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¿Caza de brujas contra los gremios? Charla-debate con el Dr. Gustavo Ciampa
El pasado 8 de noviembre, durante una conferencia de prensa de la que participaban el vocero presidencial, Manuel Adorni, junto a la ministra de seguridad, Patricia Bullrich y el desregulador Federico Sturzenegger, se anunciaba el ‘fin de Intercargo’. Tal como lo reproduce la página oficial del gobierno, Adorni utilizó éstos términos para festejar la noticia: “es un paso más para sepultar el terrorismo sindical que no tuvo pruritos de secuestrar a más de 2.000 personas en 10 aviones”. La medida habilitaba a las Fuerzas de Seguridad a explotar, en casos de emergencia y de manera temporal excepcional, los servicios aeroportuarios operacionales y de rampa en general: “ningún terrorista sindical podrá tomar de rehén nuevamente a un pasajero y arruinarle sus vacaciones, su viaje laboral o su viaje por temas médicos o por cualquier otra razón”, aseguró el Vocero y agregó que “a este Gobierno no le tiembla el pulso para sepultar las extorsiones de estos delincuentes”.
La desmesura de los calificativos del gobierno no provocaron el estremecimiento social que hubiese sido de esperar. En cualquier democracia hubiera sido un escándalo que las acciones sindicales, amparadas por la Constitución Nacional, fueran definidas como actos terroristas, y sus dirigentes como delincuentes que secuestraban gente y tomaban rehenes. Nada de eso ocurrió.
No es la primera vez que existe una embestida legal, represiva y comunicacional contra los gremios. Durante el gobierno de Mauricio Macri no dudaron en intervenir sindicatos y considera como mafiosos a abogados y jueces laboralistas. En aquel entonces, Macri fue denunciado por varias organizaciones, entre ellas el CELS y la Corriente de Abogados y Abogadas laboralistas 7 de julio, por violación a los Derechos humanos. El propio presidente tuvo que ir a dar explicaciones en noviembre de 2017 ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en Montevideo.
Por esos días, nació la FAOS, Foro de Abogados y Abogadas de Organizaciones Sindicales, una entidad que agrupaba a abogados y abogadas de sindicatos con independencia de la pertenencia gremial confederal conformada por abogados laboralistas dispuesto a defender los derechos legales adquiridos por el movimiento obrero en un contexto de estigmatización de los dirigentes sindicales, represión de la protesta social, y medidas tendientes a obstaculizar la libertad gremial.
Preocupados por el surgimiento de una nueva caza de brujas, con acciones y lenguajes mucho más violentos que aquellos, reflexionamos junto al abogado laboralista, Gustavo Ciampa, uno de los fundadores de la FAOS, sobre los dichos del vocero presidencial y el propio presidente.
LCV: En estos días yo vengo preocupada por la liviandad lingüística del vocero presidencial cuando califica a las organizaciones sindicales y sus acciones como “terrorismo sindical”, “subversión”, etcétera. ¿Ustedes, desde el Foro de Abogados y Abogadas de Organizaciones Sindicales, han analizado este tema? ¿Qué piensan?
—Es muy grave. Yo creo que la pretensión de demonizar a las organizaciones sindicales, a los trabajadores sindicalizados y a los trabajadores que participan y se suman a acciones colectivas, no es descalificar políticamente, sino llegar a este punto de calificarlos de terrorismo, hablar de terrorismo sindical, hablar de que una huelga en el marco del transporte aerocomercial es secuestrar pasajeros o privar ilegalmente la libertad de pasajeros, es muy grave. Hoy traía a colación cuando Alfonsín lo llamaba llorón a Saúl, que Saúl le contestaba en una plaza multitudinaria y le decía: “Llorar es un sentimiento, pero mentir es un pecado”, imputando a Alfonsín que mentía. Eso era disputa política. Calificar de terrorista no es disputa política, imputar la comisión de delitos graves, como secuestro, no es disputa política. A esto quiero traer colación algo muy importante desde el punto de vista político, soy abogado, que son algunas cosas que dijo la Corte Interamericana de Derechos Humanos en materia de derecho de huelga, que en nuestro país obligan al Estado. En esto quiero ser claro: la Corte Interamericana de Derechos Humanos lo que hizo es interpretar la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Es la última intérprete y autorizada de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos tiene en nuestro país la misma jerarquía que la Constitución Nacional porque así lo dispone la propia Constitución Nacional a partir de su reforma del año 1994. Con lo cual lo que diga la Corte Interamericana de Derechos Humanos es, en nuestro país, obligatorio para todos los poderes públicos nacionales, provinciales, municipales. Pero además es obligatorio el acatamiento de los mandatos de la Corte Interamericana tanto para el gobierno, como para el poder judicial, como para el poder legislativo. Entonces, ¿Qué dijo la Corte Interamericana hace escasos 3 años y medio?
Primero dijo: los Estados tienen la obligación de adoptar todas aquellas medidas que sean necesarias para salvaguardar la libertad sindical, fortalecer a las organizaciones sindicales y garantizar la eficacia del accionar colectivo, del accionar gremial. Es una obligación del Estado, el Estado debe garantizar la eficacia del accionar sindical. Además dijo: el derecho de huelga es la herramienta más potente con que cuentan los trabajadores y trabajadoras para la defensa de sus derechos y sus intereses. Es un derecho humano fundamental el derecho de huelga y el Estado tiene la obligación no solo de respetar el ejercicio del derecho de huelga sino de garantizar que los trabajadores, las trabajadoras y las organizaciones sindicales puedan ejercer eficazmente el derecho de huelga. Eficazmente quiere decir que logren el resultado buscado con el ejercicio del derecho de huelga. Ahora, ¿en qué consiste el ejercicio del derecho de huelga? El derecho de huelga es una acción colectiva que, repito, está garantizado como un derecho humano y consiste en causar un daño. Es un medio de presión para la defensa de un derecho o para el logro de una reivindicación que se materializa causando un daño como forma de presión. Ese daño puede ser al empleador o puede ser a los poderes públicos.
LCV: Podríamos utilizar otra definición? como comunicadora te digo que decir “hay huelga para hacer daño” no es lo ideal para que la gente sea empática.
—No, por eso yo te puntualizaba esto. No es “hago huelga para hacer daño”, hago huelga para el logro de una reivindicación. Ahora, en eso hay un daño.
LCV: Bueno, está bien. Usted se queda con el daño y yo me quedo con la reivindicación.
—No me quedo con el daño, me quedo con la materialidad. Como en todos los conflictos, hay gente que se solidariza. Esto es como la protesta, si vos la protesta no la visibilizás, si se arman los protestódromos allá lejos, los que quieren protestar que vayan allá al protestódromo lejos donde no se visibiliza, donde no moleste a nadie, bueno, eso no es la protesta. La protesta para ser tal tiene que ser visible. Con la huelga pasa lo mismo.
LCV: Visible y comprensible, para generar empatía.
—Para obtener el favor social. Ahora, ¿Qué es lo que además dice la Corte Interamericana? Esto es obligatorio para nuestro país: el Estado no solo debe respetar el ejercicio de los derechos, entre ellos el ejercicio del derecho de huelga, sino que además debe poner toda la estructura del Estado para garantizar que ese ejercicio del derecho de huelga sea eficaz. No se puede penalizar, dice la Corte Interamericana. El Estado no puede penalizar el ejercicio del derecho de huelga, no se puede sancionar a los trabajadores que ejercen la huelga, y el Estado además debe garantizar que los empleadores privados tampoco sancionen a los trabajadores que ejercieron la huelga. Más allá de que la Ley Bases, sancionada por este gobierno o sancionada durante el transcurso de este gobierno y entrada en vigencia en julio de este año, pretenda decir que el ejercicio del derecho de huelga constituye justa causa de despido. Porque esto contraviene y vulnera derechos constitucionales, vulnera derechos humanos. La Corte Interamericana dice además esto, fíjate qué interesante en función de cómo pretenden demonizar y los calificativos que les ponen al ejercicio del derecho de huelga en el conflicto puntual de la aeronavegación pero esto, preparémonos porque es el inicio de la calificación de los conflictos. No creo yo, y ojalá me equivoque, que sea un calificativo para este conflicto y nunca más se vuelva a tocar.
LCV: Esto es la preparación del oído de la gente de un término que no se había vuelto a usar en la Argentina hacía mucho tiempo, ni siquiera en la época de Macri se utilizaba la palabra “terrorismo” asociada a huelga o asociada a sindicato.
—Tal cual. Estamos de acuerdo. Por eso me interesa reivindicar que es el ejercicio de un derecho y es un derecho humano. Y el ejercicio de un derecho humano no puede convertir en ilegal a ningún acto, menos aún en un acto terrorista. Si hay alguna versión del orden constitucional, es lo que está haciendo el gobierno al calificar el ejercicio del derecho de huelga como terrorismo sindical o como privación ilegítima de la libertad o como secuestros. Fíjate, la Corte Interamericana además da el mandato a los Estados, entre ellos obviamente al nuestro, de suprimir de sus ordenamientos jurídicos toda norma penal que pueda ser utilizada para perseguir el ejercicio del derecho de huelga. Esto quiere decir, no se puede entender ninguna medida, incluidas las acciones comprendidas en el marco de un conflicto colectivo de trabajo, el ejercicio del derecho de huelga, como delito. No se puede utilizar las figuras delictivas para perseguir el ejercicio del derecho de huelga y no se pueden crear nuevas figuras para reprimirlo.
LCV: Para este gobierno romper todos y cada uno de esos pactos vienen a ser parte de su ejercicio de poder.
—Sí, pero por ahora están en la Constitución Nacional. Además, por ahora, la Argentina los ratificó, los tiene incluidos en su Constitución Nacional, y dicen que esos pactos internacionales se aplican en las condiciones de su vigencia. Esto quiere decir, porque así lo reconoció nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación, en las condiciones de su vigencia quiere decir que los tratados internacionales de derechos humanos se aplican en la Argentina en la forma en que son interpretadas por los órganos creados por los propios tratados para interpretarlos. En el caso de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, debe ser aplicada en la Argentina en la forma en que dice que debe ser interpretada la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por eso la importancia jurídica de lo que te estoy diciendo. Vos me podes decir, sí, pero el Estado nuestro, el gobierno nuestro, se lleva todo puesto, actúa todo al revés. En vez de garantizar el ejercicio del derecho de huelga, lo reprime; en vez de garantizar que los trabajadores no puedan ser huelguistas, no puedan ser sancionados, los sanciona; busca crear y crea, como el Protocolo de Bullrich, nuevas formas penales, nuevas figuras penales para perseguir el ejercicio del derecho de huelga. ¿Qué te digo desde el derecho? Desde el derecho te digo esto es violatorio de la Constitución Nacional. Esto amerita llegar a los tribunales planteando a los jueces y que los jueces se hagan cargo de su rol, y esto yo sé que también es difícil. Como abogado digo, no es que uno llega con una demanda y el juez va a decir “bueno, el tratado tal dice tal, la Corte Interamericana dice tal”, pero es lo que tendría que hacer.
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Panorama XXL/La borrachera del poder
Un fin de semana largo repleto de noticias gremiales y políticas. Mientras los jóvenes libertarios jugaban a ser nazis, armados con celulares, algo así como declararse ‘terroristas digitales’ -¿para qué usar armas si te podemos herir o matar por las redes? -; el mundo asistía casi indiferente a un aumento de la tensión entre Rusia y Occidente, con una amenaza que sí implicaba armas, y armas nucleares, nada menos; el gobierno argentino no perdía su entusiasmo y con exitismo avisaba que ya ‘hemos tocado fondo’ y ahora se viene la fiesta -o el ‘pedo de buzo’, que no es lo mismo y tampoco es igual pero así lo ve nuestro poeta presidente cuyas figuras retóricas son cada día más escatológicas-.
Dicen que ‘Argentina será el faro de mundo‘ y brindan por el descenso del riesgo país, la baja de la inflación, un dólar quieto que permitirá ir saliendo del dólar turista y aumentar el límite impuesto para compras al exterior a través de Amazon y plataformas similares a 3.000 dólares. Dicen que esto es muy bueno para el país. Dicen que esto mejorará la compra de insumos de las Pymes -Pymes que podrían quebrar si los argentinos deciden aprovechar el famoso ‘dame dos’ de la dictadura sin necesidad de moverse de casa-. En la televisión nos cuentan las delicias de esta medida por la que podremos comprar on line en el exterior nuestras zapatillas un 30% más barato. ¿Cuántos talleres textiles sobrevivirán a la competencia del mundo a tus pies?
En pleno fin de semana largo Adorni tuvo otro regalo para los trabajadores: ‘Hemos cerrado definitivamente la planta ex Ciccone, uno de los grandes emblemas de la corrupción kirchnerista. El Estado Nacional ya no fabricará más billetes: los argentinos se van a ahorrar 5.040 millones de pesos anuales”, tuiteó. ¿El emblema de corrupción de Ciccone calcográfica no había sido de Menem? ¿No la estatizaron por ese motivo el 22 de agosto de 2012?
Y, hablando del 22 de agosto, día en el que Evita pronunció su conmovedor discurso de renunciamiento desde el Ministerio de Desarrollo Social en 1951, también dicen que como todo va viento en popa, y podemos tirar ‘manteca al techo’, quizás inviertan varios millones en derrumbar ese mamotreto de la 9 de Julio tan caro al peronismo. Así actúa el gobierno de la provocación permanente que tiene a medio país entre las cuerdas.
Todo esto ocurría después de una semana rara en la que cada parte se sentía victoriosa. Los tres gremios de aeronáuticos, luego de un paro nacional y varias jornadas de de movilización y asambleas, lograban que el gobierno se sentara a negociar con quienes había tildado de ‘delincuentes y terroristas’, para llegar a un acuerdo paritario. Por su lado, el gobierno difundía otra versión: habían doblegado a los sindicatos quitándole sus ‘privilegios’ y otorgándole la mitad de lo que pedían de aumento.
El contundente paro nacional del transporte del 30 de octubre tuvo como consecuencia la renuncia del Secretario Gral de la CATT, Sergio Sassia, enrolado entre los llamados ‘dialoguistas’ (antes catalogados como ‘colaboracionistas’). En estos días, asumió ese cargo Juan Carlos Schmid, quien recuperaba la conducción de una poderosa Confederación de sindicatos que aglutina a camioneros, ferroviarios, colectiveros, portuarios, aeronáuticos. Una de sus primeras medidas fue anunciar que convocaría a una reunión del Consejo Directivo para debatir los pasos a seguir.
Caramba, ahora resulta que este señor Schmid pretende marcarle la cancha a quienes se creen los VIP de la CGT, un puñado de gremios cuyas figuras más importantes pertenecen a Sanidad, Estaciones de Servicio, estatales de UPCN, albañiles de la UOCRA y Empleados de Comercio. Los comentaristas gremiales, hacedores de una fantasmagórica ‘opinión pública’, entendieron la convocatoria como una ‘provocación’ de los sectores ‘combativos’ decididos a romper con la CGT. Resulta que pedir que la CGT funcione y se reúna es algo tan revolucionario como provocador. Todo indica que los sindicatos que optaron por luchar contra este modelo han cambiado de estrategia: “nosotros esta vez no nos vamos de la CGT, si alguien quiere irse que sean ‘ellos’.” Aún así, la tensión está expuesta. Mario Manrique, de Smata, renuncio a su cargo de Secretario Gremial de la CGT amparándose en el “cúmulo de tareas y responsabilidades” que actualmente tiene como diputado nacional de Unión por la Patria y secretario adjunto del SMATA, “lo cual hace imposible que continúe en el cargo con la responsabilidad y dedicación que este merece”, según afirmó en una carta. Sin embargo, el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) no se irá de la CGT, y el lugar que deja Manrique será ocupado por Laura Lorenzo, de su mismo gremio quien lo secundaba en la Secretaría Gremial de la central obrera.
Esta semana se reunió la autodenominada ‘mesa chica’ de la CGT en la sede de UPCN de la que participó el flamante titular de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), quien volvió a reclamar una reunión urgente del Consejo Directivo para discutir de manera ampliada la eventual continuidad del plan de lucha. La mesa chica empezaba a resultar demasiado chica. Como buenos compañeros, los dirigentes que tienen el privilegio de conformar una mesa cada vez más chica y menos representativa, escucharon con atención la propuesta del portuario, no la aceptaron pero tampoco la rechazaron, simplemente dejaron en claro que no estaba en su agenda un paro nacional.
Así las cosas, Pablo Moyano -que se pegó un faltazo a la reunión de sus pares cegetistas-salió a la palestra a dar entrevistas en las que advertía que se venía un paro nacional para diciembre, y faltaba ponerle fecha -‘poné la fecha’ le cantaron alguna vez a Daer en tiempos del macrismo-. Desde las dos CTA siguen trabajando por una marcha federal sin fecha clara pero con diciembre como mes elegido. Y durante el Plenario Federal de Delegados de ATE nacional del que participaron más de mil dirigentes de todo el país se resolvió un plan de lucha con protestas en todas las provincias, movilizaciones sobre las rutas, asambleas y radios abiertas, señalando que el ajuste planteado en el Presupuesto 2025 golpea duramente a todas las regiones del país. ““En este momento la persecución y el maltrato son sistemáticos en todas las áreas del Estado. Crecen los niveles de autoritarismo y violencia, pero tienen que saber que no les tenemos miedo”, advirtió Rodolfo Aguiar, Sec. Gral de la Asociación de Trabajadores del Estado.
El malestar en los diversos sectores crece a pesar del discurso oficial. Luego de una reunión a la que asistieron representantes de Camioneros, UOM, UTEP, la Corriente Federal y las dos CTAs, trascendió que la fecha elegida para una jornada de lucha común, con paro y movilización sería el 5 de diciembre. Aún sin el apoyo de la CGT, volverán a actuar juntos sindicatos y movimientos sociales, como lo vienen haciendo de manera independiente a lo que decida la central obrera.
Por su parte, la Federación Gráfica Bonaerense repudió el cierre de la planta impresora de Casa de Moneda de Don Torcuato que dejó en la calle a 270 personas. Según el ministro de economía, no hubo despidos, solor decidieron “dispensarlos” de trabajar hasta nuevo aviso. Para los gráficos fue “una operación subrepticia, realizada a la sombra especulativa de un fin de semana largo, el gobierno de Javier Milei anunció el vaciamiento y cierre de la planta impresora de Casa de Moneda de Don Torcuato, y lo hizo al mejor estilo de las dictaduras militares, utilizando las Fuerzas Armadas en previsión de que un ‘ejército’ de trabajadoras y trabajadores estuviera allí para defender su fuente de trabajo”.
Pocas horas después, el Ministerio de Justicia anunció el despido de los trabajadores de ATE que llevaron adelante una medida de fuerza en el Registro de la Propiedad Automotor para denunciar despidos encubiertos. La Asociación de Trabajadores del Estado denuncia que son presionados para aceptar un retiro voluntario y Rodolfo Aguiar advierte que pedirá juicio político contra Mariano Cúneo Libarona por violar un principio constitucional que ampara el derecho de huelga.
El jueves 21 de noviembre, Día de la Enfermería, los trabajadores de la salud pública marcharán una vez más desde el Congreso hasta la Legislatura porteña para exigir salarios dignos, mejores condiciones laborales y el reconocimiento profesional de las y los enfemeros. Unas 40 organizaciones sindicales y colectivos del ámbito de la salud llevarán a cabo una Jornada Nacional de Lucha bajo el lema: “La salud pública no se vende, se defiende”.
Dos países en pugna. El de la fiesta y el de las vícimas del baile. Esquivos, desconfiados, hartos, confundidos, el equipo de la víctimas no sabe en dónde ubicarse ¿Muchos preferirán participar de la fiesta aunque después sufran su resaca?
Lo cierto es que la indisimulable alegría de los Adornis, Sturzeneggers y Esperts se convierte en un discurso triunfal que descoloca a cualquiera. Milei es el astro que baila desenfrenado con los poderosos del mundo, esta semana se abrazó con Trump, Macrón, Lula, Giorgia Meloni y el mismísimo diablo chino comunista, Xi Jinping, con quien está dispuesto a convertirse en socio comercial. La borrachera de poder no tiene límites.
A pocos conmovió la muerte de un trabajador del subte que sufría cáncer por su exposición al asbesto. En el diario no hablaron de él. Al fin de cuentas ¿quién sabe qué cosa produce cáncer? Hasta el momento, lo único seguro es que ‘fumar provoca cáncer”, del resto mejor ni hablar. Los metrodelegados denunciaron que hay 2700 trabajadores expuestos al asbesto y este miércoles realizarán un paro de dos horas para denunciar la muerte de uno de sus compañeros. En la televisión nuevamente nos hablarán de caos en el transporte.
LCV- 20 de noviembre de 2024
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La Era del Odio Desideologizado, por Andrea Zhok *
En la degeneración contemporánea del escenario político, una de las cosas más llamativas es el desencadenamiento de actitudes de ferocidad, desprecio, deshumanización, psiquiatrización, demonización del adversario. Lo podemos comprobar en estos días posteriores a la victoria de Trump, con una proliferación de crisis nerviosas que emergen en Internet y en las publicaciones ante la “victoria del Mal”, pero lo vemos continuamente en mil contextos. Vimos esto en los días de Covid, donde intentábamos justificar las manifestaciones de maldad, crueldad y deseos de muerte con la dinámica psicológica del miedo. Lo vemos en la forma en que se desarrollan (o más bien NO se desarrollan) los discursos sobre cuestiones de “corrección política”, donde cualquier discusión abierta es imposible y donde las sensibilidades histéricas dispuestas a arremeter y destrozar el “Mal” son omnipresentes. Lo vemos en la demonización de la alteridad política a nivel internacional.
Lo sorprendente es cómo esta tendencia hacia el conflicto irreconciliable, hacia la repulsión sin descuentos ni mediaciones, se produce precisamente en la época por excelencia del “fin de las ideologías”, el “fin de los grandes relatos”, de la “secularización”.
Como nos han contado muchos acontecimientos históricos, estamos acostumbrados a asociar el choque sin límites con la fricción entre identidades fuertes, identidades colectivas irreductibles y visiones del mundo radicalmente alternativas.
En cambio, a menudo se nos ha vendido la modernidad (o la posmodernidad) como el lugar donde hemos sacrificado raíces fuertes y visiones ambiciosas y palingenésicas, pero al menos lo hemos hecho en nombre de la paz, la hermandad y la coexistencia pacífica en una “aldea global” exenta de contrastes radicales. Excepto que las cosas parecen bastante diferentes de lo que nos han dicho.
Después de la Segunda Guerra Mundial fuimos testigos de la capacidad de reconocimiento mutuo, e incluso de colaboración pragmática, de individuos que se habían disparado unos años antes, de aquellos que pertenecían a visiones del mundo verdadera y claramente divergentes. Los democristianos y los comunistas eran portadores de ideologías sólidas y profundamente diferentes y, sin embargo, lograron producir ese documento admirable y equilibrado que es la Constitución. Incluso los antiguos fascistas fueron reintegrados, con la única condición de que no pretendieran volver a proponer la propuesta política que había llevado al país al desastre de la guerra (prohibición de reconstitución del PNF).
Hoy, cuando en todo Occidente la “política de la alternancia” es la alternancia entre variantes de una misma ideología liberal, con un 90% de superposición de políticas, precisamente hoy el odio irreconciliable entre los partidos, el desprecio mutuo parecen ser las características dominantes.
¿Cómo es posible todo esto?
Bueno, creo que para entender este estado de cosas primero debemos entender algo fundamental sobre la forma de los contrastes humanos. Un contraste de naturaleza ideal, cualesquiera que sean los ideales que se comparen, es un contraste que todavía se mueve en una esfera humanamente compartible, al menos por derecho: precisamente la esfera de las ideas. Una idea diferente de otra, una razón irreconciliable con otra razón no dejan de ser ideas y razones, y como tales son potencialmente compartibles: es posible cambiar de opinión, es posible comprender las razones de los demás. Esto significa, trivialmente, que dos visiones del mundo articuladas en ideas y razones, por diferentes que sean, son sin embargo parte de un juego humano común.
En cambio, el proceso de deshumanización ocurre en diferentes formas, esencialmente prepolíticas, típicamente arraigadas en variables naturales. El caso típico ideal es, por supuesto, el racismo, donde todo lo que hace o dice el “racialmente diferente e inferior” se vuelve irrelevante, porque nada puede cambiar su “inferioridad natural”. Pero esta esfera natural y prepolítica se ha convertido, de hecho, en la esfera dominante en el discurso público contemporáneo. Así, no importa si Trump y Harris tenían contenidos decentes o indecentes, serios o ridículos, diferentes o iguales; la pregunta seriamente discutida es: “¿Cómo es posible que las mujeres, o los inmigrantes, o los “de color”, etc., no votaran por <>?” La diferencia política en primer plano pertenece ahora a una esfera prepolítica, naturalista, impermeable a la razón.
Haber transformado la política en una competencia entre grupos de interés, lobbies y haber vaciado la esfera ideológica converge en transformar el discurso público en una especie de “racismo universal”. Ya que las diferencias sean de “raza”, “género”, “orientación sexual”, “etnia”, o que se traduzcan en juicios de carácter psiquiátrico, epidérmico o antropológico, en cualquier caso nos encontramos en un terreno donde las razones ya no van a tener ciudadanía: sólo queda la repulsión (o atracción) instintiva.
La destrucción de la esfera política, alimentada y fomentada durante décadas por el “piloto automático de la economía”, ha llegado a su fin, produciendo una nueva forma de tribalismo naturalista, de “racismo polimórfico universal”, que ya no conoce ninguna alternativa a la exclusión del otro, posiblemente hasta su aniquilación. Lejos de ser el viático de formas de coexistencia pacífica, la destrucción de identidades e ideologías políticas trae consigo la semilla de un conflicto ilimitado.
Se han creado las condiciones para un futuro de guerras civiles en el país y actitudes genocidas en el extranjero.
Traducción: Carlos X. Blanco
Publicación original: Revista Adaraga 15/11/24
Tomado por LCV de infoposta.com.ar el 17 de noviembre de 2024.
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Haroldo Conti y la memoria sin fin, por Oscar Taffetani
En 1987, con la vuelta de la democracia y en un país donde todavía era peligroso recuperar la memoria sobre militantes desaparecidos -fueran ellos escritores, artistas, periodistas o simplemente víctimas de la diáspora y del exilio- participé de un proyecto fílmico inconcluso titulado “La balada de Haroldo”, que se proponía rescatar bajo la forma de una road-movie el itinerario de vida y escritura del imprescindible Haroldo Conti. Filmaríamos (y de hecho, filmamos) en Warnes, en Chacabuco, en el Delta, en Cabo Polonio y Barra de Valizas, entre otras locaciones. Entrevistamos a familiares y amigos del escritor. Consultamos documentos fílmicos, sonoros y gráficos existentes, entre ellos, como pieza medular, el proyecto (inconcluso) del estudiante de cine y fotógrafo Roberto Cuervo titulado “Retrato humano de Haroldo Conti”. No voy a explicar aquí las innumerables dificultades que tuvimos en aquel momento, con Carlos Vallina y otros compañeros de aventura, para conseguir financiamiento de aquel proyecto, que quedó definitivamente inconcluso a mediados de los ‘90. Sin embargo, en el camino, fuimos usando parte del material disponible para pequeños rescates, suerte de golpes de memoria que volvieran a poner sobre el tapete los asuntos de Haroldo, los asuntos de sus compañeros de vida y militancia y los asuntos de su escritura. Un fotograma del film mudo de Roberto Cuervo –por ejemplo- fue utilizado en 1988 para probar que un mascarón de proa tallado por el capitán Alfonso Dominguez en Uruguay, fue arrebatado de la casa de Haroldo cuando lo secuestraron, para ser luego vendido a una tienda de “antigüedades”. Lo que las dos publicaciones en Página/12 que siguen muestran, es la táctica que utilizamos para recuperar sin violencia ese mascarón y devolverlo a sus legítimos dueños. Nada más. Y nada menos. Marta Scavac –que ya no está- y Ernesto Conti –quien por entonces era un niño- testimoniaron su agradecimiento, dedicándome un libro de navegación que tenía Haroldo tras su naufragio en La Paloma, y que aquí también se reproduce. Buena lectura.
Memoria del mascarón de proa
(Página/12, 6/5/1988)
A doce años de su desaparición, Haroldo Conti y su obra forman parte de la “cultura de la desmemoria”.
(Por Oscar Taffetani) No hace mucho una periodista habló de la virtual imposibilidad de acceder a la vasta obra literaria y testimonial de Sarmiento: el “ilustre sanjuanino” ha sido condenado, por falta de difusión y de reediciones, a ser sólo el autor de Facundo y Recuerdos de provincia. En esa nefasta cultura de la desmemoria se inscrihe también el caso —más reciente, más modesto, pero igualmente representativo— de Haroldo Conti, escritor secuestrado de su casa y desaparecido el 4 de mayo de 1976.
Un breve inventario del olvido instalado sobre la vida y obra de Haroldo Conti debería incluir hechos como la escasa reedición argentina de su obra: La balada del álamo carolina y Mascaró, el cazador americano, sus últimos libros, no han vuelto a editarse entre nosotros desde 1975; la novela Sudeste y el relato maestro Todos los veranos duermen en los catálogos desde hace casi dos décadas, lo mismo que valiosos estudios como El mundo de Haroldo Conti (Rodolfo Benasso, 1969).
Ese inventario debería incluir también —en un plano extraliterario— la prescripción o falta de prosecución de las causas abiertas en la Justicia, que afectan tanto a Haroldo Conti como a sus familiares directos (y es uno entre cientos y miles de casos semejantes).
Por último, y con infinita tristeza, el inventario debería incluir hechos como que el mascarón de proa tallado por Alfonso Domínguez en el Cabo Santa María, ese mascarón que Haroldo Conti tuvo colgado en una pared de su casa hasta que Fritz Roy —y en la época del imaginario vapor “Mañana”— hoy cuelga de la pared de una casa de antigüedades de Buenos Aires, con una etiqueta que dice: “Mascarón italiano, siglo XIX”.
El mascarón, impiadosamente “reciclado” por la ciudad (esa ciudad hostil que Conti conoció y describió en sus relatos), completa el cuadro de desaparición forzada de un ciudadano, el cuadro de toda una época del escritor argentino contemporáneo: un cuadro semejante al de Antonio Di Benedetto, fallecido hace un par de años; o al de Daniel Moyano, emigrado en 1976 (ese entre muchos, muchos casos).
Pero hay otra cara de esta moneda —no muy lustrosa hoy, tal vez reluciente mañana—: una cara que podría denominarse, por contraposición, “la verde memoria del pueblo”, en palabras de Conti. Ese país merece también, en esta fecha, un breve inventario.
Se inscribe allí el homenaje que el próximo domingo, 7 de mayo, rendirá a su más destacado escritor la gente de Chacabuco. Será representado en el teatro “La balada del álamo carolina”, hablarán algunos familiares y amigos, un grupo cumplirá con el rito de visitar el añoso álamo, el campo de Warnes.
Y no puede dejar de inscribirse el proyecto fílmico, La balada de Haroldo, largometraje sobre la vida y la obra del narrador de Chacabuco. Ese largometraje incluirá fragmentos de un inconcluso e inédito documental filmado por Roberto Cuervo en 1975. El director del proyecto, Carlos Vallina, ha manifestado su intención de filmar “la vuelta a Itaca de aquel Haroldo-Ulises que un día partió hacia Buenos Aires, las islas y el océano, pero que no dejó de regresar, obstinadamente, en sus textos”.
Su familia, entonces, que no olvida; el pueblo de Chacabuco, que no lo olvida y esa parte de la Argentina que no olvida a quienes, como Harodo Conti, la amaron profundamente, son la Penélope y el Telémaco de esta historia: la tierra a la que siempre se vuelve, el país del álamo carolina.
Aunque el mascarón del “Mañana” no pueda vialar el próximo domingo a Chacabuco, por un circunstancial extravío en Buenos Aires, alguien recordará la promesa escrita por su dueño en la última página de un libro: “…ese ángel que está naciendo (el mascarón) colgará para siempre de una pared de mis casas; dondequiera que yo vaya iré con él, abriendo camino”. El país del álamo carolina es un país donde las promesas tarde o temprano se cumplen.
Rescate del mascarón de proa
(Página/12, 28/5/1988)
Después de doce años, un “Angel” que pertenecía al escritor Haroldo Conti volvió a ocupar su lugar de origen.
(Por Marta Scavac) Cuando terminaba abril, Oscar Taffetani me comentó sobre la posibilidad de ubicar el mascarón. Según los datos de que disponía, el Ángel podría estar colgado en una casa de antigüedades de la Capital. Oscar me pidió calma y confianza hasta tener la información precisa.
He aprendido que muchas veces la paciencia ayuda a obtener mejores resultados. Me prometí recuperarlo. Ignoraba el modo, y una sucesión de incógnitas me atravesaba. Dueño, lugar, reacciones, consecuencias, logro, fracaso, todo se conjugó en un torbellino que por poco me deja sin vesícula (cada uno tiene su tripa de Aquiles).
Es 4 de mayo y Oscar me llama temprano para decirme que ese es nuestro día-rescate. Ana, una pintora amiga ha localizado al Angel. Fabián, otro amigo, lo ha fotografiado. Con la escribana Gloria Barrandeguy, a quien pedimos para cubrir la forma legal, marchamos hasta el lugar.
(Por razones que luego se verán, me valdré de un par de nombres figurados y de una referencia imprecisa para continuar con la historia.)
“Lleva más de 11 años colgado aquí… no es posible… esto es para un cuento de Bioy Casares… entonces, los que hicieron la venta eran los… no puede ser.”
“Sí puede ser. Es, señora. ‘Botín de guerra’… ¿Qué le sorprende tanto? ¿Acaso no han llegado a comerciar con los niños? ¿No puede entenderlo? Comprendo. Yo tampoco”.
La circunstancia era inédita. No teníamos derecho a perturbarnos con quien no conocíamos; pero tampoco se podía ser excesivamente incauto o confiado. Se sabe y no se debe olvidar que los “astices” nos rodean, “obedientemente” libres.
—No tengo nada que ver… no es mío… es prestado.
La miniprocesión, un tanto extrafalaria, se dirige entonces hasta el sitio —otra tienda de antigüedades— donde se encuentra el “depositario”, y a quien llamaremos Requena.
—¡No, no, no puede ser!… yo no tengo nada que ver, por favor no me confundan con “esa” gente. Nunca me había pasado algo así en los tantos años que llevo en esto… me engañaron, eran unos miserables ladrones. ¡Pero si yo fui a la casa a comprarlo!
—¿Qué casa? ¿Dónde?… Acaba usted de mencionar mi casa, señor, la que nos robaron, la que permaneció ocupada por extraños, la que no me ha sido devuelta porque la justicia no ha alcanzado entre nosotros —palabras de un juez— una “agilidad” acorde con los derechos elementales de los ciudadanos argentinos.
—Pero… y ahora… ¿Qué quieren ustedes? Yo lo pagué muy bien, y en dólares. No puedo perder todo. No es justo.
—No quiero ser injusta con usted señor Requena pero no puedo pagar esa cantidad por mi Mascarón.
—¡No es suyo, es mi Mascarón! Yo lo pagué, soy un comprador de buena fe…
—Correcto. Pero desde ahora, usted ya no sería un vendedor de buena fe. En todo caso, el Mascarón no es ni suyo ni mío. Es de un desaparecido, de un hombre del pueblo que ha decidido llevarlo siempre con él. Hasta que lo secuestraron, hasta que se lo robaron.
—Bueno, señora, comprendo. Él tendría sus ideales… yo no tengo la culpa…
—Señor Requena, ¿de qué lado está usted?
Oscar y Gloria tratan de aflojar la tensión y ofrecen alternativas en el lenguaje que suponen que un comerciante entiende. Infructuosamente… Decidimos dejar algunos días al señor Requena, dejarlo a solas con su conciencia. Por si aún estuviera muy dormida, Gloria dejó una copia del acta notarial y Oscar promete publicar en un diario, sin detalles, el incidente.
Dos días después, vuelvo a la tienda de Sonia a ver al Angel, aunque sea a través de la puerta cerrada. Me sorprende la dueña, que viene de darle de comer a un gato por el patio trasero de la casa. Me invita a pasar y me siento en una silla pequeñísima, rodeada de toda clase de objetos antiguos; el gato se acomoda en mi falda y duerme. Un cliente del barrio pasa y le regala masitas a esa señora a quien llamaremos Sonia. Compartimos exquisiteces y vivencias. Ella también lleva su marca por el pasado de horrores. Antes de irme saludo al Angel que sigue colgado en la pared
Camino hacia lo del señor Requena. “Marta, si algo me pasa te pido que salves la máquina de escribir (la vieja Royal con la que escribo estas líneas) y el Angel, al que querés tanto como yo”.
(La máquina Royal fue rescatada por mi padre en un acto de segundo amor, en el amanecer del 5 de mayo de 1976, junto con mis cuadernos y con la perrita, que en la próxima primavera cumplirá 16 años; ya ciega como el Mascarón.)
“¿Qué pensará el señor Requena y su feriado propio?”, me digo.
—Sí, sí, yo también recurriré a un abogado. Legalmente puedo pelear…
—Escuche en silencio todo su alegato legítimo (¿legítimo?).
—Yo no quiero ser injusta, pero sólo puedo ofrecerle pagar en cuotas el dinero que usted ha invertido, no sé…
—Marta (comienzan a jugar los duendes en esta historia), quiero que sepas que no soy insensible a todo lo que han hecho estos bárbaros. ¿Vos sabés que todos los años, cuando las Madres hacen su ronda de 24 horas, yo voy a la Plaza? Averigüé sobre tu marido. Ahora sé todo lo que les ha pasado. Te restituiré el Angel. Fijate que es como si te hubiera esperado 12 años. Tres veces estuve a punto de venderlo. Las tres veces falló la operación. ¿Casualidad? Me gustaría leer los libros de Haroldo y me gustará ver la película, cuando la terminen. Solo te pido que este gesto no sea utilizado por la prensa. Debe ser anónimo. Preservá mis datos y los de Sonia. Sabés… después de todo estoy contento, aunque sufra mi bolsillo.
(El Mascarón fue restituido a sus dueños el día 11 de mayo de 1988. Mi hija Miriam, mi hijo Ernesto y yo, tres náufragos sobrevivientes de aquella noche de 1976, lo llevamos de vuelta a casa, en espera de futuras navegaciones.)
La hermosa gente de los muchos caminos existe. Gracias Requena, Sonia y todos. Desde algún lugar, Haroldo Conti los abraza. Ayer, 25 de mayo, fue su cumpleaños.