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Memoria

Los ‘Azos’ de mayo

En la antesala de un nuevo aniversario del Primer Rosariazo, mojón histórico de insurrección popular enmarcado en los azos del 69 que terminaron por derrocar a la dictadura de Onganía, compartimos esta investigación realizada y escrita por Leonidas Noni Ceruti y Mirta Sellares.

La Marcha del Hambre de Villa Ocampo (Sta Fe), las protestas de los estudiantes correntinos, el “I Rosariazo”, el Cordobazo y el “II Rosariazo”, el alzamiento en Cipolletti, los azos estallando por todo el país terminaron de derrotar el proyecto “sin límites” de Onganía.

Desde 1969, todo se aceleró y constituyó un punto de viraje en la evolución del país. Se vivió un proceso de cambios entre los trabajadores, estudiantes universitarios,  partidos políticos, y en las principales tendencias que se expresaban dentro de la dictadura.

Expresaron la explosión de la bronca, acumulada en varios años de deterioro económico-social, opresión política y gremial, sumado a la proscripción del peronismo, perdida de conquistas históricas de los asalariados y deseos de cambios.

Esos alzamientos populares tuvieron como protagonistas fundamentalmente a la clase obrera y a los universitarios que fueron sin duda las fuerzas  con que contó el movimiento anti dictatorial. Las grandes movilizaciones demostraron la capacidad de lucha, creatividad y solidaridad del pueblo.

ANTECEDENTES: LOS GOLPES Y SUS PLANES

La etapa entre 1955 y 1966, se abrió y cerró con un golpe militar, donde se dieron restauraciones “democráticas” con proscripciones, momentos de violencia y otros de consenso pasivo. Así se sucedieron el golpe militar del 55, la Revolución Fusiladora para unos y Libertadora para otros, proscripción y persecución del peronismo, resistencia del pueblo, pacto Perón-Frondizi, gobierno desarrollista, nuevo golpe militar, democracia restringida, gobierno de Illia, y otro golpe cívico-militar en 1966.

Desde 1963, las relaciones entre el Ejército, el sindicalismo, los medios de prensa y el gobierno radical fueron cada vez más distante. Entre los militares se hicieron fuertes las opiniones de conformar un gobierno que excluyendo a los partidos políticos, integrara a las FFAA con poderosos empresarios y jerarcas sindicalistas. A su vez una campaña periodística minó el prestigio del gobierno, acusándolo de lento e ineficiente.

La predica dio sus frutos el 28 de junio de 1966, cuando un movimiento encabezado por el Gral. Juan C. Onganía destituyó al presidente Arturo Illía. El  proyecto llamado pomposamente “Revolución Argentina”, se sustentó en el desprestigio del sistema parlamentario ante los ojos de la clase obrera y de los sectores medios, que hicieron suyas las consignas lanzadas desde el gobierno “Abajo el Parlamento”, “Abajo los partidos políticos que nada solucionan”, “Adelante con la Revolución Argentina”.

En lo económico, el plan de Krieger Vasena, se proponía una transición hacia el desarrollo de la industria pesada y la infraestructura necesaria. La crisis comenzó cuando no se pudieron mantener la estabilidad de los precios internos de los productos agropecuarios, que fueron en progresivo aumento. Los signos fueron inflación creciente, recesión y las economías regionales en crisis y estado terminal.

LA CUEVA BOLCHEVIQUE

La Universidad que había sobresalido por la excelencia académica y las investigaciones, fue acusada por la politización de los claustros de profesores y estudiantes, el excesivo presupuesto, y fue bautizada como “la cueva bolchevique”.

El viernes 29 de julio de 1966, a través del decreto ley 16912 se anulaba el gobierno tripartito y subordinaba a las autoridades de las Universidades al Ministerio de Educación. Luego vendría la “Noche de los bastones largos” con la represión para docentes y estudiantes en la Universidad de Buenos Aires.

Renunciaron 1400 docentes y el The New York Times, en un editorial titulado “Terror en la Argentina”, comparaba a Onganía con Hitler.

En los claustros universitarios la lucha se inició desde el mismo día de la asonada militar, y estuvo centrada en las luchas contra la intervención, el limitacionismo, la autonomía universitaria y por el gobierno tripartito.

El 7 de septiembre de 1966, en una protesta estudiantil en Córdoba fue asesinado por la policía el joven estudiante-obrero, Santiago Pampillon.

BUENOS MUCHACHOS: VANDOR, CORIA, ALONSO, TACCONE

No llamó la atención en el acto de asunción del Gral. Onganía, la asistencia de empresarios y sindicalistas, se confirmaba así el acuerdo entre las FF. AA, el poder económico y la delegación de dirigentes sindicales que estuvo integrada por Vandor, Izzeta, Taccone, Niembro y Coria, por las “62 Vandoristas”; Alonso y Cristófoli lo hicieron por las “62 de pie junto a Perón”, mientras que por los llamados sindicatos independientes lo hizo Armando March.

Cuando a escasos días de su asunción el gobierno decidió la disolución de los partidos políticos, clausurando sus locales e incautando sus bienes e intervino las Universidades, muchos se preguntaron ¿Por qué no la CGT? Se estaba cumpliendo un compromiso, y en virtud de ello, la central obrera se negó a tomar partido en el problema universitario y apoyó sin reservas la disolución de las agrupaciones políticas.

La posterior firma del convenio de los metalúrgicos en la Casa de Gobierno, fue otro símbolo de la buena relación de Vandor y algunos sindicalistas con los militares.

A pesar de ello, entre las primeras medidas tomadas por la dictadura estuvo la sanción de la ley 16.936 de “Arbitraje Obligatorio”, medida duramente criticada por los sindicalistas, ya que la misma limitaba el derecho de huelga. En febrero de 1967, la CGT intentó presionar al gobierno anunciando un plan de lucha. Los militares contraatacaron con rapidez: se denunció la existencia de un plan terrorista, se interrumpió el diálogo con la central obrera y se suspendió la personería gremial de la FOTIA, Unión Ferroviaria, UOM, FOETRA y otros sindicatos.

Los anunciados reordenamientos portuarios y ferroviarios, provocaron huelgas. Se agregaron paros en General Motors, empleados de farmacia, lecheros, papeleros, textiles, metalúrgicos, transporte, portuarios, maestros, construcción. En Tucumán, los enfrentamientos de los obreros de los Ingenios azucareros, con las patronales y la política impulsada desde el gobierno llevaron a la ocupación de varias empresas, manifestaciones, y hasta choques armados, lo que originó una fuerte represión, con la trágica muerte de Hilda Guerrero de Molinas.

La agresión hacia las conquistas históricas de la clase obrera continuó en los años venideros. Agustín Tosco las sintetizó “retiro de personería a sindicatos, desconocimiento de las representaciones laborales en organismos del estado, imposición del arbitraje obligatorio, anulación del salario mínimo, vital y móvil, legislación contra el derecho de huelga, anulación de la ley 1884 de indemnización reduciendo sus montos a la mitad, cesantías, suspensiones, rebajas de categorías, pérdidas de salario, suspensión de la estabilidad en varias convenciones colectivas de trabajo: aumento de la edad para jubilarse y régimen de alquileres de libre contratación”.

LA HORA DE LA LUCHA ANTIDICTATORIAL: NACE LA CGT DE LOS ARGENTINOS

El Congreso Normalizador de la CGT, citado para el 28 de marzo de 1968, fue el momento para que las distintas corrientes del sindicalismo chocaran entre sí.

Buena parte de los delegados concurrieron con un espíritu de hostilidad hacia los sindicalistas “colaboracionistas” y “participacionistas”. La CGT quedó quebrada en dos. Se retiraron tanto vandoristas como colaboracionistas, constituyendo la “CGT de Azopardo”, que pasó a ser la “CGT oficialista”, mientras que el resto de los gremios conformaron la CGT de los Argentinos (CGTA) o de Paseo Colón.

Como Secretario General de la CGTA se designó a Raimundo Ongaro, y  el conglomerado de fuerzas políticas, sindicales y estudiantiles que la integraron lo hicieron tras un programa antiimperialista, antimonopolista, anti oligárquico y contra la dictadura militar.

Sus principios se explicitaron en el “Mensaje a los trabajadores y el pueblo. Programa del 1º de Mayo de 1968”,  que pasó a ser un documento histórico de los trabajadores argentinos, redactado por Rodolfo Walsh, mientras que Ongaro le dio los últimos retoques.

En Abril de 1968,  un sector del movimiento obrero de Rosario y del Cordón Industrial lanzó una convocatoria titulada “Por una CGT sin compromisos o ataduras espurias”, posteriormente, el 17 de ese mes un plenario de 27 gremios, conformó la CGT de los Argentinos Regional Rosario.

LA REBELDÍA BAJÓ DEL NORTE SANTAFESINO Y CORRIENTES

A comienzos de 1969, con las economías regionales en crisis en distintas zonas del país, como la zona norte de la provincia de Santa Fe, con fábricas e ingenios cerrados, las organizaciones obreras y campesinas decidieron demandar a las autoridades. El 11 de abril se congregaron en número de 10.000 en Villa Ocampo, y desde esa ciudad partió la “Marcha del Hambre” hasta la capital provincial. Integraban la caravana de trabajadores desocupados o con sus fuentes de ocupación amenazadas, pequeños campesinos y comerciantes. Habían adherido a ese periplo de protesta las poblaciones de Villa Ana, La Gallareta, Tacuarendi, Las Toscas y Villa Guillermina.

Desde Santa Fe, el jefe policial coronel Duretta reunió a 3000 policías, gendarmes y soldados. La pueblada enfrentó la represión, ocupó el edificio comunal y obligó a renunciar al intendente “porque no sirve para defender al pueblo”. Al levantamiento premonitoriamente se lo conoció como “la golondrina anunciadora” de lo que posteriormente sucedería en el país con los distintos “azos”. De esa manera, iba creciendo la resistencia a la dictadura que “no tenía ni plazos, ni tiempos, sino finalidades”.

Para mayo de ese 1969 ambas CGT acordaron un “Plan de Lucha” que finalizaría con un paro nacional el día 30, medida que no apoyaron los colaboracionistas de Rogelio Coria. A nivel nacional, se prohibieron los actos del  primero de mayo por disposición del Jefe de la Policía Federal, Gral. Fonseca.

En la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) fue designado como rector el abogado Carlos Walker, que como primera medida ordenó la disolución de todos los centros de estudiantes. La respuesta vino de la Federación Universitaria del Nordeste (FUNE), que ante la situación presentada, los estudiantes se declararon en huelga y no permiten el comienzo del ciclo lectivo el año 1969.

Las manifestaciones estudiantiles comenzaban a tener mayor envergadura tanto en Corrientes como en Resistencia, llegando a su punto máximo en mayo, donde se suma a la protesta la CGT, los docentes, alumnos del secundario, y en general toda la sociedad de las dos provincias. Asimismo, la represión policial aumentaba a medida que las marchas estudiantiles eran más numerosas.

Así se llega al 15 de mayo, cuando una marcha estudiantil multitudinaria, acompañada por estudiantes secundarios, docentes, gremialistas, miembros de la Iglesia (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo) y la sociedad en su conjunto, comienza en horas de la mañana, desde distintos puntos de la ciudad de Corrientes, con el objetivo de reclamar por los precios del comedor universitario, con la intención de llegar al Rectorado. Entre los manifestantes se encontraba Héctor Quagliaro, dirigente de ATE y la CGT de los Argentinos de Rosario.

Pero la policía reprimió salvajemente las distintas columnas con gases, palos, sables y disparo de armas de fuego. La columna compuesta por más de mil quinientos jóvenes se dispersa, muchos son heridos y otros tantos son encarcelados. A pesar de ello, los manifestantes vuelven a reunirse y la policía nuevamente reprime. Fue una jornada trágica que dejó varios heridos y la muerte del estudiante de cuarto año de medicina Juan José Cabral, oriundo de Paso de Los Libres.

ROSARIO EN LA LUCHA: EL “PRIMER ROSARIAZO”

Luego de los acontecimientos de Corrientes, en las facultades rosarinas el clima era de tensión. Se sucedían las asambleas, y la agitación hizo que el 16 de mayo el rector Cantini resolviera suspender por tres días las clases y solo quedaba como lugar de reunión el comedor universitario. Allí esa noche se realizó una masiva asamblea y posteriormente una marcha por las calles céntricas.

Al día siguiente 400 estudiantes se reunieron frente al comedor universitario en Avenida Corrientes 797, entonando la consigna “Acción, acción, acción por la liberación”, lanzaron volantes e hicieron estallar algunos petardos, y se manifestaron frente al Banco Alemán Trasatlántico. Inmediatamente comenzó la represión. Un grupo de estudiantes, perseguidos por la policía, corre por calle Corrientes hacia el sur y dobla por Córdoba, desde Entre Ríos aparecen más policías disparando sus armas.

Los estudiantes y decenas de sorprendidos transeúntes quedan encerrados. Algunos estudiantes junto a una docena de paseantes -incluidos varios niños- ingresaron a la Galería Melipal. Pero el lugar con una sola boca de entrada y salida, hizo que otra vez estaban atrapados a merced de los guardias. Los agentes ingresan al edificio y reanudan la golpiza. Entre los policías se encontraba el oficial inspector Juan Agustín Lezcano, un ex empleado de la boite Franz y Fritz. La gente trató de evitar como podía la lluvia de golpes: se escuchan súplicas, llantos y alaridos. En medio de la confusión sonó un disparo. Cuando la policía se replegó, quedó en el suelo junto a la escalera el cuerpo de Adolfo Bello con la cara ensangrentada. Horas más tarde fallecía quien era estudiante de segundo año de Ciencias Económicas.

Los días 18, 19 y 20 se sucedieron “actos relámpagos”, concentraciones,  denuncias de testigos. Comenzó a funcionar la “olla popular” organizada por la CGT de los Argentinos y los estudiantes con el fin de suplir el cierre del comedor universitario. La unidad obrero-estudiantil continuaba creciendo. El lugar donde fuera baleado Bello estaba permanentemente orlado con flores.

Para el miércoles 21 se hizo un llamado “a todo el estudiantado y al pueblo de Rosario a una “Marcha de Silencio”, en homenaje a “los compañeros caídos”, organizada por el Comité de Lucha de Estudiantes de Rosario y la CGTA.

La concentración sería en Plaza 25 de Mayo y la manifestación culminaría frente al local de la CGTA, Córdoba 2060, donde hablaría Raimundo Ongaro y algunos estudiantes. Se reclamaba la solidaridad de todo el pueblo y el cierre de negocios.

Horas antes de la anunciada protesta, la zona céntrica parecía una fortaleza policial. Carros de asalto, patrulleros, autobombas, carros hidrantes, guardias de infantería o a caballo patrullaban permanentemente y se exhortaba a la desconcentración mediante megáfonos. A pesar del aparato intimidatorio, los estudiantes comenzaron a congregarse, algunos portando carteles como el de los secundarios con la leyenda “Comité de Lucha Estudiantes Secundarios Bello-Cabral Contra la Estructura de la Enseñanza”, y empezaron las sentadas en silencio.

Minutos después comenzó la represión. Todo se desencadenó cuando la Infantería de Policía lanzó gases lacrimógenos para desconcentrar a los estudiantes, estos respondían con piedras, se dispersaban y volvían a reagruparse y en improvisadas columnas trataban de marchar. La policía repartía bastonazos y continuaba arrojando gases. Los jóvenes armaban barricadas con maderas de las obras en construcción, desde los edificios les arrojaban papeles y comenzaron a encender fogatas que aumentaban minuto a minuto.

A lo largo de varias horas los estudiantes y las fuerzas represivas se enfrentaron por las calles céntricas. Fue una verdadera batalla campal, los manifestantes en número entre 3000 y 4000 mil coparon el centro con la colaboración efectiva de los vecinos. La zona presentaba el aspecto de un campo de guerra con grandes fogatas y barricadas en muchísimas esquinas. La policía se había replegado hacia la jefatura. La Batalla de Rosario -al decir de Beba Balve- estaba en pleno desarrollo.

Una columna de manifestantes decidió avanzar desde Córdoba y Corrientes hacia el oeste. En la intersección de calle Italia se producen nuevos incidentes. Un grupo de estudiantes arrancan la placa del rectorado, que no había condenado el asesinato de Bello. Después llegan hasta el frente de la radio LT8. Un pequeño grupo rompe a pedradas vidrios y ventanas e ingresa a la emisora para interferir la transmisión (en esos momentos se trasmitía el partido Estudiantes de la Plata y Nacional de Montevideo, por la Copa Libertadores). El objetivo no se cumplió del todo porque el operador de planta empalma la transmisión con la cabecera de Radio Belgrano.

Cuando llegan los escuadrones de Caballería, un grupo intentaba tomar el rectorado, otro salían de LT8 y un tercer grupo se estaba dispersando hacia calle Dorrego abandonando la idea de ocupar la Jefatura de Policía, un objetivo que se llegó a plantear cuando la policía huía. A pocos metros de LT8 cae abatido por un balazo en la espalda el adolescente Luís Norberto Blanco, un empleado metalúrgico y estudiante que intentaba huir corriendo de la represión policial. Los primeros auxilios se los presta el médico Aníbal Reinaldo, que también sufre los sablazos de la policía. A los pocos minutos fallecía el joven Blanco y eran heridos otros manifestantes.

El Poder Ejecutivo Nacional, pasada la media noche decretaba a “Rosario Zona de Emergencia”, bajo control del Ejército, y designaba al General Roberto A. Fonseca a cargo del Segundo Cuerpo de Ejército. Se ocupaba militarmente la ciudad y los Bandos Militares alertaba sobre las prohibiciones, las detenciones y los tribunales castrenses.

El número de detenidos ascendió a 89, la gendarmería patrullaba la ciudad y la bronca anti dictatorial aumentaba.

Un Plenario de 38 gremios reunidos en el local del Sindicato del Vidrio, donde participaron representantes de las dos centrales obreras, la de Paseo Colon y Azopardo, ratificaba la realización del paro para el viernes 23, y se conocía una declaración de 31 sacerdotes adhiriendo “a la actitud de los estudiantes y criticando crudamente la acción policial y los poderes concedidos al II Cuerpo de Ejército”.

La protesta continuó con el paro con un elevado ausentismo en Rosario y la zona de San Lorenzo, y fue realmente impactante la columna de más de 7000 personas que acompañó los restos de Blanco durante un trayecto de 87 cuadras que demandó cuatro horas desde su casa hasta el cementerio.

En los Talleres Ferroviarios de Pérez, 2000 obreros paralizaban sus tareas por la suspensión de los delegados Enrique Gigena y Roberto H. Forcatto, por haber sido los encargados de comunicar a sus compañeros lo resuelto por la “Comisión Coordinadora de la Unión Ferroviaria” de adherir al paro en repudio al asesinato de los estudiantes.

A los pocos días un plenario de 40 gremios confirmaba el paro del 30. El nuevo jefe de policía ordenó no interferir en las manifestaciones. Y llegaría el jueves 29, cuando 2000 personas asistieron a la colocación de dos placas en homenaje a los jóvenes asesinados, frente a la galería Melipal y al Comedor Universitario. En el día del Ejército se escucharon duros discursos del Gral. Fonseca y del Capellán del II Cuerpo, mientras comenzaban a llegar las primeras noticias del Cordobazo. El mes de mayo del 69 finalizaría en Rosario con un paro nacional dispuesto por la CGT para el 30.

CRONOLOGIA

13 de mayo: En Tucumán, los ex trabajadores del ingenio Amalia, ocupan el establecimiento y toman como rehén por unas horas al director-gerente, José Gabarain exigiendo el pago de haberes atrasados.

14 de mayo: En Córdoba, 3500 obreros de la industria automotriz abandonan las fábricas y se reúnen en el Córdoba Sport Club, para tratar la posición del gremio, ante la eliminación del “sábado ingles”. Hay duros enfrentamientos callejeros que arrojan un saldo  de 11 heridos, 26 detenidos y la rotura de vidrieras.

15 de mayo: En Corrientes, tras el anuncio del aumento del 500% del vale del Comedor Universitario, los estudiantes repudian con una marcha la medida del rector Carlos Walker. La represión policial provoca la muerte del estudiante Juan José Cabral.

16 de mayo: En Rosario, se produce una reacción de repudio en la Facultad de Medicina, luego se suman otras facultades. El rector decide la suspensión de las actividades universitarias hasta el lunes 19. En la Capital Federal se anuncia que se despacharon refuerzos policiales a Corrientes, mientras la Gendarmería de Formosa se hallaba acuartelada.

17 de mayo: Se inicia la protesta en el Comedor Universitario de Rosario. Tras reprimir una manifestación, la policía asesina en la Galería Melipal al estudiante Adolfo Bello. La CGTA decreta el estado de alerta y cita a un plenario para el día 20.

18 de mayo: Distintos sectores sociales, gremiales y políticos rosarinos repudian el asesinato del estudiante.

20 de mayo: Los estudiantes rosarinos anuncian un paro nacional; en Córdoba se realiza una marcha del silencio; en Corrientes los docentes piden la destitución de las autoridades universitarias; en Mendoza se dispone un paro de actividades y marcha del silencio.

21 de mayo: Marcha del silencio en Rosario. Participan agrupaciones estudiantiles universitarias, secundarias y la CGTA. Los manifestantes, en número de 4.000, hacen retroceder a la policía. Cae asesinado el obrero y estudiante Luis Blanco, de 15 años. Los estudiantes, apoyados por la población protagonizan el Primer Rosariazo.

22 de mayo: Desde la madrugada, Rosario es declarada zona de emergencia bajo jurisdicción militar.

23 de mayo: En Rosario y su cordón industrial se concreta un paro con alto acatamiento. Más de 7.000 personas asisten al entierro del joven Blanco.

25 de mayo: En Rosario y localidades vecinas, numerosos sacerdotes se niegan a oficiar el tedeum tradicional

29 de mayo: Paro de 36 horas en Córdoba. Represión e insurrección urbana: Cordobazo.

30 de mayo: Paro nacional dispuesto por la CGT.

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Haroldo Conti y la memoria sin fin, por Oscar Taffetani

En 1987, con la vuelta de la democracia y en un país donde todavía era peligroso recuperar la memoria sobre militantes desaparecidos -fueran ellos escritores, artistas, periodistas o simplemente víctimas de la diáspora y del exilio- participé de un proyecto fílmico inconcluso titulado “La balada de Haroldo”, que se proponía rescatar bajo la forma de una road-movie el itinerario de vida y escritura del imprescindible Haroldo Conti. Filmaríamos (y de hecho, filmamos) en Warnes, en Chacabuco, en el Delta, en Cabo Polonio y Barra de Valizas, entre otras locaciones. Entrevistamos a familiares y amigos del escritor. Consultamos documentos fílmicos, sonoros y gráficos existentes, entre ellos, como pieza medular, el proyecto (inconcluso) del estudiante de cine y fotógrafo Roberto Cuervo titulado “Retrato humano de Haroldo Conti”. No voy a explicar aquí las innumerables dificultades que tuvimos en aquel momento, con Carlos Vallina y otros compañeros de aventura, para conseguir financiamiento de aquel proyecto, que quedó definitivamente inconcluso a mediados de los ‘90. Sin embargo, en el camino, fuimos usando parte del material disponible para pequeños rescates, suerte de golpes de memoria que volvieran a poner sobre el tapete los asuntos de Haroldo, los asuntos de sus compañeros de vida y militancia y los asuntos de su escritura. Un fotograma del film mudo de Roberto Cuervo –por ejemplo- fue utilizado en 1988 para probar que un mascarón de proa tallado por el capitán Alfonso Dominguez en Uruguay, fue arrebatado de la casa de Haroldo cuando lo secuestraron, para ser luego vendido a una tienda de “antigüedades”. Lo que las dos publicaciones en Página/12 que siguen muestran, es la táctica que utilizamos para recuperar sin violencia ese mascarón y devolverlo a sus legítimos dueños. Nada más. Y nada menos. Marta Scavac –que ya no está- y Ernesto Conti –quien por entonces era un niño- testimoniaron su agradecimiento, dedicándome un libro de navegación que tenía Haroldo tras su naufragio en La Paloma, y que aquí también se reproduce. Buena lectura.

Memoria del mascarón de proa
(Página/12, 6/5/1988)

A doce años de su desaparición, Haroldo Conti y su obra forman parte de la “cultura de la desmemoria”.

(Por Oscar Taffetani) No hace mucho una periodista habló de la virtual imposibilidad de acceder a la vasta obra literaria y testimonial de Sarmiento: el “ilustre sanjuanino” ha sido condenado, por falta de difusión y de reediciones, a ser sólo el autor de Facundo y Recuerdos de provincia. En esa nefasta cultura de la desmemoria se inscrihe también el caso —más reciente, más modesto, pero igualmente representativo— de Haroldo Conti, escritor secuestrado de su casa y desaparecido el 4 de mayo de 1976.

Un breve inventario del olvido instalado sobre la vida y obra de Haroldo Conti debería incluir hechos como la escasa reedición argentina de su obra: La balada del álamo carolina y Mascaró, el cazador americano, sus últimos libros, no han vuelto a editarse entre nosotros desde 1975; la novela Sudeste y el relato maestro Todos los veranos duermen en los catálogos desde hace casi dos décadas, lo mismo que valiosos estudios como El mundo de Haroldo Conti (Rodolfo Benasso, 1969).

Ese inventario debería incluir también —en un plano extraliterario— la prescripción o falta de prosecución de las causas abiertas en la Justicia, que afectan tanto a Haroldo Conti como a sus familiares directos (y es uno entre cientos y miles de casos semejantes).

Por último, y con infinita tristeza, el inventario debería incluir hechos como que el mascarón de proa tallado por Alfonso Domínguez en el Cabo Santa María, ese mascarón que Haroldo Conti tuvo colgado en una pared de su casa hasta que Fritz Roy —y en la época del imaginario vapor “Mañana”— hoy cuelga de la pared de una casa de antigüedades de Buenos Aires, con una etiqueta que dice: “Mascarón italiano, siglo XIX”.

El mascarón, impiadosamente “reciclado” por la ciudad (esa ciudad hostil que Conti conoció y describió en sus relatos), completa el cuadro de desaparición forzada de un ciudadano, el cuadro de toda una época del escritor argentino contemporáneo: un cuadro semejante al de Antonio Di Benedetto, fallecido hace un par de años; o al de Daniel Moyano, emigrado en 1976 (ese entre muchos, muchos casos).

Pero hay otra cara de esta moneda —no muy lustrosa hoy, tal vez reluciente mañana—: una cara que podría denominarse, por contraposición, “la verde memoria del pueblo”, en palabras de Conti. Ese país merece también, en esta fecha, un breve inventario.

Se inscribe allí el homenaje que el próximo domingo, 7 de mayo, rendirá a su más destacado escritor la gente de Chacabuco. Será representado en el teatro “La balada del álamo carolina”, hablarán algunos familiares y amigos, un grupo cumplirá con el rito de visitar el añoso álamo, el campo de Warnes.

Fotogramas de una película inconclusa por falta de financiación

Y no puede dejar de inscribirse el proyecto fílmico, La balada de Haroldo, largometraje sobre la vida y la obra del narrador de Chacabuco. Ese largometraje incluirá fragmentos de un inconcluso e inédito documental filmado por Roberto Cuervo en 1975. El director del proyecto, Carlos Vallina, ha manifestado su intención de filmar “la vuelta a Itaca de aquel Haroldo-Ulises que un día partió hacia Buenos Aires, las islas y el océano, pero que no dejó de regresar, obstinadamente, en sus textos”.

Su familia, entonces, que no olvida; el pueblo de Chacabuco, que no lo olvida y esa parte de la Argentina que no olvida a quienes, como Harodo Conti, la amaron profundamente, son la Penélope y el Telémaco de esta historia: la tierra a la que siempre se vuelve, el país del álamo carolina.

Aunque el mascarón del “Mañana” no pueda vialar el próximo domingo a Chacabuco, por un circunstancial extravío en Buenos Aires, alguien recordará la promesa escrita por su dueño en la última página de un libro: “…ese ángel que está naciendo (el mascarón) colgará para siempre de una pared de mis casas; dondequiera que yo vaya iré con él, abriendo camino”. El país del álamo carolina es un país donde las promesas tarde o temprano se cumplen.

Mascarón de proa tallado por el capitán Alfonso Dominguez en Uruguay, secuestrado junto a Haroldo Conti de su casa, restituido a sus herederos gracias al trabajo de investigación de un grupo de jóvenes periodistas.

Rescate del mascarón de proa
(Página/12, 28/5/1988)

Después de doce años, un “Angel” que pertenecía al escritor Haroldo Conti volvió a ocupar su lugar de origen.

(Por Marta Scavac) Cuando terminaba abril, Oscar Taffetani me comentó sobre la posibilidad de ubicar el mascarón. Según los datos de que disponía, el Ángel podría estar colgado en una casa de antigüedades de la Capital. Oscar me pidió calma y confianza hasta tener la información precisa.

He aprendido que muchas veces la paciencia ayuda a obtener mejores resultados. Me prometí recuperarlo. Ignoraba el modo, y una sucesión de incógnitas me atravesaba. Dueño, lugar, reacciones, consecuencias, logro, fracaso, todo se conjugó en un torbellino que por poco me deja sin vesícula (cada uno tiene su tripa de Aquiles).

Es 4 de mayo y Oscar me llama temprano para decirme que ese es nuestro día-rescate. Ana, una pintora amiga ha localizado al Angel. Fabián, otro amigo, lo ha fotografiado. Con la escribana Gloria Barrandeguy, a quien pedimos para cubrir la forma legal, marchamos hasta el lugar.

(Por razones que luego se verán, me valdré de un par de nombres figurados y de una referencia imprecisa para continuar con la historia.)

“Lleva más de 11 años colgado aquí… no es posible… esto es para un cuento de Bioy Casares… entonces, los que hicieron la venta eran los… no puede ser.”

“Sí puede ser. Es, señora. ‘Botín de guerra’… ¿Qué le sorprende tanto? ¿Acaso no han llegado a comerciar con los niños? ¿No puede entenderlo? Comprendo. Yo tampoco”.

La circunstancia era inédita. No teníamos derecho a perturbarnos con quien no conocíamos; pero tampoco se podía ser excesivamente incauto o confiado. Se sabe y no se debe olvidar que los “astices” nos rodean, “obedientemente” libres.

—No tengo nada que ver… no es mío… es prestado.

La miniprocesión, un tanto extrafalaria, se dirige entonces hasta el sitio —otra tienda de antigüedades— donde se encuentra el “depositario”, y a quien llamaremos Requena.

—¡No, no, no puede ser!… yo no tengo nada que ver, por favor no me confundan con “esa” gente. Nunca me había pasado algo así en los tantos años que llevo en esto… me engañaron, eran unos miserables ladrones. ¡Pero si yo fui a la casa a comprarlo!

—¿Qué casa? ¿Dónde?… Acaba usted de mencionar mi casa, señor, la que nos robaron, la que permaneció ocupada por extraños, la que no me ha sido devuelta porque la justicia no ha alcanzado entre nosotros —palabras de un juez— una “agilidad” acorde con los derechos elementales de los ciudadanos argentinos.

—Pero… y ahora… ¿Qué quieren ustedes? Yo lo pagué muy bien, y en dólares. No puedo perder todo. No es justo.

—No quiero ser injusta con usted señor Requena pero no puedo pagar esa cantidad por mi Mascarón.

—¡No es suyo, es mi Mascarón! Yo lo pagué, soy un comprador de buena fe…

—Correcto. Pero desde ahora, usted ya no sería un vendedor de buena fe. En todo caso, el Mascarón no es ni suyo ni mío. Es de un desaparecido, de un hombre del pueblo que ha decidido llevarlo siempre con él. Hasta que lo secuestraron, hasta que se lo robaron.

—Bueno, señora, comprendo. Él tendría sus ideales… yo no tengo la culpa…

—Señor Requena, ¿de qué lado está usted?

Oscar y Gloria tratan de aflojar la tensión y ofrecen alternativas en el lenguaje que suponen que un comerciante entiende. Infructuosamente… Decidimos dejar algunos días al señor Requena, dejarlo a solas con su conciencia. Por si aún estuviera muy dormida, Gloria dejó una copia del acta notarial y Oscar promete publicar en un diario, sin detalles, el incidente.

Dos días después, vuelvo a la tienda de Sonia a ver al Angel, aunque sea a través de la puerta cerrada. Me sorprende la dueña, que viene de darle de comer a un gato por el patio trasero de la casa. Me invita a pasar y me siento en una silla pequeñísima, rodeada de toda clase de objetos antiguos; el gato se acomoda en mi falda y duerme. Un cliente del barrio pasa y le regala masitas a esa señora a quien llamaremos Sonia. Compartimos exquisiteces y vivencias. Ella también lleva su marca por el pasado de horrores. Antes de irme saludo al Angel que sigue colgado en la pared

Camino hacia lo del señor Requena. “Marta, si algo me pasa te pido que salves la máquina de escribir (la vieja Royal con la que escribo estas líneas) y el Angel, al que querés tanto como yo”.

(La máquina Royal fue rescatada por mi padre en un acto de segundo amor, en el amanecer del 5 de mayo de 1976, junto con mis cuadernos y con la perrita, que en la próxima primavera cumplirá 16 años; ya ciega como el Mascarón.)

“¿Qué pensará el señor Requena y su feriado propio?”, me digo.

—Sí, sí, yo también recurriré a un abogado. Legalmente puedo pelear…

—Escuche en silencio todo su alegato legítimo (¿legítimo?).

—Yo no quiero ser injusta, pero sólo puedo ofrecerle pagar en cuotas el dinero que usted ha invertido, no sé…

—Marta (comienzan a jugar los duendes en esta historia), quiero que sepas que no soy insensible a todo lo que han hecho estos bárbaros. ¿Vos sabés que todos los años, cuando las Madres hacen su ronda de 24 horas, yo voy a la Plaza? Averigüé sobre tu marido. Ahora sé todo lo que les ha pasado. Te restituiré el Angel. Fijate que es como si te hubiera esperado 12 años. Tres veces estuve a punto de venderlo. Las tres veces falló la operación. ¿Casualidad? Me gustaría leer los libros de Haroldo y me gustará ver la película, cuando la terminen. Solo te pido que este gesto no sea utilizado por la prensa. Debe ser anónimo. Preservá mis datos y los de Sonia. Sabés… después de todo estoy contento, aunque sufra mi bolsillo.

(El Mascarón fue restituido a sus dueños el día 11 de mayo de 1988. Mi hija Miriam, mi hijo Ernesto y yo, tres náufragos sobrevivientes de aquella noche de 1976, lo llevamos de vuelta a casa, en espera de futuras navegaciones.)

La hermosa gente de los muchos caminos existe. Gracias Requena, Sonia y todos. Desde algún lugar, Haroldo Conti los abraza. Ayer, 25 de mayo, fue su cumpleaños.

“El Derrotero Argentino”, dedicado a Oscar Taffetani por Maite y Ernesto Conti.

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Libros y alpargatas

Un libro que le da voz a los militantes de las Ligas Agrarias: Entrevista con Cristian Vásquez. 

El 26 de julio de 2019 se conoció la Sentencia de la Causa Ligas Agrarias, por el cual El Tribunal Oral Federal de Resistencia, condenaba a  la pena de prisión perpetua al ex teniente coronel del Ejército, Tadeo Bettolli, por el homicidio agravado del dirigente campesino Raúl Eduardo Gómez Estigarribia, y la misma pena para el ex agente policial Alcides Sanferraiter por el homicidio agravado por alevosía del militante rural Carlos Picolli. Mientras recibían penas de cuatro y dieciocho años los ex comisarios José Rodríguez Valiente y Eduardo Wischnivetzky por encubrimiento, privación ilegítima de la libertad y tormentos, según cada caso.

En ese marco, y con vistas a recuperar una experiencia rica en organización y conciencia entre los campesinos, María Florencia Contardo y Cristian Vázquez comenzaron a preparar un libro con el objetivo de presentarlo al cumplirse los 50 años de la fundación de las Ligas Agrarias, fundadas el 14 de noviembre de 1970 en el  “Primer Cabildo Abierto del Agro” convocado en Sáenz Peña, Chaco. 

Luego vino la pandemia pero el trabajo prosiguió por zoom. “Pensábamos que era muy importante poder recuperar esos testimonios y ponerlos en valor, no solamente por lo que significaron esas luchas en 50 años, sino porque todos ellas y ellos seguían militando de una u otra manera en diferentes ámbitos”, relata Cristian Vázquez, uno de los autores del libro “A 50 años de las Ligas Agrarias. Grita lo que sientes”, que desde hace un mes está recorriendo distintas localidades recuperando la memoria de un hito en las luchas campesinas argentinas. Cristian es, además, director de la Escuela de Formación sindical Libertario Ferrari.

LCV: ¿Qué queda de las Ligas Agrarias hoy?

—Las ligas, como organización, fue desarticulada por la última dictadura militar. Es decir, si las ligas comenzaron el 14 de noviembre de 1970, podemos decir que concluyeron también allá cerca de marzo de 1976. Pero eso no quita que los hombres y mujeres que formaron parte de esta experiencia organizativa siguieron teniendo otro ámbito de participación y de formación, y siguieron apostando a una sociedad mejor, donde todos y todas pudiéramos ser felices.

LCV: Puede parecer una historia muy setentista, pero también creo que tal como están las cosas hoy deben ser más importantes y más necesarias que nunca, ¿verdad?

—Sí. Te cuento una anécdota. Cuando nosotros estábamos presentando el libro, la primera presentación fue en la CTA y tuvimos el honor de contar con Pérez Esquivel como uno de los presentadores. En ese momento Pérez Esquivel decía que en este momento era más necesario que nunca comenzar a pensar la situación del hambre, que el hambre era una cuestión estructural en la Argentina, y que había que armar algo, una campaña, un llamamiento. En ese sentido se arma el llamamiento “la peor violencia es el hambre”. Y a mí me llamaba mucho la atención cuando se lanza el llamamiento en la Plaza de mayo, hace un mes aproximadamente, un día de mucho frío, estaba Pérez Esquivel, pero también había otras personas que habían formado parte de las ligas. Es decir, su espíritu de lucha y su espíritu reivindicativo sigue alumbrando dignidad más allá de los años. Porque también hay que pensar que hoy esas personas, si en aquel momento tenían 20 años, hoy rondan los 70,80, y aún así siguen militando y participando en diferentes ámbitos.

LCV: ¿Cómo le pega este libro a la gente joven a la que vos le enseñás?

—En verdad, muchos desconocen que había existido esta forma de organización. Porque en la mayoría de los casos, en Argentina fundamentalmente, tengo que decir, hay una idea de que la sociedad argentina es blanca, moderna y europeizada. Dentro de esa cosmovisión no hay lugar para lo indígena, no hay lugar para el campesino, no hay lugar para nada que no se parezca a una sociedad moderna. En ese sentido, cuesta pensar que no hace mucho existió una forma de organización que planteaba la entrega de la tierra, que planteaba cuestiones que tienen que ver con la educación, la salud, valores de la producción de acuerdo a los costos, y que, como su nombre de la radio del programa que estamos aquí transmitiendo, se plantea La Columna Vertebral. Siempre se atendió fundamentalmente al movimiento obrero. ¿Qué pasa? Que es importante, vaya que es interesante tenerlo en cuenta, pero cuando alguien conmemora los grandes levantamientos de la década del 60, principios de los 70, se va el Cordobazo, el Rosariazo, y estas experiencias de organización, que también tienen su valor y también han marcado formas de organización, son desconocidos. En ese sentido, creo que por un lado, a ese desconocimiento de que varios de los estudiantes o jóvenes, con lo cual tengo la posibilidad de interactuar, la sorpresa, y luego esa sorpresa se convierte en la pregunta de por qué no sabemos sobre esta experiencia y el querer saber.

LCV: Yo creo que hay algo más. La extensión y la importancia que tuvieron las ligas agrarias en cuanto a movimiento y en cuanto a experiencia colectiva de trabajo, no ha sido transmitida nunca. Porque es cierto lo que vos decís de la Argentina blanca, pero yo también creo que hay intereses, creo que hay tremendos intereses detrás de esto. Fíjate que ni los ecologistas levantan las ligas agrarias.

—Casi siempre se dice muy acertadamente que la última dictadura militar vino para desmantelar la organización obrera e imponer un nuevo modelo económico y social en la Argentina. Yo estoy de acuerdo en términos generales con esa afirmación. Pero más que el movimiento obrero, creo que vinieron a desmantelar toda forma de organización, y resistencia. Y en ese ‘toda forma de organización y de resistencia’ estaba el movimiento obrero, pero también habían otras experiencias como éstas que engloban las ligas agrarias.

LCV: ¿Dónde encontramos tu libro? 

—El libro salió por editorial La Comarca, se puede googlear y se puede conseguir el libro, pero el libro está en formato digital y también se puede descargar desde la editorial. Porque la idea es que la historia se conozca, que este material sirva para debatir y para encontrarnos, fundamentalmente para encontrarnos y crear ámbitos nuevamente de conocimiento y reconocimiento como parte de una clase, como parte de un pueblo.

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Ligas Agrarias, 50 años. Informe especial de La columna vertebral

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Feliz año nuevo mapuche

Este año Parques Nacionales prohibió hacer referencia a las festividades Wiñoy Xipantv, del pueblo mapuche. Así lo denuncia el CELS en un mensaje de twitter: “Parques Nacionales prohibió a sus equipos publicar mensajes sobre las festividades Wiñoy Xipantv, del pueblo mapuche, e Inti Raymi, de los pueblos andinos, lo que hasta ahora era una costumbre. El racismo institucional se expresa en este tipo de decisiones.”

En el calendario mapuche -al igual que otros pueblos andinos como Inti Raymi, quechua, Machaq Mara y Aymara-el año nevo comienza con el solsticio de invierno. Entre el 18 y el 24 de junio. La noche del 23 celebran las comunidades reuniéndose y compartiendo alimentos para darle la bienvenida a un nuevo período de prosperidad, respeto y tranquilidad.

Cuando sale el sol se dice Akui We Tripantu (llegó el nuevo año) o Wiñoi Tripantu (regresa la salida del sol) con el amanecer del día 24 de junio se inicia otro ciclo de vida en el mundo mapuche y en la madre tierra.

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