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Los últimos “salileros”, por Roberto Fontanarrosa

Nos persiguieron, señor, nos persiguieron. Mismamente que animales, no que cristianos. Nos echaron de todas partes, señor, nos quitaron todo. Usted nos ve ahora así, débiles y desparramados, señor, pero los salileros supimos ser fuertes.
Claro, no estábamos aquí, estábamos en otra parte, lejos de aquí. Y era un gusto vernos en los domingos de fiesta, señor, cuando había partido. ¡Así de gente los carros y los camiones llenos de salileros hacia la cancha! Con estos colores, señor, los que usted ve en la vincha. Y la cancha, señor. No sé si había alguna mejor en todo el país, vea lo que le digo, no sé si había alguna mejor. Y venían Boca y River y también San Lorenzo y se iban humillados, señor. Los grandes decían que eran, señor, los grandes, pero de ahí se iban con la cola entre las piernas. Y era una fiesta eso, señor.
Ahora nadie se acuerda de los salileros, nadie se acuerda de cuando éramos fuertes y llenábamos de banderas y trapos las canchas. Nadie se acuerda, señor. Ni saben por qué nos llamamos «salileros», señor, ni eso recuerdan las gentes. Venían River o Boca o San Lorenzo con esos equipos bárbaros y cuando se venían al ataque todos nosotros gritábamos «¡salile! ¡salile!» a los nuestros, para que les hicieran cara,señor. Por eso nos decían los «salileros».
Ellos se venían con esas estrellas famosas que salían en las figuritas y en las tapas de «El Gráfico», señor, una vez por año venían, y ahí, en nuestra cancha se hacían pequeñitos, así quedaban los pobrecitos cuando nos veían a nosotros en las tribunas repletas, que cuando me acuerdo me vienen lágrimas a los ojos, señor.
Y siempre la justicia en contra. Siempre la justicia en contra. Como no podían con nosotros los porteños, nos ponían los jueces en contra. Nosotros éramos buenos, señor, buenazos. Gritábamos nomás, a grito pelado, para alentar a los nuestros. Alguna piedra de vez en cuando, también, cuando ya veíamos que la injusticia era muy grande o los contrarios muy superiores. Ésa es la verdad, señor. A nadie le gusta verse humillado en su propio campo. Pero nada más que eso. Y empezaron a perseguirnos, señor. Siempre los jueces en contra, nos penalizaban, señor. Nos echaban jugadores por pavadas, señor. Y los linieres, señor, cierro los ojos y veo
todavía esas banderas amarillas o solferinas levantadas, señor, porque alguno de los nuestros había invadido terreno prohibido. ¡Terreno prohibido, señor, si la cancha era nuestra! La habíamos ido levantando nosotros mismos, con esfuerzo, señor. Con sacrificio. Era nuestro orgullo. Siempre los porteños persiguiéndonos. Es cierto que degollamos a Cándelo, señor. ¡Pero ellos habían quebrado a Solibarrieta! Cándelo, el juez Cándelo. Permítame que escupa, señor. Y al domingo siguiente tuvimos que ir a jugar a otra cancha porque nos habían suspendido la nuestra. Por ahí cerca, pero en otra cancha. Y también hubo lío porque los salileros ya estábamos enojados, señor, muy enojados. Nosotros somos buenos, pero la injusticia era mucha. Los porteños nos perseguían, señor, como a animales. Nos provocaban para que nosotros más nos enojáramos, señor, y más nos castigaran. Al Junín tuvimos que ir a jugar después señor. Daba pena, le juro, ver esa caravana de hombres, ancianos, mujeres y niños, en carros y camiones, yendo hacia el Junín para seguir los colores de nuestro equipo
señor, los mismos que usted ve en esa vincha, señor. Con un frío terrible y la lluvia.
Con los abuelos, con enfermos, con los perros. Le pegamos a un linier en Junín,
señor, un infame, y de ahí también nos echaron, también de ahí. ¿Adónde íbamos a ir
a jugar, señor, adónde íbamos a ir?
Cada vez éramos menos, castigados por la policía, por las cárceles, los salileros cada vez éramos menos. Los más viejos se fueron quedando en el camino, por esos caminos, cansados de seguir la divisa. Y perdimos la divisional, señor, la perdimos, nos fuimos a la «B», que no es deshonra, señor, pero no es lo mismo. Los tiempos de gloria se habían alejado de nosotros señor, nos habían dejado de lado.

Y siempre la justicia en contra señor. Siempre en contra. Nos castigaban por cualquier cosa, por pavadas señor, por tonterías. De la «B» también bajamos, señor. Ya ni cancha teníamos para jugar, nada era nuestro. Algunos de los muchachos jugaban descalzos, señor, tan pobres éramos. Y casi nadie para alentar, sólo un grupito, chico. Las otras hinchadas se aprovechaban, señor, y nos pegaban, nos corrían, nos humillaban. A nosotros a los salileros, que habíamos sido fuertes y poderosos y que cuando gritábamos todos juntos no dejábamos que se escuchara
ningún otro canto, señor. No nos perdonaban el haber sido fuertes, señor. A la «C» nos fuimos señor, pero ya no teníamos más ganas de pelear, ni jugadores, ni cancha, y éramos un puñadito los que alentaban, señor. Cada vez más lejos de nuestras tierras, cada vez menos parecidos a nosotros mismos. Si hasta el color de las camisetas se había borrado con el tiempo, señor, con las lavadas, con el tierral de los potreros inmundos donde teníamos que ir a jugar, señor, nosotros, que habíamos sabido del césped verde y el olor del césped verde recién cortado, señor.
Y aquí estamos, señor, para que cada tanto venga alguien como usted para investigarnos como a animales raros. Los últimos que quedamos, señor. Los últimos salileros. Los porteños nos persiguieron mucho, señor. Muy mucho nos persiguieron. Si hasta los domingos nos quitaron, señor. Hasta los domingos.

(Este cuento forma parte de la recopilación de relatos de Fontanrrosa “A puro Fútbol”, publicado por editorial De La Flor en el año 2000 y reeditado por Planeta en 2013)

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Amplia convocatoria para marchar el próximo miércoles contra el veto presidencial.

A pesar de los pronósticos, la CGT, por ahora, se dobla pero no se rompe. Algo parece estar cambiando a pesar de la larga la tradición de rupturas en la principal Central Obrera argentina. Desde los años 60 hubo largos períodos de coexistencia con dos conducciones simultéas de la CGT en distintas sedes. Sin embargo, los gremios más combativos -disidentes de los pesos pesados de la CGT, llamados también ‘gordos’- hoy parecen decididos a no abandonar el espacio mientras sigan haciendo lo que consideran más beneficioso para sus gremios. Con la condescendencia de la misma CGT que prefiere evitar los encontronazos con propios y ajenos.

Por su parte, la CTA, dividida desde hace años en CTA Autónoma y CTA de los Trabajadores, también cayó bajo la seducción de la unidad. Desde hace tiempo que andan recociliándose, y ya no es raro verlos haciendo acciones en común. Días atrás practicamente se selló la unidad en la provincia de Buenos Aires luego de un encuentro entre Oscar de Isasi y Roberto Baradel, dos referentes provinciales históricos de ambas corrientes quienes mostraron la decisión de caminar juntos. Así lo expreso el Colo de Isasi: “Este reencuentro de las dos mesas ejecutivas, nace del esfuerzo de construir unidad en la acción de las dos CTA, para procesar las diferencias de manera constructivas y de una voluntad de construir un camino común. En esta reunión se expresa no solo la voluntad de resistir, sino de protagonizar el proceso político”.

La convocatoria a una movilización para el próximo miércoles 11, en contra del decreto presidencial a la Ley de Movilidad Jubilatoria, puede verse como la representación de una nueva corriente sindical, aún manteniendo la propia identidad. Ya son muchas luchas en las que se los vió juntos. Ellos son: el Frente Sindical de Pablo Moyano, la Corriente Federal de Palazzo, las dos CTA de Cachorro Godoy y Yasky, y la UTEP de los movimientos sociales de la economía popular.

En una conferencia de prensa en la sede de la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (Apsee),  habían anunciado una movilización para el jueves de la semana próxima. Sin embargo, ante la sesión prevista en la Cámara de Diputados, adelantaron un día la convocatoria: “Ante el posible tratamiento en la Cámara de Diputados del decreto presidencial que veta la Ley de Movilidad Jubilatoria, la jornada de movilización originalmente pautada para el jueves 12 de septiembre se adelanta al miércoles 11 de septiembre. La concentración se realizará frente al Congreso Nacional a partir de las 13:00″, explicaron.

La presencia de Pablo Moyano en dicha conferencia -mientras los sectores más dialoguistas de la CGT mantienen negociaciones con el gobierno- no pasó inadvertida. Fue el propio líder camionero que explicó que los gremios cegetistas que participarán de la marcha del miércoles lo harán de manera independiente, y que la CGT no convoca de manera oficial:  “Para eso debe haber un debate en el Consejo Directivo”, afirmó. Con curiosa prudencia, a pesar de que muchos están pidiendo un nuevo paro general, Moyano sostuvo que por ahora no es el momento: “Esa decepción y angustia que vive la gente hace que no haya esa efervescencia como para ir a la calle o a un paro general. Creo que se va a ir dando con los aumentos permanentes de los servicios, de las tarifas y de lo que está pasando, pero hay una cierta angustia de la gente de querer proteger su trabajo y no salir, y ver hasta cuánto aguanta”

Por su parte, Hugo «Cachorro» Godoy, secretario general de la CTA Autónoma, afirmó que ante las medidas del gobierno que violentan al Congreso y a los jubilados, las organizaciones convocantes han “ratificado la decisión de unidad del movimiento de trabajadores y trabajadoras en la Argentina.” Para Godoy los decretos ya son una práctica habitual en el gobierno y puso como ejemplo el debate que se “está dando en el Congreso por el financiamiento universitario y que también el presidente de la Nación está amenazando con vetar, en caso que sea aprobado”.

Las declaraciones del resto de los participantes fueron en el mismo sentido. Sergio Palazzo, advirtió que «si los diputados no lo rechazan, tendremos la oportunidad de señalar a los traidores» y Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores invitó a movilizarse “a cada uno de los argentinos que quiere vivir en un país donde se respete a los niños, donde se respete a los ancianos, donde se respete a los trabajadores».

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Después de una semana de huelga, los aceiteros volvieron a brillar

El 5 de agosto de este año, el Sindicato de Aceiteros de San Lorenzo (SOEA) y de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA) iniciaron un paro por tiempo indeterminado que paralizó las exportaciones en el Gran Rosario. La huelga duró 7 días y fue levantada para acatar una conciliación obligatoria de 15 días dictaminada por la Secretaría de Trabajo. La medida de fuerza era en reclamo de un 25% de aumento que se sumaba al 77% recibido hasta la fecha, para contrarrestar la quita por impuesto a las ganancias. La patronal ofrecía un 12% en agosto y un 5% en setiembre.

Los exportadores levantaron la voz frente a la huelga que mantuvo más de 40 buques a la espera cerca de los puertos de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires para poder cargar mercadería y destacaban que eso significaba una pérdida de US$ 25.000 y US$ 35.000 diarios. Hablaron de irresponsabilidad por hacerle perder al país millones de dólares, mientras mantenían su oferta.

Terminada la conciliación obligatoria, la intransigencia de los cerealeros se desmoronó ante la posibilidad de que se volviera a la huelga. Comenzaron las negociaciones que se cerraron ayer con un éxito contundente de los trabajadores. Una vez más, a fuerza de convicción y lucha, los aceiteros del país le torcían el brazo al gobierno firmando un acuerdo paritario aún más beneficioso de los reclamos iniciales.

En el día de ayer se firmó un acuerdo con las cámaras patronales CIARA, CIAVEC y CARBIO por un aumento adicional del 26%, llevando el sueldo inicial a $ 1.562.655, lo que significa un incremento del 122% en lo que va del año. Y reabrirán paritarias en diciembre.

Frente a la embestida del gobierno que aspira a mantener una suerte de congelamiento salarial con paritarias que no excedan el 2% mensual, ya que consideran que han logrado bajar la inflación, esta nueva victoria aceitera vuelve a ser una luz en el camino.

«Esta conquista histórica se obtuvo por la fuerza y la conciencia de las y los trabajadores, por la unidad y solidaridad entre ambas organizaciones gremiales. Y se agiganta por el contexto en que se consiguió: ante la ofensiva total del gobierno nacional sobre todos nuestros derechos laborales, sindicales, salariales y democráticos, de igual manera se logró el objetivo», festejaron en un comunicado.

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Represión a judiciales, quince heridos y varios detenidos

Tal como nos adelantara Julio Piumato entrevistado la semana pasada por La Columna Vertebral, hoy estaba convocado un banderazo pacífico en el Palacio de Tribunales en reclamo de aumento salarial. De forma intespestiva, La Policía Federal, bajo la dirección del Ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich, comenzó a reprimir a los manifestantes con empujones, golpes, gas pimienta, gases lacrimógenos y balas de goma. La embestida policial tuvo un saldo de 15 heridos, entre ellos el propio Piumato quien relató ante las cámaras de televisión:

Julio Piumato, quien resultó herido durante la represión, relató lo ocurrido a C5N: «Hoy hacíamos una protesta porque todavía no tenemos recomposición de julio y agosto, un banderazo en el interior del Palacio de Justicia para evitar la confrontación en la calle con esta provocación que hace la ministra de Seguridad. Cuando finalizaba la protesta y salíamos a la calle, cosa que no demoró más de 5 o 7 minutos, nos vinieron a empujar. Fue una provocación que precedió a una represión injustificada. Me acerco para decirles que paren, que ya nos estábamos yendo, y ahí me tiran con gas pimienta en la cara. Empezaron a tirar a mansalva. Un verdadero disparate porque era una protesta pacífica», subrayó Piumato, quien señaló que hasta el momento se desconoce el número exacto de detenidos.

De inmediato, la CGT difundió un comunicado repudiando la represión a los trabajadores judiciales, tal como había hecho la semana pasada ante la indignante represión a jubilados:

“Desde la CGT nos solidarizamos con la organización hermana de judiciales (UEJN) por la represión que en el día de hoy desplegó la policía de Bullrich sobre la manifestación que realizaban los compañeros en el Palacio de Justicia en reclamo de la recomposición salarial adeudada. Conocemos la tradición pacífica y sostenida del sindicato en defensa de sus representados, por lo cual resulta indignante la represión desatada, sin haber mediado provocación alguna por parte de los trabajadores. Mientras la policía de Bullrich se dedica a reprimir a trabajadores y jubilados, a los que se les ofrecen aumentos negativos, los verdaderos delincuentes caminan tranquilamente por las calles”.

El comunicado finaliza exigiendo que la Ministra Patricia Bullrich “responda por semejante manejo de las fuerzas a su cargo.

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