describir “El Fin del Poder”, a la Moisés Naím, sino proponer qué hacer con ese diagnóstico. Como llenar ese vacío en lugar de congratularse por él. La experiencia del Frente de Todos hizo realidad in extremis ese diagnóstico: la cadena de mandos en la Argentina no existe, ni en el Estado ni (podría decirse) fuera de él. Otra circularidad a  20 años del 2003: del Estado presente al Estado fiscal y moralmente quebrado.

El quid del problema consiste en que no hay transformación posible sin una reconstrucción de esa autoridad, y no hay reconstrucción de esa autoridad sin volver a dotar de poder el kilómetro cero de orden político argentino, que es el Sillón de Rivadavia. Sin reconstruir esa “vertical” del poder, la política gira caóticamente sin centro. Nada podrá hacerse, ni la revolución socialista ni la revolución liberal ¿Se pueden hacer reformas sin la reconstrucción de esa vertical? En Argentina al menos, no hay experiencias históricas en ese sentido. De Alfonsín a Menem, de Duhalde a Kirchner, el poder politico funda el orden económico y social en la Argentina. Es su marco de posibilidad y columna vertebral, así como de cualquier intento de reforma o de revolución.

La lógica coalicional parece una respuesta a esta caída de los dioses, a esta disolución o microsegmentación del poder, y probablemente ello explique porque este sistema de coaliciones parece congénitamente diseñado para no resolver nada. Acompañante terapéutico de la crisis, al decir de Martín Rodríguez. Pero esta deconstrucción del poder también se lleva puesta toda idea posible de futuro. Parafraseando a Fukuyama, sin poder estamos ante el fin del futuro. La respuesta práctica a la vertebración de un nuevo poder es también una condición de posibilidad necesaria para ponerle fin al “fin del futuro”.

La agenda económica y social, en los hechos, genera más “consensos” de los que se expresan, en parte como consecuencia del marco restrictivo que imponen la mishiadura y los compromisos externos. Por eso, el mandato central de la época tiene mucho menos que ver con el vaivén entre halcones y palomasmoderados y polarizados (términos que, en última instancia, expresan toda la disfuncionalidad de esta era) que con esta reconstrucción de la legitimidad del liderazgo político. Sin este, la política es un ejercicio impotente que deserta de su misión transformadora fundamental, que podria concluir en un diálogo  imaginario entre la sociedad argentina y su clase política: “Yo te dejé, pero porque vos me abandonaste antes”.

Pubicado en panamarevista.com, el 5 de marzo de 2023.

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Amplia convocatoria para marchar el próximo miércoles contra el veto presidencial.

A pesar de los pronósticos, la CGT, por ahora, se dobla pero no se rompe. Algo parece estar cambiando a pesar de la larga la tradición de rupturas en la principal Central Obrera argentina. Desde los años 60 hubo largos períodos de coexistencia con dos conducciones simultéas de la CGT en distintas sedes. Sin embargo, los gremios más combativos -disidentes de los pesos pesados de la CGT, llamados también ‘gordos’- hoy parecen decididos a no abandonar el espacio mientras sigan haciendo lo que consideran más beneficioso para sus gremios. Con la condescendencia de la misma CGT que prefiere evitar los encontronazos con propios y ajenos.

Por su parte, la CTA, dividida desde hace años en CTA Autónoma y CTA de los Trabajadores, también cayó bajo la seducción de la unidad. Desde hace tiempo que andan recociliándose, y ya no es raro verlos haciendo acciones en común. Días atrás practicamente se selló la unidad en la provincia de Buenos Aires luego de un encuentro entre Oscar de Isasi y Roberto Baradel, dos referentes provinciales históricos de ambas corrientes quienes mostraron la decisión de caminar juntos. Así lo expreso el Colo de Isasi: “Este reencuentro de las dos mesas ejecutivas, nace del esfuerzo de construir unidad en la acción de las dos CTA, para procesar las diferencias de manera constructivas y de una voluntad de construir un camino común. En esta reunión se expresa no solo la voluntad de resistir, sino de protagonizar el proceso político”.

La convocatoria a una movilización para el próximo miércoles 11, en contra del decreto presidencial a la Ley de Movilidad Jubilatoria, puede verse como la representación de una nueva corriente sindical, aún manteniendo la propia identidad. Ya son muchas luchas en las que se los vió juntos. Ellos son: el Frente Sindical de Pablo Moyano, la Corriente Federal de Palazzo, las dos CTA de Cachorro Godoy y Yasky, y la UTEP de los movimientos sociales de la economía popular.

En una conferencia de prensa en la sede de la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (Apsee),  habían anunciado una movilización para el jueves de la semana próxima. Sin embargo, ante la sesión prevista en la Cámara de Diputados, adelantaron un día la convocatoria: “Ante el posible tratamiento en la Cámara de Diputados del decreto presidencial que veta la Ley de Movilidad Jubilatoria, la jornada de movilización originalmente pautada para el jueves 12 de septiembre se adelanta al miércoles 11 de septiembre. La concentración se realizará frente al Congreso Nacional a partir de las 13:00″, explicaron.

La presencia de Pablo Moyano en dicha conferencia -mientras los sectores más dialoguistas de la CGT mantienen negociaciones con el gobierno- no pasó inadvertida. Fue el propio líder camionero que explicó que los gremios cegetistas que participarán de la marcha del miércoles lo harán de manera independiente, y que la CGT no convoca de manera oficial:  “Para eso debe haber un debate en el Consejo Directivo”, afirmó. Con curiosa prudencia, a pesar de que muchos están pidiendo un nuevo paro general, Moyano sostuvo que por ahora no es el momento: “Esa decepción y angustia que vive la gente hace que no haya esa efervescencia como para ir a la calle o a un paro general. Creo que se va a ir dando con los aumentos permanentes de los servicios, de las tarifas y de lo que está pasando, pero hay una cierta angustia de la gente de querer proteger su trabajo y no salir, y ver hasta cuánto aguanta”

Por su parte, Hugo «Cachorro» Godoy, secretario general de la CTA Autónoma, afirmó que ante las medidas del gobierno que violentan al Congreso y a los jubilados, las organizaciones convocantes han “ratificado la decisión de unidad del movimiento de trabajadores y trabajadoras en la Argentina.” Para Godoy los decretos ya son una práctica habitual en el gobierno y puso como ejemplo el debate que se “está dando en el Congreso por el financiamiento universitario y que también el presidente de la Nación está amenazando con vetar, en caso que sea aprobado”.

Las declaraciones del resto de los participantes fueron en el mismo sentido. Sergio Palazzo, advirtió que «si los diputados no lo rechazan, tendremos la oportunidad de señalar a los traidores» y Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores invitó a movilizarse “a cada uno de los argentinos que quiere vivir en un país donde se respete a los niños, donde se respete a los ancianos, donde se respete a los trabajadores».

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Después de una semana de huelga, los aceiteros volvieron a brillar

El 5 de agosto de este año, el Sindicato de Aceiteros de San Lorenzo (SOEA) y de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA) iniciaron un paro por tiempo indeterminado que paralizó las exportaciones en el Gran Rosario. La huelga duró 7 días y fue levantada para acatar una conciliación obligatoria de 15 días dictaminada por la Secretaría de Trabajo. La medida de fuerza era en reclamo de un 25% de aumento que se sumaba al 77% recibido hasta la fecha, para contrarrestar la quita por impuesto a las ganancias. La patronal ofrecía un 12% en agosto y un 5% en setiembre.

Los exportadores levantaron la voz frente a la huelga que mantuvo más de 40 buques a la espera cerca de los puertos de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires para poder cargar mercadería y destacaban que eso significaba una pérdida de US$ 25.000 y US$ 35.000 diarios. Hablaron de irresponsabilidad por hacerle perder al país millones de dólares, mientras mantenían su oferta.

Terminada la conciliación obligatoria, la intransigencia de los cerealeros se desmoronó ante la posibilidad de que se volviera a la huelga. Comenzaron las negociaciones que se cerraron ayer con un éxito contundente de los trabajadores. Una vez más, a fuerza de convicción y lucha, los aceiteros del país le torcían el brazo al gobierno firmando un acuerdo paritario aún más beneficioso de los reclamos iniciales.

En el día de ayer se firmó un acuerdo con las cámaras patronales CIARA, CIAVEC y CARBIO por un aumento adicional del 26%, llevando el sueldo inicial a $ 1.562.655, lo que significa un incremento del 122% en lo que va del año. Y reabrirán paritarias en diciembre.

Frente a la embestida del gobierno que aspira a mantener una suerte de congelamiento salarial con paritarias que no excedan el 2% mensual, ya que consideran que han logrado bajar la inflación, esta nueva victoria aceitera vuelve a ser una luz en el camino.

«Esta conquista histórica se obtuvo por la fuerza y la conciencia de las y los trabajadores, por la unidad y solidaridad entre ambas organizaciones gremiales. Y se agiganta por el contexto en que se consiguió: ante la ofensiva total del gobierno nacional sobre todos nuestros derechos laborales, sindicales, salariales y democráticos, de igual manera se logró el objetivo», festejaron en un comunicado.

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Represión a judiciales, quince heridos y varios detenidos

Tal como nos adelantara Julio Piumato entrevistado la semana pasada por La Columna Vertebral, hoy estaba convocado un banderazo pacífico en el Palacio de Tribunales en reclamo de aumento salarial. De forma intespestiva, La Policía Federal, bajo la dirección del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich, comenzó a reprimir a los manifestantes con empujones, golpes, gas pimienta, gases lacrimógenos y balas de goma. La embestida policial tuvo un saldo de 15 heridos, entre ellos el propio Piumato quien relató ante las cámaras de televisión:

Julio Piumato, quien resultó herido durante la represión, relató lo ocurrido a C5N: «Hoy hacíamos una protesta porque todavía no tenemos recomposición de julio y agosto, un banderazo en el interior del Palacio de Justicia para evitar la confrontación en la calle con esta provocación que hace la ministra de Seguridad. Cuando finalizaba la protesta y salíamos a la calle, cosa que no demoró más de 5 o 7 minutos, nos vinieron a empujar. Fue una provocación que precedió a una represión injustificada. Me acerco para decirles que paren, que ya nos estábamos yendo, y ahí me tiran con gas pimienta en la cara. Empezaron a tirar a mansalva. Un verdadero disparate porque era una protesta pacífica», subrayó Piumato, quien señaló que hasta el momento se desconoce el número exacto de detenidos.

De inmediato, la CGT difundió un comunicado repudiando la represión a los trabajadores judiciales, tal como había hecho la semana pasada ante la indignante represión a jubilados:

“Desde la CGT nos solidarizamos con la organización hermana de judiciales (UEJN) por la represión que en el día de hoy desplegó la policía de Bullrich sobre la manifestación que realizaban los compañeros en el Palacio de Justicia en reclamo de la recomposición salarial adeudada. Conocemos la tradición pacífica y sostenida del sindicato en defensa de sus representados, por lo cual resulta indignante la represión desatada, sin haber mediado provocación alguna por parte de los trabajadores. Mientras la policía de Bullrich se dedica a reprimir a trabajadores y jubilados, a los que se les ofrecen aumentos negativos, los verdaderos delincuentes caminan tranquilamente por las calles”.

El comunicado finaliza exigiendo que la Ministra Patricia Bullrich “responda por semejante manejo de las fuerzas a su cargo.

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