Opinión
Con los vientos de abril, por Virginia Giussani
Se termina una semana en donde venía marcando agenda un desquiciado con la palanca de dinamita en la mano. En tanto, un séquito de balbuceantes comunicadores (porque ya de periodismo queda poco) trataban de entender, con complacencia y no, de un lado y del otro, los mensajes casi encriptados de este personaje de boudeville subiéndolo al centro de una escena escrita con machetes de viejos guiones. En simultáneo, la economía y el famoso “mercado” de papeles y alimentos disparaba sus carruajes de calesita por el aire.
Llegamos así a un nuevo viernes caliente e intenso donde finalmente el presidente desiste de ser nuevamente reelegido, algo novedoso en el peronismo. Segundo presidente que no será reelecto de los últimos dos mandatos. Algo está cambiando en este Macondo del culo del mundo, perdonando la expresión. A partir de ahora comienza una carrera de variados nombres propios pero escasa propuesta de proyectos políticos que nos saquen de esta encerrona brutal y perversa que aún siguió siendo sostenida en los últimos tres años.
Mientras tanto, el único derrame sigue siendo de abajo para arriba, crece la economía en paralelo con el crecimiento de la pobreza, ecuación que al de abajo le importa poco y sólo puede ocuparse de hacer equilibrio para mantenerse al filo del abismo. Como siempre, dos países, uno que late y paga y sufre, y otro que se reúne en herméticas oficinas con la (insensata) eterna especulación de mantenerse a flote. Por ahora, ellos a los barcos y el resto a la mar sin salvavidas.
Será que finalmente tenía razón Borges, somos incorregibles. Tenemos a la mayor referente y estadista a nivel local y regional con chaleco de fuerza y todos, pero todos, se hacen los distraidos de este lujo político que pocas veces nos regala la historia.
Hoy, a fines del mes de abril solo vislumbro una gama de ‘mal peor’ al estilo Terminator, frente a otra alternativa de tibio reformismo buscando un maquillaje innovador, pero maquillaje al fin.
Veremos que nos depara el mes de mayo, comenzará con frío en el cuerpo hasta que se traslade al alma cada vez más desolada. Aún así, me guardo una mínima rendija de esperanza.
Destacada
Diego Sztulwark: “La subestimación a Milei es su propio combustible”
Junto a Diego Sztulwark recorremos las preguntas que nos agobian a un año de gobierno de Milei: ¿Cómo fué posible? ¿Por qué dura? ¿Qué hacer para enfrentarlo? Reflexiones sobre el nuevo capitalismo mundial, la aceleración como estrategia para la parálisis social. El grotesco reinado de la improvisación política y el desencanto sin fin. La claudicación de la necesidad de un pacto social. “Una sociedad desarmada desde arriba, puesta a pedalear a toda velocidad, con un escepticismo brutal en la política y con un señor que representa, a lo monigote pero con eficacia, estas ansias de que el mundo de las finanzas permita, por lo menos, un mínimo de estabilidad, me parece que componen un cuadro que es irrespirable pero efectivo. Estamos todos tan apurados, corriendo, corriendo, que no nos da tiempo para estallar“.
Diego Stulwartz 9/12/24
Politólogo de la UBA, docente y coordinador de grupos de estudio sobre filosofía y política. Integrante de FLACSO.
LCV: Me gustaría, primero, que analices este año en su conjunto. ¿Qué le pasó a la sociedad argentina?
—Buena pregunta, difícil, los argentinos interesados por estos temas estamos obsesionados preguntándonos lo mismo hace por lo menos un año. La pregunta “¿cómo pudo ser?” que es una pregunta que ya nos habíamos formulado en 2015, ¿no? “¿Cómo pudo suceder esto?”. Es una especie de estado de asombro, perplejidad, sorpresa. Esta vez, aumentado. Esa sorpresa se fue convirtiendo en otra durante el año, que es: “¿Hasta dónde van a llegar? ¿Cómo puede ser que esto dure tanto? ¿Cómo es que no hay límites?”. Entonces, entre todas las hipótesis que se fueron construyendo sobre cómo esto fue posible, o cómo Milei llegó al gobierno, yo creo que hay hipótesis ya muy discutidas que las podemos repasar, aunque sea como títulos.
Una es, efectos subjetivos de la pandemia. Otra, aceleración de una tecnología de la comunicación a distancia, que nos impacta muchísimo, aleja mucho el vínculo corporal entre nosotros y provoca situaciones muy mediadas por la dimensión virtual. Tercer hipótesis: transformación muy grande, muy acelerada e irreversible del mercado de trabajo. Esto hace que las personas hoy tengan una relación con lo colectivo, con lo laboral, con los derechos y con el consumo que, para las generaciones nuevas, ya supone una ruptura y un corte muy grande con memorias políticas y formas de organización tradicionales. Después, hay una cuarta hipótesis, que es política, digamos, que yo creo que habría que atenderla mucho. Es que la derecha falló en su apuesta política fundamental al gobierno de Macri, que no solo fue un fracaso para esa misma derecha, que empezó a buscar alternativas, sino que además dejó al país en una condición de endeudamiento tan brutal que condicionó un segundo y más grave fracaso político, que es el fracaso político del peronismo, la izquierda y el progresismo, para decirlo así, que fue el gobierno de la fórmula Fernández-Fernández. Entonces, esas crisis políticas también auspiciaron que muchísimas personas estuvieran dispuestas a votar cualquier cosa con tal de sacarse a los dos gobiernos anteriores. Entre las transformaciones subjetivas, económicas, laborales y políticas, hay una serie de cosas que ya hemos aprendido que tienen alguna importancia para entender cómo llegó Milei.
La segunda pregunta que aparece es: ¿Cómo fue posible que dure? Todos recordamos “no va a durar un mes, no va a durar tres meses, no va a durar seis meses”. ¿Por qué? Porque la gente va a reaccionar ante el ajuste, o porque se van a quedar sin dólares, o porque el equipo de gobierno es un equipo impresentable. En fin, tuvimos todo tipo de expectativas en que iban a aparecer una clase de límites al gobierno de Milei, que no aparecieron, y que ellos mismos iban a tener inconsistencias propias que no les iban a permitir sortear una situación de debilidad institucional, de inestabilidad monetaria, etcétera. Sin embargo, aquí están, han cumplido un año. Con lo cual, me parece que entre las cosas que podemos hacer ahora es pensar un poco todo esto. Pero también creo que podemos un tercer tipo de preguntas, que son preguntas que yo creo que son muy necesarias y que quedaron muy invalidadas en todo este último año: ¿Cómo lo enfrentamos?
LCV: ¿Enfrentarnos con la realidad de que Milei gobierna? ¿O cómo ser oposición?
—Hay una serie de preguntas que sirven para responder cómo llegó. Hay toda una serie de preguntas que sirven para entender cómo duró. Y hay toda una serie de preguntas que tienen que ver con cómo nosotros limitamos, frenamos, respondemos, enfrentamos a este gobierno de acá en más. Son tres tipos de conversaciones que yo creo que tenemos que tener.
Entonces, la cuestión de la duración de Milei creo que tiene algunas cosas que podemos pensar, que surgen de las consideraciones previas. Una es el desprestigio absoluto de lo que llamaríamos la casta, los políticos, los partidos políticos, el parlamento, buena parte de las instituciones que suponíamos que todavía operaban como autoridad en la sociedad argentina, y que el gobierno de Milei las ha avasallado, las ha maltratado, las ha comprado. Ha hecho todo lo posible para que, con una treintena de diputados, pueda sacar leyes extraordinariamente complejas, extraordinariamente reaccionarias: comprando senadores, comprando diputados, amenazando, devaluando, maltratando, despreciando. Ahí hay una forma de gobierno.
Hay una forma de gobierno de alguien que es débil institucionalmente, pero que acude a un tipo de fuerza que surge del momento político, que surge de la gente que lo votó, que surge del impacto político que supuso que una persona sin partido político le gane a las dos coaliciones políticas de una manera tan abrupta, pero también de una decisión de las élites económicas y financieras de la Argentina, que han tomado nota de que se puede avanzar políticamente sin construir la legitimidad que nosotros habituamos a demandar, que es la legitimidad fundada en la idea del pacto social, de un pacto político, de un pacto democrático que ya no rige mas. No rige, no por Milei, sino porque el capitalismo apuesta a la velocidad. La cuestión de estar todo el tiempo preocupados por pedalear la bicicleta, por ver las finanzas, por actualizarnos en el teléfono, actualizarnos con lo que fuera, esa cuestión de estar todo el tiempo resolviendo problemas en velocidad complementa y desplaza las viejas formas del pacto político, que suponían argumentos y algún mínimo de bienestar material.
LCV: Hay algún concepto por ahí que anda dando vueltas, que a mí me parece interesante, que dicen que Milei representa el aceleracionismo.
—Exactamente. Representa un aceleracionismo de un lado; del otro lado, representa una crisis del sistema político argentino muy notoria.
LCV: Es como el dibujito animado, que hay una parte que va rápido y de tan rápido tiene el movimiento inverso y queda frizado. Y creo que hay una situación en la oposición de gente que no sabe para dónde disparar, que reacciona tarde y mal.
—¿Sabés qué pasa? Si te ponés a pensar en los políticos, tenés razón. Y si te ponés a pensar en la gente que los escucha, da igual. Porque como no les creen nada, que corran o no corran, da igual. Y que digan una cosa u otra, también da igual. Previo a eso tenemos un asunto también muy difícil de pensar, que es el hecho de que una serie de organizaciones sociales, que en el periodo 2001 se constituyeron para intentar forzar una distribución del poder social, quedaron a la espera eterna de algo que no ocurrió y hoy por hoy no son vistas por la población como instrumentos políticos para transformar la realidad. Con lo cual, una sociedad desarmada desde arriba, puesta a pedalear a toda velocidad, con un escepticismo brutal en la política y con un señor que representa, a lo monigote pero efectivamente, estas ansias de que el mundo de las finanzas permita, por lo menos, un mínimo de estabilidad, me parece que componen un cuadro que es irrespirable pero efectivo.
LCV: En una parte de una nota tuya, una nota de opinión muy interesante al año de Milei, decís: “El antifeminismo del mileísmo es orgánicamente constitutivo de la economía neoextractiva”. ¿Qué quiere decir esto?
—Primero, sí. Creo que la subestimación de Milei, como dice un amigo mío, es su combustible. Eso hay que tenerlo muy en cuenta.
LCV: Totalmente. Haciendo un mínimo paréntesis antes de responder la segunda parte, tanto fue subestimado que se alimentó su ascenso, en una inconsciencia absoluta y en una ignorancia absoluta de los partidos políticos tradicionales.
—Te puedo reproponer algo. Mirá, las personas que calcularon que Milei no duraba tenían una razón errada. La razón era, efectivamente, el grupo de Milei es un grupo de inconsistentes, y, por otro lado, la inestabilidad económica y la inconsistencia general del programa económico permiten decir que esto no va a durar. Permiten, una y otra vez, decir esto no es consistente. Sin embargo, esa razón verdadera que todos hemos tenido para decir que esto no va a durar, que no puede durar, que es un veranito, que es especulación, que es una burbuja, que la gente no va a saber tramitar cuando empiece a haber un conflicto social en serio, todas esas cosas que yo creo que son verdaderas tienen que ser matizadas. Y acá está el problema de subestimación, con el hecho de que la gubernamentalidad capitalista actual es una forma de improvisación brutal. Y se combina con una forma de desencanto social continua. Entonces, hay que aprender a pensar que la inconsistencia no es de por sí una condena al colapso. Por ejemplo, no hubo estallido social. Ni durante los K, ni durante Macri, ni durante Alberto Fernández, ni durante el gobierno de Milei. Hay una sociedad implotada. Las personas no tienen tiempo para estallar.
LCV: Cuando vos decís que la explosión es hacia afuera, la implosión es que el edificio colapsa hacia adentro. Eso es lo que me parece que le está pasando a las personas. ¿Cómo salimos de ahí?
—Por empezar, quería marcar que, a pesar de que tenemos argumentos para suponer que todo esto es muy frágil y muy débil, no podemos subestimar la situación. Porque la situación está agarrada de nuestra propia implosión, y ni hablar de las personas que están sumergidas en trabajos ultra precarizados, en barrios ultra precarizados, sometidos a un ajuste social continuo, incluso durante los gobiernos progresistas. Entonces, si somos capaces de recobrar la conciencia real y efectiva de nuestra sociedad actual, vamos a tener menos derecho al exitismo y a la subestimación de los otros.
LCV: Además, es una implosión que no fue de este último año.
—Exacto. ¿Cómo salimos? Mirá, hay cosas que son para pensar. Por ejemplo, hace unos días, no sé si te enteraste, pero en Quilmes Oeste hay un viejo frigorífico, se llama Finscor, ahora creo que tiene otro nombre, que exporta carne de primera a Europa. Pero está al lado de una serie de barrios muy castigados, con casas de chapa, tierras tomadas de la época de los movimientos piqueteros, muy cerquita de Solano. Trescientas familias fueron una vez, fueron dos veces, fueron tres veces y lograron que les den 300 kilos de carne. “El hambre no esperaba” era la consigna. En La Matanza, la semana pasada, también hubo un intento de movilización bastante fuerte, que fue frenado por la policía. Hay comisiones internas que de a poco empiezan a organizarse por el hecho de despidos. Lo que quiero decir con esto es que, así como en los años 90, donde parecía que no pasaba nada, empezó a haber una lenta recomposición desde abajo, de personas que no eran conocidas, que no tenían apellido conocido, que no eran dirigentes políticos, que no eran famosos ni nada, y empezaron a reconstruir desde los desocupados, desde los hijos de desaparecidos, desde los cartoneros, empezaron a construir una contralógica. Pero esas contralógicas generan tiempo, generan un tiempo. Es un tiempo social de aprendizaje, de reconocimiento, de construcción de formas de lucha. Mi impresión es que, de manera lenta, gradual y demasiado dolorosamente, esa es una de las cosas que hay que mirar. Yo no creo que podamos imaginar que vamos a salir de esta situación proyectando la macropolítica actual. Ganando las elecciones en el 2025, no. Así no.
LCV: ¿Por qué vas a hacer algo distinto de lo que hiciste, si lo que hiciste me llevó a mí a querer votar a Milei? Esa es la pregunta que yo me hago actualmente.
—Por supuesto que, por ejemplo, cuando sale en los diarios de hoy que Axel dice “No vamos a dejar que vendan Aerolíneas”, uno se pone contento. Por supuesto que uno querría que todo eso se renueve de la mejor manera posible. Pero si me preguntás a mí si yo creo que con eso solo alcanza para salir de Milei, yo no lo creo.
LCV: A mi me parece que hay que volver a pensar, salir de los eslóganes, romper los esquemas.
—Esto que estás diciendo me parece que conecta con lo que vos decías del feminismo. Porque el feminismo fue descartado como si fuera una especie de máxima estúpida progresista.
LCV: Pero porque también lo metimos en una cajita. Lo metimos en una cajita donde parecía que solo leías desde un determinado prisma.
—A eso voy. Por eso lo quiero recobrar. Porque el feminismo en toda América Latina y en la Argentina fue, es, y será mucho más que eso. Porque si uno se pone a pensar, y estoy pensando mientras hablo, en un referente que para mí es intelectualmente muy importante, que es Rita Segato. Si uno se pone a pensar en la correlación estructural entre una economía neoextractiva y la lógica patriarcal que divide las jerarquías políticas en los géneros, uno se va a encontrar con que es absolutamente el mismo mecanismo de agresión que frente a la renta de la tierra o de los bienes comunes o incluso de la renta que produce la cooperación social, que digámoslo así, es una renta que viene de afuera, extrae y saca. Esa lógica de viene de afuera, percibe dónde está la riqueza, mete la mano, agarra lo que necesita, no importa nada la crueldad que pone en juego y lo retira. Eso no es el hombre, es el patriarcado. O sea, es una lógica que divide a la sociedad en jerarquías para poder desarrollar, a partir de esa jerarquía, formas de explotación.
LCV: Un patriarcado que tiene la “p” adelante de “patriarcado”, pero que en realidad es una conducta que llevan adelante hoy por hoy algunas dirigentes importantes, como Ayuso, como Meloni, y demás. O sea, no es un problema solamente del sexo.
—Ojalá fuera sencillo. La lógica patriarcal está por detrás de lo que se define como hombre y mujer.
Opinión
Un año de mentiras verdaderas, por Paulo Giacobbe
Se cumple un año de Javier Milei como presidente de la República Argentina y un poco más de once meses de su mudanza a la Residencia Presidencial de Olivos. Pocos recuerdan que no se mudó el mismo día que asumió porque en Olivos no estaban construidos los caniles para sus perros clonados, al menos eso dijo, y prefirió prolongar su estadía en el Hotel Libertador, lugar que utilizó como búnker de campaña durante meses. Pero los perros no estaban alojados en el hotel, razón por la cual no se entiende la lógica utilizada, perfectamente podía ir a vivir a Olivos porque en el Hotel Libertador tampoco estaba con sus “hijitos de cuatro patas”, como los definió oportunamente.
Un mes durante el cual no hubo registros de las visitas que tuvo Javier Milei siendo presidente en ejercicio. Un mes en blanco, sin información ni control institucional. Acaso sea esa la razón de su demora para mudarse a la residencia y no su amor por los perros con los que pasa mucho menos tiempo que el que está colgado de su celular, prendido a Twitter desde donde escupe noticias falsas, discriminación, racismo, odio, crueldad, amenazas varias y contenido irreproducible dentro de una larga lista de etcéteras.
“Teníamos claro que, por el tipo de ajuste que estábamos haciendo, era muy probable que el impacto más fuerte se sintiera durante el primer trimestre. Por lo tanto, también era importante hacerlo durante vacaciones, para que la gente no se enterara tanto, por decirlo de alguna manera, de lo que estaba ocurriendo”, declaró muy tranquilo en octubre, sin voces ni toses de fondo, en el 60 Coloquio de Idea 2024 de Mar del Plata; y lo aplaudieron. “Hemos llevado adelante el ajuste más grande de la historia de la humanidad y no hemos perdido un ápice de apoyo social”, dijo el mismo mes en el evento del Foro Económico Mundial de Buenos Aires; también lo aplaudieron. “Argentina vuelve a valer porque tiene un gobierno que, por primera vez en décadas, está haciendo lo que nadie quería hacer y que prefiere decir verdades incómodas a mentiras confortables”.
¿Ajusta en verano para que la gente no se entere tanto o va de frente con sus verdades? Verdades tan equívocas como decir que “Sólo el 11% de los jubilados es pobre”, tal como justificó el Ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, para clavar una estaca a los medicamentos que entregaba PAMI.
Tanto el Ministro de Economía, como la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, fueron denostados públicamente por el presidente antes de nombrarlos en los cargos que hoy ocupan. A Bullrich la sumó antes del ballotage en una entrevista con Luis Majul. Ese día también convocó a dirigentes de izquierda a integrar el futuro Ministerio de Capital Humano, porque “son los que más saben” en esa área. Ningún dirigente de izquierda aceptó la propuesta, pero Bullrich terminó al frente del Ministerio de Seguridad, y Luis Petri, que acompañó a Patricia en la fracasada fórmula presidencial de Juntos por el Cambio, al frente del Ministerio de Defensa.
Es probable que las designaciones del binomio antes opositor le hayan caído a Victoria Villarruel como un baldazo de agua fría que todavía no se secó. “Hay que debatir un poco eso, tenemos bastante avanzado todo el armado y hay que debatir si ella quisiera una función de esa relevancia”, declaró antes de asumir la vicepresidencia en relación a la designación de Patricia. Los resultados del debate están a la vista. Como muchos argentinos de bien, Villarruel creyó lo que Javier Milei decía en octubre de 2023. En el caso de la vicepresidenta, que ella estaría al frente de esas áreas. Pero no ocurrió y ahora Victoria Villarruel se convirtió en parte de la casta. “Está más cerca del círculo rojo, de lo que ella llama la alta política, y lo que nosotros llamamos la casta”, declaró recientemente Javier “Jamoncito” Milei sobre Victoria, en el Canal LN+.
La experiencia de Bullrich en la materia es tan dañina como la inexperiencia de Petri. “El talco siempre se confunde con cocaína”, fue la frase de la ministra para justificar que un revendedor de talco estuvo 21 días detenido. Gendarmería lo bajó de un micro y durante dos días la familia no supo dónde estaba. En la cárcel fue maltratado y le robaron sus pertenencias. Bullrich había festejado esa detención como un golpe al narcotráfico: “¡La seguridad de nuestro país va un paso adelante de los delincuentes! El que las hace, las paga”.
Durante el debate presidencial, cuando la actual ministra se proponía para sentarse en el sillón donde ahora se sienta Javier, dijo que los gendarmes que actuaron en la represión que derivó en la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado fueron absueltos. “Sos una Mentirosa Patricia Bullrich. Los gendarmes no están absueltos, siguen imputados. ¿Cómo van a ser inocentes si todavía no hubo juicio? ¡Mentirosa!”, fue la respuesta de Sergio Maldonado, hermano de Santiago.
Pero tanto la ministra, como Petri, como Villarruel y el propio Javier, tienen en materia de seguridad y derechos humanos más puntos en común que diferencias. Niegan a los y las 30 mil compañeras detenidas desaparecidas y, con el disfraz de “memoria completa”, declaran que los genocidas están injustamente detenidos. Serpentean entre reivindicarlos y pedir la domiciliaria. Se suma al grupo el Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que además consideró que “estamos afectando el criterio de humanidad de las penas, estamos afectando el criterio de dignidad. Y esto ya no se ha convertido en justicia, sino que se torna en venganza”. La confesión fue después de la visita que realizaron un grupo de diputados de La Libertad Avanza a la cárcel de Ezeiza, donde se sacaron una foto sonrientes con varios genocidas. Victoria Villarruel fue pionera en el tema: según sus propias palabras, “dos o tres veces” visitó a Jorge Rafael Videla cuando estaba preso.
Los condenados que defienden no dejaron crimen sin cometer. Durante la última dictadura cívico militar eclesiástica, no les quedó nada en el tintero. ¿Es posible entonces pedirle a quien defiende y acompaña genocidas que tenga algún gesto humanitario? La crueldad de este gobierno, lo inhumano, tiene una raíz. Existe un punto en común entre reivindicar genocidas y el goce que explicitan al reprimir, al quitar medicamentos o al despedir trabajadores. Un Ministerio de Capital Humano que no entrega alimentos a las organizaciones sociales, que los deja vencer en galpones, es apenas una pieza más del rompecabezas sin alma que conforma este año de gobierno de Javier Milei. La lista es larga y hay de todo para todas las edades.
Cuando, en septiembre de este año, la Policía Federal gaseó en la cara a una nena de diez años, que estaba sentada en el piso abrazada a su madre, en una marcha por el aumento de las jubilaciones, el gobierno negó lo ocurrido. “Resulta que NO fue la policía quien tiró gas sino fueron los mismos manifestantes que le tiraron la sustancia a la niña”, escribió en su red el presidente. En paralelo, Bullrich culpaba a la madre de la nena, también gaseada. La operación montada por el gobierno duró poco porque el hecho ocurrió frente al Congreso, a la vista de cientos de personas que filmaron la represión. Esa es la puesta en práctica de la resolución del Ministerio de Seguridad con un nuevo protocolo “para el mantenimiento del orden público ante el corte de vías de circulación”. Una resolución con pretensiones de Código Penal, que además arma causas a manifestantes y opositores políticos.
Por último, otro punto a destacar, son los viajes personales que el presidente realizó al exterior y los premios que recibió, como cuando fue nombrado Embajador Internacional de la Luz en Miami o el Premio al Liderazgo Regional que la Asociación de Dirigentes de Marketing de Uruguay le otorgó hace unos días en ese país. Pero el peor momento de todos fue cuando Jair Bolsonaro le entregó una medalla que asegura al portador ser inmortal, tener erecciones y que no mantendrá relaciones sexuales con ningún hombre. “Imbrochável, imorrível e incomível”, con la cara del golpista brasileño. Además de todo, nos arrastra al plano de lo bizarro y uno ya no sabe si algunas noticias son reales o inventadas. Como ese momento que no puedo borrar de la memoria, si no fuera porque lo vi, diría que no es real. Pienso en Milei y vuelve la imagen incomprensible de su discurso de asunción dándole la espalda al Congreso, hace un año, en un escenario montado en las escalinatas y al sol. “Argentina se ha convertido en un baño de sangre. Nuestras fuerzas de seguridad han sido humilladas durante décadas”, dijo el presidente y el público presente respondió saltando: “¡Policía, policía, policía!”. Faltaba Jack Palance con su particular susurro anticipando “una jornada hacia lo extraño, lo fantástico y lo inesperado”.
Ocio
TEATRO/”El punto de costura”, historias de vida entretejidas, por Marquisse
En la primaria, cada vez que estrenaba un pantalón gris, esos sin mucha personalidad que se usaban para ir al colegio, mi mamá o mi tía Sol me hacían los dobladillos. Esta técnica impedía que ensucie las botas del pantalón mientras caminaba en el propio colegio o en el camino de regreso a casa. Se había hecho costumbre el ver acortarse el pantalón luego de comprarlo. También recuerdo el primer pantalón chupín -o bombilla, como le decían mis papás- que me compré y que tuvo que llevarse mi tía para achupinarlo más. Antes de eso, lo sentía demasiado holgado. Como un chupín no chupín. Mi tía siempre se ocupaba de remendar la ropa para que pase de ser un “no me gusta cómo me queda” a un “¡ahora sí me queda!”. Ella siempre mejoraba las cosas para que sean cómodas y agradables.
En el marco de la última edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), en el que se pueden ver año tras año producciones nacionales como internacionales en distintos teatros de la ciudad, me acerqué a ArtHaus para ir a ver El punto de costura, de Cynthia Edul.
Tuve el placer de conocer esta obra en el hermoso taller “Des/archivar la escena”, dictado por Sol Putrino, que recomiendo con entusiasmo. En él hablamos sobre la noción de biodrama y otras obras que trabajan con archivos personales y registros de otras obras.
La obra comienza con Guillermina Etkin ante un micrófono haciendo sonidos con materiales que se despliegan en una mesa a la derecha del escenario. En esa misma descansaba una máquina de coser. El público miraba y escuchaba absorto a la manipulación de las telas y agujas por parte de Etkin. Estiramientos, rasgados, apertura y cierre de una cremallera, cortes de tela. Transcurridos unos minutos, Edul, quien estaba sentada a la izquierda frente a otra mesa larga, comenzó a leer el texto de la obra. En su mesa estaba dispuesto un telar y, frente a Edul, unos cuantos libros. Materiales textiles y palabras.
“Los incas usaban los nudos para escribir, llevar la contabilidad y conservar la memoria (…). El quipu se parece a la escritura porque tiene ocho millones de combinaciones posibles de cuerdas, nudos y colores. Los hilos son unidades semánticas”, Cynthia Edul
En el 2019, Cynthia Edul narró su viaje a Siria en su libro La tierra empezaba a arder: Último regreso a Siria. En esta obra, recuperará la historia familiar de sus abuelos, que vinieron desde Siria a Argentina en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. Pero la obra no solo trata de la historia familiar. Tampoco trata solamente de la tradición, la discriminación hacia el inmigrante (Edul leerá fragmentos de notas de la revista Caras y Caretas que ilustran esto), el trabajo, ni de cómo la autora tuvo que hacerse cargo de la empresa textil de su familia durante la pandemia. La trama de la obra aparece entrelazada con la historia del textil, de la escritura, los viajes hacia el origen y las historias de lucha y resistencia de distintos pueblos.
El punto de costura también es un relato que entreteje referencias bibliográficas, que Edul lee de cada libro presente en la mesa, de distintos autores como Roland Barthes, Didier Eribon, Homero, Sylvia Molloy, Juan José Saer, entre otros. Una obra hermosa que emociona. Me encontré en varios momentos sollozando, conmovido con las palabras que Edul leía. Imposible no encontrar algo de la obra que interpele, que resuene en el propio cuerpo, que haga vibrar el textil que cubre el pecho con cada pálpito. Pálpito como el que emula el sonido que realiza Etkin en un momento de la obra y que retumbaba en la sala.
Un momento hilarante de la obra es aquel en el que se enumera las distintas expresiones y frases populares que involucran palabras del vocabulario textil, como “no dan puntada sin hilo”. “Los textiles están por todas partes. Todos los pueblos hilan o tejen”, dice Edul al comienzo de la obra de teatro, así como también al principio del libro. El texto de esta hermosa obra lo editó este año Tenemos las máquinas bajo el nombre La primera materia, en alusión al textil, aquello que está acompañándonos desde el origen de nuestra vida. Lo valioso de que exista el libro es que en la obra se mencionan una serie de datos históricos y de personajes provenientes de leyendas y mitos de distintas culturas. Pero también un gran número de citas sobre lo textil y la escritura que dan ganas de archivar en la memoria. Información que dan ganas de retenerla y de atesorar, porque el modo en el que enhebra e hilvana la narración Edul es digno de admirar.
*Si al terminar de leer esta reseña, te quedaste con ganas de ver esta profunda obra, acá te dejo el link para sacar las entradas. Quedan una función: sábado 23/11 a las 22:30 ¡Yo que ustedes no me la pierdo!
https://publico.alternativateatral.com/entradas84368-el-punto-de-costura?o=14