Ambiente
Puertos: Debate de dos orillas, opina el escritor uruguayo Marcelo Marchese
UPM, KATOEN NATIE Y LA ENERGÍA VERDE SON EL MISMO PROYECTO
El contrato firmado en secreto entre UPM y Uruguay en 2017, establece que el canal del puerto de Montevideo deba ampliar su profundidad a catorce metros.
Llevar a cabo ese dragado requería de la aprobación argentina, asunto difícil, ya que posicionaba a Montevideo como puerto de salida de la cuenca del Plata, la segunda más importante de Sudamérica.
La alternativa argentina era el dragado del canal Magdalena que permitiría el tránsito marítimo sin pasar por aguas uruguayas, sin embargo, intereses que se encuentran por encima de Montevideo y Buenos Aires, ya tenían resuelto cuál puerto sería el preponderante.
“La administración de Mauricio Macri cajoneó deliberadamente el proyecto Magdalena, pero no se atrevió a dar consentimiento para la ampliación del puerto de Montevideo. Fuentes especializadas en logística y geopolítica sostienen que ese freno de mano era una de las exigencias no escritas del Fondo Monetario Internacional, a cambio de los desembolsos pactados” (Página 12).
La semana pasada Javier Milei habilitó los catorce metros del canal de Montevideo, hundiendo las capacidades portuarias del País que gobierna, lo que quiere decir que siguió los mandatos del FMI ¿Por qué motivo el FMI, y los que se encuentran detrás del FMI, tomaron esa decisión a favor de Montevideo?
Porque el capital financiero ha resuelto que sea Uruguay, por un lado, el laboratorio social, y por el otro, su enclave en la mitad austral de Sudamérica.
¿Y por qué eligió a Uruguay? Por la mismas razones que previamente, en 1828, lo dividió de Las Provincias Unidas del Río de la Plata, ya que un País pequeño, es más manejable que un País grande que además, contuviera él sólo al río de la Plata.
Es la Historia, otra vez, que viene a golpearnos la puerta.
En un País fácilmente manejable, las trasnacionales pueden imponer condiciones mediante contratos secretos y lograr altos beneficios por décadas, como sucede con UPM y Katoen Natie y como debe suceder con Pfizer (ese contrato continúa secreto) pero aquí entra en juego otra trasnacional, que en rigor, es la trasnacional que maneja a Katoen Natie: Jan de Nul.
Jan de Nul se encarga del mantenimiento del Paraná, el Uruguay y el Paraguay, y se ha encargado, primero, de rellenar el área para el muelle de UPM en Montevideo, y segundo, de profundizar las aguas de ese muelle.
Ahora, Katoen Natie llamará a licitación para dragar el canal para los dichosos catorce metros de profundidad. Le apostamos al lector que esa licitación la ganará Jan de Nul, trasnacional cuyas oficinas centrales están en Bélgica.
Pero Jan de Nul es una trasnacional ambientalista como las que más y está preocupada por llevar a cabo una economía sustentable en serio, una forma de vida sostenible para el castigado planeta: “desde Jan de Nul entienden que diversificar la matriz energética uruguaya será un gran desafío que exigirá evaluar diversas variantes” (El País) Estas gentes tienen vasta experiencia, han sido designados para llevar a cabo esos planes en todo el globo: “Las credenciales del grupo belga son de escala mundial, sus proyectos combinan innovación, sustentabilidad, tecnología y eficiencia. Ejemplo de ello es la instalación de cables submarinos en Abu Dhabi, el montado de parques eólicos en Taiwán, EE.UU, Dinamarca y Bélgica, entre otros; la colocación de un oleoducto submarino en Taiwán y en Argentina, la instalación de tuberías y cables en las reservas offshore de gas y condensados en Tierra del Fuego y colaboración para potenciar el proyecto energético Vaca Muerta” (ídem)
Así que UPM y Katoen Natie, se unen a Jan de Nul, y Jan de Nul se une a los parques eólicos que a los uruguayos nos cuestan fortunas, a los parques fotovoltaicos que nos arruinan la vida, a los proyectos de hidrógeno verde que nos robarán el agua más pura de nuestro País perforando los acuíferos, y a la producción de energía eléctrica e hidrógeno verde por parte de UPM, una energía que produce mientras nosotros, los uruguayos, dejamos de producir al dejar pasar agua sin turbinar por la represa del Rincón del Bonete, para que UPM genere una electricidad que nos venderá, por viente años, a precios abusivos.
¿Que el capital financiero nos haya elegido como enclave de media Sudamérica nos beneficia? Bueno, muy malas noticias: ser el enclave nos perjudica, ya que deciden que seamos el enclave usando los recursos del Estado para destruirlo y para que la deuda, crezca y crezca a tal medida, que un día venderemos el País para pagarla, que de eso se trata: imponer políticas (no al canal Magdalena, encerrar a la población durante la pandemia) y apoderarse de los países el día que haya que cobrarla.
Ser el enclave significa que éste será el laboratorio de los contratos secretos que arruinan la República y entregan los recursos energéticos y naturales al capital financiero, y significa entregar el puerto, la llave de entrada y salida de la producción toda, al capital financiero (suben las tarifas y hunden a la economía nacional) y significa que UPM avance en el proceso de forestación, de expulsión de uruguayos de nuestra tierra.
Viendo el panorama desde la altura, es muy comprensible que los medios no nos nombren y que grandes partidos y muchas oeneges nos hagan un boicot jamás visto. Ante esto, hay dos caminos: deprimirse ante la fuerza del enemigo, o envalentonarse, pues el desafío viene en serio.
Nosotros seguiremos el camino que nos hemos trazado, pues nos preocupa el País que dejaremos a nuestros hijos. Como dijo un maestro: “uno debe hacer lo que debe hacer”.
El enemigo es poderoso porque sufrimos de amnesia. Hemos olvidado una verdad muy sencilla: “El poder está en nosotros”.
El objetivo de nuestro Movimiento no es otro que recuperar la memoria.
* Marcelo Marchese: escritor uruguayo, colaborador del semanario Brecha, miembro activo del Movimiento Uruguay Soberano. https://www.facebook.com/groups/1787467327942458
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